¡Que se oiga el Torito!

El arte es una forma de vida que fortalece los lazos en la sociedad y embellece los espacios de una ciudad a través de sus diferentes manifestaciones. Como tal, es la creación humana estética a la que se recurre para comunicar sentimientos, emociones, ideas y pensamientos.

El concepto de arte urbano se refiere al arte que se realiza en la vía pública y el cual está regularmente ligado con actividades ajenas a la ley. Es aquel que transmite conceptos, ideas, mensajes y contenido al entorno urbano, y donde el artista aporta una visión que refleja el vivir y sentir de una sociedad. En muchas ocasiones se le ha referenciado con controversias o “mal aspecto a la vista”; pero, afortunadamente esta premisa ha cambiado. 

Las diferentes manifestaciones de este arte embellecen nuestra ciudad cuando a la vista podemos apreciar los murales pintados en espacios públicos que reflejan el vivir y sentir de nuestra ciudad, al escuchar el sonido del saxofón cuando pasamos por el Centro, al admirar la belleza del movimiento del cuerpo de los danzoneros cuando se presentan en la Plaza Expiatorio y qué decir de esta hermosa danza del torito que se ha convertido en un baile urbano. 

El arte urbano es describir el trabajo heterogéneo de quienes han desarrollado un modo de expresión artística en las calles mediante el uso de técnicas como el grafiti, la serigrafía, el collage y el esténcil, aunque también acapara otras formas de comunicación y es un escaparate para los nuevos talentos locales que traen consigo una visión y creatividad que se representan por medio de sus trazos, colores, dibujos y movimientos. El arte urbano favorece la estética del entorno además de cumplir con otras funciones como llevar los teatros, galerías y museos a las calles y enviar un mensaje a la sociedad. 

La expresión de baile o danza urbana se refiere a eventos, performances o creaciones coreográficas donde los intérpretes bailan en el espacio público. Uno de estos es la danza del Torito, originaria de los municipios de Silao y Romita, cuya creación se remonta a 1831.

De acuerdo con investigaciones, en la Ex Hacienda de Chichimequillas vivió un rico hacendado que año tras año hacía una fiesta a sus trabajadores. Estando todos muy aburridos decidieron soltar un toro para divertirse. Lo enfrentaron el charro, el caporal, la maringuía, la borracha, el moco (o jorobado), el viejito (o ermitaño) y hasta el diablo, todos tratando de domarlo sin tener éxito y muriendo en el intento, hasta que el animal se encuentra con la muerte, quien logra darle fin a la faena. Esta danza, hoy en día es considerada como una danza urbana que se posiciona en el gusto de los guanajuatenses, quienes, al escuchar el sonido de la flauta y el tambor, abren las puertas de sus casas y salen a las calles para presenciarla ―y de paso dar una moneda a los bailarines que ejecutan cada personaje―. El tronar del chicote del diablito asusta a grandes y chicos, pero es un deleite ver esta danza e incluso, en algunas ocasiones, interactuar con los personajes. Es un baile tradicional y popular que no falta en las fiestas patronales y es muy común verla en las calles bailada por grupos de niños y adultos.

El arte urbano ha comenzado a ser muy valorado en los últimos años, ha formado vínculos entre los artistas y la sociedad fomentando la sensibilidad del espectador, así como la participación y la admiración del arte en todo su esplendor. Los artistas se valen de su ingenio y de estos espacios públicos para ofrecer de forma gratuita el arte. La historia de cada pueblo o ciudad y su forma de vida condicionan su manera de expresarse y su visión estética.

Apoyemos y admiremos la belleza del arte urbano en sus diferentes manifestaciones y dejémonos envolver en el color de los murales, en la melodía de una canción, en el movimiento de un baile. Este tipo de actividades artísticas comunican la belleza de una sociedad en su expresión más pura, deleitan nuestros sentidos, nutren nuestro espíritu, evocan el vivir de una sociedad en su manera de expresarse y en su visión estética, manteniendo viva nuestra cultura. 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 129