Diálogos en torno a la belleza, el arte y los asuntos pendientes de las vestidas 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

Diálogos en torno a la belleza, el arte y los asuntos pendientes de las vestidas

Por Juan Carlos Buenrostro García    13/05/21

La libertad es una salida, un túnel.

La libertad, como ese nuevo nombre por el que ahora me conoce,

 o este nuevo rostro vagamente hirsuto que ven ante ustedes,

no te la da nadie, se fabrica.

Paul B. Preciado, Yo soy el monstruo que os habla, 2020  

“A esto estamos acostumbrados los jotos: a vengarnos”, me dice Chrivan mientras se pone una larga peluca castaña, así como se cubre los ojos con unos lentes negros con adornos barrocos y en las orejas se coloca unas arracadas blancas hechas de plástico. “N’ombre, deja arreglarme. Si vamos a hablar sobre drag, deja lo hago bien, permíteme sentir mi fantasía”. Dialogamos justo por la temática de esta edición en Alternativas, la cual es ‘Nuevos cánones de belleza’. Desconozco el motivo, pero se me realizó una invitación a hablar de ‘la belleza drag’.

He de aclarar que no soy drag queen, varias veces he dicho que atravieso algo de travestismo, pero nunca me he subido a un escenario a armarla a lo grande. Estoy segura que mi nombre sería Marlbora Buenrostra y sería pomposa, bien hecha y sin vergüenza. Mientras tanto, escribo desde las dudas. Más que compartir afirmaciones totalitarias de lo que se supone que es eso de ‘la belleza drag’, comparto mis preguntas, lo que me preocupa de la chamba de mis amigxs y lo establezco a través del diálogo con Chrivan, ella que lleva muchos años de vestida. Charlamos sobre eso de la rabia por querer reclamar cosas que nos han quitado (y nos quitan) los heterosis, de su personaje llamado Suxi Nox, charlamos sobre cómo y dónde sacar varo siendo artista y de lo que implica montarse, ponerse uñas y girar en un tacón.

Principalmente, me surgen muchos cuestionamientos sobre la propuesta de hablar de ‘la belleza drag’, como si fuera una única cosa, parecida a una esencia. No hay una belleza draga, son muchas. Me niego a creer que se pueda proponer una forma específica de armar eso del cuerpo dragueado. Unas se ponen uñas, se hacen el chucky, se arman el tuck, se colocan largas pelucas platinadas y se maquillan para ‘matar’, otras no. Hume lleva muchos años muerto, creer que el drag responde a normas de gusto esencialistas es ser ingenuo. No hay un arte en el mundo que sea así. Cada pintura, grabado, escultura, danza, ópera, draga haciendo un gesto performático es distinto.

Ojalá hubiera un censo aquí en Guanajuato de estas performers para poder visibilizar, más formalmente, que son diversas, diferentes, y hay quienes no cazan la belleza. Y mientras no exista ese censo, que ojalá venga con otros mecanismos de identificación y protección de la comunidad LGBTTTIAQ, voy a defender que no hay una única manera de hacerte draga y muchísimo menos que exista UNA “belleza drag”. Por tanto, consideré prudente hablar con Chrivan, ella la más alternativa, así como su revista, la más diabólica y perversa de la Leona. “Fíjate bien, Juan Ki, mi drag no tiene nada que ver con la belleza. Muchas quieren ser bonitas, yo lo único que quiero es ser malvada”.

Chrivan me explica que Suxi Nox es esta chica inspirada en la cultura de la fiesta, el post punk, por supuesto se basa en la personalidad de Siouxsie Sioux, la cantante británica de los años ochenta. “Me imagino saliendo de un sarcófago a chupar la sangre de los hombres”, me cuenta mientras bebe de un vaso que sólo diosita en el cielo sabe qué es. “Mira, yo vengo del mundo de las artes escénicas, me especialicé en danza contemporánea. Estudié en Mazatlán, luego me fui a Playa del Carmen, anduve saltando por muchos lados y caí de nuevo aquí en León, aquí hago cosas de arte, de repente bailo y tengo lo de La Party Project[1]”.

Así continúa hablando sobre su personaje: “Yo vivo mi día como Chrivan pero Suxi reúne todas las cosas que me gustan. Me maquillo, me peino, hago performance, me jalo de aquí y de allá. Siento que le hago a eso del arte y me siento toda una rockstar. De eso va el drag, de construir un personaje y ponerte a jugar.” Prosigue, mientras juguetonamente se quita un mechón de la cara y bebe de eso que sigo sin saber qué es, ahora me cuenta sobre su trabajo y sus estudios. Ambas coincidimos que hubiera sido oportuno que el primer año de la carrera alguien nos hubiera mencionado que el arte está muy mal pagado. “Me hubieran advertido que iba a vivir de becas y de moneditas en la bolsa”.

Tenemos sobre evidencia de ello, Chrivan es draga y bailarina, yo soy crítica de arte. A mí es difícil que me paguen las letras, a ella es difícil que le paguen sus pestañas postizas. “O sea, bailo y organizo presentaciones. Pues qué te cuento, antes estaba en compañías y armaba cosas para institutos de cultura allá en el sur, pero es vivir al día. Eso sí, de lo mucho o poco que hago, nomás no le hago a los antros. Tanta chamba que es estar de fiesta y no pagan bien, da coraje. Te puedo decir que no hay ningún espacio nocturno que retribuya de manera justa y también te puedo decir que nadie jamás me ha ofrecido un contrato. Es hasta difícil volverse draga de planta”. Prosigo y le pregunto, sabiendo por intuición su respuesta, sobre el seguro social, las prestaciones, algunas formalidades que uno debería tener ante la ley. “Una vez hablé de eso con Gala[2], y pues es raro que eso pase, no conozco a nadie que haya podido establecer estos acuerdos”.

Nuestra charla hasta este instante había sido un conjunto de carcajadas y albures, nos reímos del ingenio en el lenguaje, a ver a quién le salían mejores los bufes. Empero, cuando una habla del varo, de lo difícil que es tenerlo, de lo complicado que es entrar y permanecer en espacios culturales siendo de las disidencias sexuales, de la poca responsabilidad que tienen los espacios recreativos nocturnos, pues los tonos de conversación cambian. Considero prudente, más que hablar de ‘la belleza drag’, comenzar a agenciar estos problemas que me ha contado Chrivan, pensar qué implicaría dejar de ver a la draga solamente como un gesto de lo artístico y  comenzar a reflexionarla (y actuar) como sujeto político.

“Mira, Juan Ki, el drag parece que es como un oasis, a lo lejos se ve fresco pero nomás te vas acercando y te vas dando cuenta del chorro de cochinadas. Por eso te digo, que lo mejor que podemos hacer como jotos es vengarnos, sacando el varo que nos toca, siendo los mejores que podamos en lo que hacemos y saber que algún día, eso que nos quitaron, será nuestro”, concluye Chrivan con una sonrisa para nada linda.

 

 


 

[1] La Party Project es un proyecto nacido por Chrivan el cual combina elementos de la fiesta junto con búsquedas artísticas. Suele haber música electrónica, danza y performance.

[2] Gala Beauty Queen es una drag queen famosa en León, lleva más de diez años realizando performance. No hay escenario en León que no haya pisado.

Juan Carlos Buenrostro García (Guanajuato, 1996). Licenciado en Ciencias del Arte y Gestión Cultural por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Actualmente es maestrante en el posgrado de Historia del Arte por parte de la Universidad Autónoma de México. Su trabajo está compuesto principalmente por crítica de arte, escritura creativa, ensayo político y cuento. En 2017 y 2018 obtuvo el premio nacional de crítica de arte UAA. Ha publicado en el British Council, La Jornada, Terremoto, La Domadora y Viceversa Magazine, entre otros. Ha ofertado talleres sobre apreciación artística, museología y crítica de arte. Asimismo, ha realizado labores curatoriales para la galería Jesús Gallardo por parte del Instituto Cultural de León. 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 128

 


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