La música es la brújula 

León, Guanajuato

Música

La música es la brújula

Por Jorge Flores   14/06/21

Cuando uno de los sentidos falla, los demás se maximizan. Jair es ciego desde los tres años, pero siente, huele, escucha y expresa la música como pocos, pues la ha convertido en una brújula que le dice hacia dónde dirigir sus sueños.

Jair Saucedo Hernández nació en León, Guanajuato, hace 20 años; de niño se mudó a la capital del estado y posteriormente a Irapuato. A los 9 se fue a vivir a San Luis Potosí para estudiar en una institución para ciegos que tiene como cualidad hacer de sus alumnos personas independientes con gran noción del espacio y la movilidad. 

“Es un internado donde yo estuve en San Luis Potosí, me llevaron allá para que yo me hiciera independiente; allá te enseñan cosas extra como deportes, música, orientación y movilidad, que para una persona que quiere ser totalmente independiente es muy importante”, nos cuenta Jair, quien va y viene sin necesidad de un acompañante y, ya sea como estudiante o como profesor ―labores a las que está entregado con diligencia―, se vale por sí mismo.

La melodía la trae en la sangre, su familia ama cantar, tocar y hacer música, aunque lo hagan más por afición que por profesión. Además, luego de quedar ciego, sus padres le acercaron la música como una forma de estímulo que fue, por supuesto, un gran acierto. 

“Comenzaba a imitar algunas cosas en el piano, a veces sin querer hacía un acorde y luego con la voz lo imitaba. A mí me impactaba que la voz y el piano hicieran la misma nota”, comenta emocionado este joven que ha encontrado en las notas estímulos a su pasión y a la forma en que percibe el mundo.

Comenzó a estudiar música a los 9 años, ya estando en San Luis Potosí, ahí encontró y alimentó su pasión; se imaginaba ante públicos, cantando o frente a un piano. Ingresó al grupo musical de su escuela y desde los 11 años ya se presentaba en diferentes escenarios del estado vecino. 

“Ahí experimenté esta emoción de estar frente a un público y esto me llamó mucho la atención, yo sentía que era algo mucho más que un simple pasatiempo”, añade sonriendo. 

Durante su adolescencia, Jair pensaba su futuro como abogado, estudiar leyes y seguir una línea segura. Afortunadamente fue seducido por el canto de sirenas de la música: sus misterios, su complejidad, esa magia que despertaba en sus otros cuatro sentidos. Así, ni el futuro incierto ni las negativas de su madre o sus maestros lo desanimaron para entregarse de lleno al arte. 

Alrededor de los 18 años, Jair ya trabajaba como músico dando serenatas y además se presentaba en distintos lugares en San Luis Potosí, lo que le comenzó a dar un reconocimiento que confirmaba que su futuro estaba entre acordes y partituras.

Decidió regresar a su estado natal para estudiar la Licenciatura en Música en la Universidad de Guanajuato ―donde lleva ya poco más de 9 meses― convencido de que la elección de vida fue la correcta. 

“Fue difícil decidirme porque estaba demasiado desubicado, estuve como un año sin estudiar porque estaba indeciso si estudiaba música, si me aventuraba a esto o seguía trabajando y tomaba la música como un hobby… Primero, mi mamá no estaba muy convencida de que estudiara música; nos distanciamos un poco precisamente por esto, porque yo quería estudiar música, al final la fui convenciendo, le fui diciendo que realmente es algo que yo quería, que no era algo pasajero”, relata recordando el momento en que supo que la música era su destino.  

Estudiar música siendo ciego es complicado, cuenta Jair, el material educativo en braille es muy difícil de conseguir, él se tiene que encargar de traducir las melodías, las notas y convertirlas en partituras para poder practicar. Existen algunas instituciones en México que hacen este tipo de materiales pero son muy costosos y acceder a ellos es complicado. 

Jair cree que esto no es un problema de sensibilidad por parte de las instituciones educativas, sino de falta de experiencia; y es que no existen muchos ciegos que quieran dedicarse por completo a la música, al menos no en el estado, y no de manera académica y profesional. Añade que es una dura decisión entregarse al arte como forma de vida. 

“Si de por sí es difícil para la gente que ve. Se tienen muchos prejuicios sobre quienes trabajan en el arte, de que se mueren de hambre y cosas así. Claro que yo también me puse a pensar, porque sí tenía esa idea de que a lo mejor me iba a ir muy mal económicamente”, cuenta Jair en un tono orgulloso, como alguien que apostó por sus sueños y no se arrepiente. 

 A través de sus profesores y de la comunidad académica en el arte, se dio cuenta de que no es así; que se puede vivir bien y hacer una carrera entregado a la música. 

Actualmente da clases de música en braille para tres personas de manera virtual, una en Veracruz, otra en Guadalajara y una más en Ciudad de México. También es profesor de canto y piano, esto incluso desde que era estudiante en San Luis Potosí. 

Jair tiene dos planes, uno a mediano plazo que es terminar sus estudios formales y convertirse en profesor de música, ya sea en preparatoria o universidad. El otro, su sueño a gran escala, es ser compositor de bandas sonoras para cine o hacer música para obras de teatro. Porque aunque visualmente esta experiencia la tiene negada, los ambientes recrean en su mente imágenes que inspiran; sus otros sentidos y su imaginación le permiten generar notas, acordes y melodías que encuentra en estos ambientes que percibe.

Y como Jair es necio y entregado, más que un sueño, componer bandas sonoras es una meta; una que habrá de cumplir. 

“El último empujón fue la curiosidad para saber todo lo referente a la música y no sólo tocar en lugares, fue también la curiosidad y el coraje de decidir. Lo importante es explorar todo lo que nosotros queramos y vivirlo, no pensar en que no se está cumpliendo mi plan como yo quería, sino vivirlo y reaccionar a la vida”, expresa con sinceridad. Jair vive la vida siguiendo una brújula melódica, su norte es la música y en ese rumbo se mantiene.

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternartivas 129


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