‘Ensamble’ Amaranta: letras, gráfica y libertad 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

‘Ensamble’ Amaranta: letras, gráfica y libertad

Por Edgar A. Aguirre Vega   09/03/20

Forografías por Ruy Muñoz 

Amaranta Caballero Prado ama escribir y ama dibujar, no piensa en uno más que en el otro, prácticamente no existe uno sin el otro; “son como dos puertas para entrar a una misma habitación”.

Nacida en 1973 en Guanajuato capital, Amaranta creció en una familia donde vivió una infancia feliz. Ser la hija mayor la marcó; convertirse en protectora y un buen ejemplo para sus hermanos, forjó en ella una personalidad responsable, fuerte y combativa. Amaranta cuenta que desde temprana edad, ella y sus hermanos estuvieron cercanos a los libros y la escritura gracias a sus abuelos materno y paterno; aunque las dos figuras les compartieron su pasión por las letras, fue su abuelo materno, Alfonso Prado Soto (abogado y escritor), quien, debido a la cercanía geográfica, le brindó más enseñanzas que determinarían de manera orgánica su camino. “Nos trajo a nuestra realidad la idea de acercarse a las letras jugando. Se divertía diciéndonos cosas como: «¿saben qué es un palindroma?, ¿no?, pues es una frase que se lee igual de derecha a izquierda y de izquierda a derecha». Él nos enseñó una manera, un camino de niños para entrar a los recovecos literarios y nosotros lo hicimos con mucho gusto de su mano”.

A los 17 años se integró al taller literario Tertulia en su ciudad natal; la calidad de su escritura la llevó a ser seleccionada para realizar sus primeras publicaciones en la revista generada por el propio taller, no sin antes superar el proceso editorial correspondiente. Sus trabajos de poesía y prosa poética le dieron la visibilidad para ser invitada a otros espacios, como los encuentros literarios municipales y estatales; gracias a ello, formó parte de una antología de poetas jóvenes de Guanajuato publicada en la revista Blanco Móvil, a principios de los 90. Más tarde, su trabajo fue publicado también en la revista Tierra Adentro.

Siendo una lectora asidua y promisoria escritora, siempre motivada por la acción cotidiana y el goce propio, la literatura nunca figuró como una opción académica; la carrera de diseño, por su parte, sí lo fue, animada por una más de sus pasiones —el dibujo—, lo que representaba un reto mayor del que saldría muy bien librada, con herramientas que más tarde utilizaría para lograr ensamblar a la artista de hoy en día.

Amaranta concluyó su formación académica de nivel superior (estudió Diseño Gráfico como parte de la segunda generación de la sede Belén, División de Ingenierías y Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad de Guanajuato). Laboró en diversas instituciones dentro de su área profesional, haciendo ilustración y también involucrada en el mundo de las letras como correctora de estilo y editora. Esta fusión de disciplinas nunca estuvo determinada conscientemente, una cosa llevó a la otra hasta generar un proceso integral, como ella lo determina: interdisciplinario.

Años más tarde, decidió tomar suerte fuera del estado y lejos de todo lo que conocía. A los 27 años se mudó a Tijuana para realizar una maestría en el Colegio de la Frontera Norte gracias a una beca; una vez instalada recibió la mala noticia de que las becas no habían sido aprobadas, pero ella, sin saberlo, ya había sellado su larga estancia en aquella ciudad, al conseguir un empleo en el departamento de edición y publicaciones de dicho Colegio.

Aunque en un inicio, la frontera (y su problemática) representaba un tema de rechazo, en aquella ciudad encontró una dinámica que se adecuaba a su carácter, un contexto en donde las cosas se dicen de frente y sin problema, una oxigenación mental cotidiana; 17 años y un cúmulo enorme de experiencias bastaron para que Amaranta se autodenominara como una orgullosa e irremediable ‘tijuanajuatense’.

“Me di cuenta que esta ciudad (Tijuana) te enseña, como en cualquier otro lugar, un contexto en el cual hay que aprender cosas; yo creo que no podría decir en tres palabras mi experiencia de haber vivido en aquella región, cultura o manera de ver las cosas, porque sí es muy diferente. Digamos que fue una experiencia para también entender esos límites propios, para poder entender de qué está uno hecho y cómo sobrevives en circunstancias que te son totalmente desconocidas”.

La maestría llegó varios años después de lo planeado, una especialidad en Estudios Socioculturales. En su estancia en Tijuana, también fundó y fue editora del Colectivo Interdisciplinario La Línea (2002), donde además del lado literario, realizaban actividades y performances con el tema de género y feminismo; participó en el Festival de Poesía Latinoamericana LATINALE 2007 y 2016 con sede en Berlín; en las jornadas literarias Los límites del lenguaje 2012 con sede en Moscú; además de continuar colaborando para diversas publicaciones y creando obra propia.

La escritora y artista visual posee una invariable y persistente preocupación, por un lado, respecto a absorber el mayor conocimiento posible en el día a día; por el otro, y más que preocupación, se convierte en una ansiedad manifiesta por lo que debería estar haciendo ya con toda esa información. “Es que no he hecho nada”, se decía una adolescente de 15 años; y se repetía, años después y con toda la experiencia con la que ya contaba. Cercana a los 40, rondaban en su cabeza los incesantes cuestionamientos «¿cuánto tiempo seguirás así?, ¿cuándo comenzarás a dedicarte de lleno a tus proyectos creativos?, ¿cuándo harás algo?».

En 2010, Amaranta decidió ser independiente, y desde entonces ha dedicado su tiempo y esfuerzo a su carrera artística, agradeciendo infinitamente la satisfacción de hacer lo que quiere y lo que le gusta en el momento en que así lo siente. Entre sus publicaciones se encuentran:

Todas estas Puertas (Tierra Adentro, 2008), Libro del Aire (Ediciones de La Esquina, 2011), Escombros (Proyecto Líquido Miedo, Ed. Turner, 2013), Amarantismos (Ediciones de La Esquina, 2014), Newspaperbirds of March 2011 (E-pub, Centro de Cultura Digital, 2016 y Cinosargo ediciones 2019), Ojo Avizor (Universidad de Guanajuato, 2019) y Cólera morbus (Ediciones La Rana, 2019), por mencionar algunos.

Cuestiones familiares la hicieron volver a Guanajuato en 2017 la decisión no fue fácil pero su
construcción personal le proporcionó la convicción que necesitaba para hacerlo. Su renovada
perspectiva le hizo poner de lado el contexto conservador del que tanto había huido, dando paso a una visión más objetiva y pragmá tica sobre su entorno y lo que en él se encontrara, con el objetivo de aportar a este lugar (que tantos privilegios culturales le dio) a través de su experiencia.

Ha mantenido una actividad literaria constante: lec- turas, presentaciones editoriales y trabajos colaborativos con artistas foráneos, quienes, generosamente y como ella, han ofrecido su trabajo sólo por amor al arte. Su estancia le ha permitido además validar su trabajo y trayectoria al participar con diversas instituciones como jurado en seminarios y concursos de letras, como por ejemplo su participación en la Fenal 2019 y como jurado en los Premios de Literatura de León 2020.

La compleja naturaleza, especialmente las aves, han sido recurrentes en su trabajo artístico, por conceptos como libertad, migración, color, lo efímero, la música, cualidades encontradas en tal objeto simbólico. Pájaros humanos (2018) es una serie de dibujos que atienden a un homenaje a Romualdo García y Hermenegildo Bustos, integrando la figura nostálgica y melancólica de dichos autores con la visión contemporánea, y transformadora de la creadora. Mil pájaros mil. Tesis autodoctoral (2012-), por su parte, nació de una fallida posibilidad de regreso a la formación académica, una mala noticia convertida en oportunidad.

Esa coyuntura fue un giro de 180 grados en su vida, un formal ‘autodoctorado’ (o una ironía lúdica, como ella lo llama) que actualmente es uno de los proyectos interdisciplinarios más importantes en su haber con casi ocho años de vida. Un trabajo que le permite convivir como poeta y dibujante, además de ubicarla ya como una figura de referencia sobre una participación en el mundo; libre, digna y responsable. 

“Una sabe que está participando en una sociedad donde vas a apoyar a las colegas y a los colegas, y donde vamos a luchar juntos con esa libertad que nos da la creatividad, por ejemplo: ser mejores ciudadanos. Me interesa mucho subrayar que somos artistas, somos ciudadanos, participamos en un contexto, y tenemos responsabilidades; entonces cada quien sabrá su trinchera y disciplina, pero la responsabilidad es la misma. No por ser artistas estamos al margen, hay que trabajar juntos para diseñar algo mejor, en la medida de lo posible”.

Amaranta se considera una mujer afortunada de ser, estar y hacer. Su trabajo interactúa con el público de maneras sencillas, pero con un gran impacto. La responsabilidad de contribuir, con poco o mucho, es inherente a cada una de sus acciones (como persona y como artista); es consciente de sus limitantes, pero lo es aún más de sus virtudes, sus creencias y posibilidades, porque es su dignidad como ser humano y su sentido común lo que le determina levantar la voz ante las injusticias y por la igualdad, porque “... todos somos seres humanos, –como mi abuelo nos enseñó: palindrómicamente–, es igual de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, somos seres”. 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 115: http://bit.ly/Alternativas115


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