Ellas tras la cámara 

León, Guanajuato

Cine y Escénicas

Ellas tras la cámara

Por Diego Enríquez Macías   06/03/20

Aparentemente lejos de los tiempos de trabajos considerados tajantemente para hombres o para mujeres, la presencia de las realizadoras en el cine sigue aún muy en segundo plano; pero todavía más allá, están las mujeres detrás de las letras especializadas en crítica cinematográfica.

La escritura de la historia del cine, en su hollywoodcentrismo o con la mirada fija en las posturas cinematográficas occidentales,ha olvidado el poder de las narrativas fuera de tales esferas. Asimismo, desde sus inicios ha sido una industria, como cualquier otra, dominada en su mayoría por hombres.

En su libro Misterios de la sala oscura, la crítica de cine Fernanda Solórzano entreteje de manera natural los movimientos sociales que a su vez son resultado de aquellas narrativas analizadas a través de valiosísimos ensayos que tienen como detonante piezas fundamentales de la cinematografía moderna.

En uno de dichos ensayos hace una referencia al artículo de Pauline Kael para la revista The New Yorker, quien en 1972 hizo una aguda crítica sobre El último tango en París, del controvertido Bernardo Bertolucci. La autora rompe con el movimiento que buscaba derrocar a la explícita y censurada película mostrándola como un nuevo bastión en la lucha feminista, con la fuerza narrativa del cine para denunciar los miedos y tabúes que perpetúan la opresión. Citando su texto:

Produce miedo lo que representa una amenaza a nuestra existencia o cuestiona nuestra idea preconcebida de la realidad. El último tango en París, en muchos sentidos, hacía añicos cualquier esquema previo del rol o la identidad sexual. (Solórzano, 2017).

Y son precisamente esos miedos lo que alentaron no sólo a las nuevas visiones cinematográficas, sino a los grandes cambios que han configurado nuestra sociedad contemporánea y la manera en que consumimos las narrativas.

La década de los 70 trajo consigo explosiones sociales y movimientos que derivaron en las revoluciones sexuales que dieron forma al entonces futuro que hoy habitamos. En Europa, el cine experimentaba con la narrativa, descomponía y transgredía los cánones que dictaban cómo una película debía ser filmada y montada; aunque ya desde la década de los 50, la Nueva Ola Francesa dejó de mostrar personajes femeninos como meros accesorios satélites de los personajes masculinos en sus historias. Y cualquiera diría que detrás de las cámaras estuvieron Jean Luc Godard, François Truffaut, Claude Chabrol. Nuevamente, todos hombres.

Pero años antes de la aparición de las obras de los demás autores, está la aparición secundaria en las líneas de los textos sobre la historia del cine, un nombre femenino que llevó su arte cinematográfico a posturas vanguardistas no sólo estética o narrativamente, sino y sobre todo, feministas. Sobre ella y su primer cortometraje se fundamentaron las bases del movimiento fílmico: Agnès Varda. Una visión cinematográfica fresca, carente de miedos, libre y abierta a la experimentación.

En 1961 dirige una de sus más reconocidas obras: Cleo de 5 a 7, girando en torno a un personaje dotado de una abrumadora superficialidad femenina, una cantante de popularidad creciente de la chanson française que descubre su valor a través del miedo a la muerte. De rehusarse a morir como aquella mujer superficial cuya voz suena un verano en los tocadiscos de bares y cafés sólo mientras está de moda, esperando a dar paso a otra cantante superficial y su nuevo éxito efímero. De romper contra aquella nueva canción que supondría su nuevo éxito, en que la letra la deja presa de su soledad, no aquella de la vida consigo misma, sino aquella de la ausencia de un hombre.

Agnès traza su camino en la cinematografía con una brújula moral y política de liberación, contestataria y abiertamente feminista, recordándose a sí misma en aquel año 67 en Oakland, cuando era una pequeña francesa con una cámara de 16 mm filmando un documental sobre los Black Panthers y su movimiento, para después gritar sobre la libertad de elegir sobre los derechos sexuales y sobre la decisión femenina sobre el cuerpo propio. Muchos años después, Varda, ahora frente a la cámara, recorre sus propios pasos en pos de dejar un testimonio sobre la fuerza de su narrativa, haciendo una especial reverencia al poder liberador y contestatario de la visión femenina en la cinematogra- fía, dejando una especie de testamento al mundo en su documental de 2019: Varda por Agnès; mismo año en que la gran directora muere a causa de aquel cáncer que tanto temiera Cleo. •

REFERENCIAS

Fernanda Solórzano. (2017). Misterios de la sala oscura. Ensayos sobre el cine y su tiempo.
México: Penguin Random House.

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 115: http://bit.ly/Alternativas115


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