De Julio Verne al siglo 21: Narración de lo posible 

León, Guanajuato

Literatura

De Julio Verne al siglo 21: Narración de lo posible

Por Luis Fernando Alcántar Romero   10/01/20

Vivimos en alguno de los futuros que surgieron de la imaginación de un autor literario. O al menos esta versión del tiempo que vivimos es una aleación hecha de fragmentos ficticios.

Jonathan Swift dijo en su obra Los Viajes de Gulliver (publicada en 1735) que Marte tenía dos lunas, su base fueron los planteamientos de Johannes Kepler de principios del siglo diecisiete; 150 años más tarde se dio el descubrimiento de los satélites Fobos y Deimos.

Al hablar de ciencia ficción, se habla de una narratología de las posibilidades. Mundos sombríos, ficción con aliento científico y poesía especulativa. En la literatura, esta corriente refiere al cambio que puede encontrar la humanidad; ya sea a partir de la ciencia, eventos naturales o situaciones tecnológicas.

Desde los terrenos literarios, la ciencia ficción se alimenta principalmente de ideas y filosofía. Nos basta con un ejemplo clásico, los clásicos siempre son un buen puerto: Frankenstein de Mary Shelley, donde la autora pone en relieve la soberbia humana que suele ir más allá de la ética y la moral en pos de un progreso o de satisfacer el afán egoísta de la especie.

Julio Verne, un autor que siempre capturará la imaginación de los lectores, tuvo la capacidad de crear mundos que perfilaron una tecnología que no existía en el siglo diecinueve, por ejemplo: el submarino eléctrico, el helicóptero, los hologramas, los noticiarios —como alternativa a los periódicos— o las videoconferencias.

El listado anterior incluye cosas que ya no nos resultan sorprendentes, pero definitivamente representan pasos tecnológicos gigantescos andado el tiempo que va del siglo en el que nació Verne hacia el veinte y hasta nuestra era.

Si hablamos de la proyección de futuros en los que se examina la relación entre ser humano y tecnología —otra característica importante—, hacia la mitad del siglo veinte, llegamos a hablar del gran iconoclasta e impulsor de paraísos artificiales, James Graham (J.G.) Ballard (1930-2009).

Ballard descubrió las limitaciones y potencias de la ciencia ficción como género, a través de revistas como Astounding Science Fiction, Fantasy & Science Fiction y Galaxy, que luego describió como "suficientemente dotada para convertirse en la literatura del futuro". 

Pero J.G. posó su interés literario en explorar los avances del futuro inmediato en el planeta extraño que habitamos. Una literatura que abordó el espacio interior y que sin duda, desarrolló los picos más abstractos y arriesgados que esta ficción había alcanzado, y que Verne ya había vislumbrado.

En cierto modo, la ciencia ficción del siglo veintiuno se ha convertido en un asunto metarreferencial que ha desembocado en distintas ramas que exploran los autores de formas muy distintas y desde esa perspectiva, resulta difícil seguirle el paso en el siglo veintiuno.

Empero, si se puede detectar a la prospectiva, los viajes hacia el pasado y la creación de sociedades ficticias indeseables en sí mismas (distopía) como troncos comunes que pueden ubicar a los lectores.

Es posible conectar la tradición en la ciencia ficción con algunas de las obras más destacadas que ha entregado el género, valioso por sí mismo: como La carretera de Cormac McCarthy, La historia de tu vida (antología) de Ted Chiang, Ready Player One de Ernest Cline, en donde rigor literario, capacidad imaginativa desbordante y una sensibilidad grandiosa se funden de manera prodigiosa.
 

Dejaría muchos nombres que merecerían ser al menos mencionados, soltaré unos cuántos. Por ejemplo, historias que contienen profundidad literaria y una vigorosa sensibilidad feminista como las de Ursula K. Le Guin, quien aportó así frescura a esta corriente.

Los inigualables destellos líricos de Bradbury o los relatos sobre autoritarismo, control y poder de K. Dick, estos grandes autores que han llevado a vuelos altos a la ciencia ficción, generan esa impresión de haber escrito sus narraciones apenas hace unos minutos, pero que aún así poseen el sabor del futuro (lo eterno) que entronca con el eco del presente.

Luis Fernando Alcántar Romero (1987). Periodista y escritor. Colabora en Avenida Digital 3.0, es coautor de Cuentos para romper espejos (Ediciones Periféricas, 2019) y su trabajo se ha publicado en distintos medios.

Twitter: @surrealboy

Instagram: @luis_surrealb

 


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