Japón: ¿El país más limpio del mundo?

Cuando hablamos de países o lugares preocupados por el medio ambiente viene a mi mente una gran lista de sitios, pero es sin duda Japón quien la encabeza, pues actualmente es un referente mundial en materia de políticas de reciclaje y ecología, aunque no siempre fue así, en los años 70 era uno de los países más contaminados; entonces ¿cómo lograron este cambio?

Japón es una de las economías más industrializadas de Asia y con mayor cantidad de medidas adoptadas para mitigar los efectos del cambio climático, principalmente en relación a la contaminación del aire. Tokio pasó de ser una de las ciudades más contaminadas durante la década de los 60, a ser una de las metrópolis más respirables en la actualidad. Gran parte de este cambio se debe a que los japoneses tienen una fuerte convicción del cuidado de la naturaleza.

Los nipones y sus instituciones no son novatos en tomar acciones por el clima, ya que la contaminación surgida de la posguerra se agudizó en los sesenta debido a la rápida industrialización que generaba altos ingresos y una abrumadora condición de polución, además del conocido fenómeno de la lluvia ácida en gran parte del país. A finales de esta década, el gobierno decidió poner fin a esta problemática con la aprobación de la Ley Básica de Control de la Polución Ambiental, promulgada en 1968, la cual sería la base para otras normativas subsecuentes en este tema. Aunque se sabía que el logro de resultados sería lento, había que comenzar en algún momento.

En 1973 las alertas de densidad de óxido alcanzaron su pico más alto con 328 partículas por millón, pero a partir de 1986 los niveles disminuyeron a 85, siendo significativas las reducciones logradas en Tokio y Osaka.

Su acción más inmediata fue la regulación de todos los elementos que generaban contaminación ambiental y concentraban polución, desde fábricas hasta autos particulares. Para ello, fue necesaria la creación de indicadores de medición que permitieron recoger información sobre los principales agentes contaminantes, pero también los lugares donde se emitían las mayores concentraciones de emisiones de carbono.

El Ministerio de Medio Ambiente japonés gestionó un acuerdo entre los gobiernos locales, grupos de la sociedad civil y el sector privado, con el fin de llevar a cabo las siguientes acciones:

• Establecer controles alternativos a las actuales mediciones.

• Adaptar medidas de control en atención de las condiciones locales.

• Promocionar el desarrollo de tecnología que permita prevenir la contaminación.

• Reubicación de las fábricas y originar instancias de acuerdo con residentes locales para prevenir protestas.

Estas medidas lograron que las ciudades japonesas fueran consideradas, hoy en día, entre las menos contaminadas del mundo; pero Japón no se conformaría y en 2008 implementó el Plan Maestro Ambiental Metropolitano de Tokio, metrópoli que se propuso ser la ciudad con la carga ambiental más baja del mundo, teniendo como prioridad encontrar la mejor forma de reutilizar y reciclar los residuos; con base en esta idea se construyó la isla de basura Wasteland.

Seguramente, al igual que yo, al escuchar sobre este lugar te imaginaste una acumulación de plásticos y desechos flotando en el mar, contaminando todo, pero después recordé los eternos problemas de espacio que tiene la ciudad de Tokyo (después de todo no debe ser fácil tener a más de 13 millones de personas en una superficie de 621.3 km²). El Gobierno japonés buscó la forma de reutilizar y reciclar la basura y creó una isla con residuos reciclados. De esta forma tienen una isla ecológica y solucionan el problema de espacio.

Wasteland alberga un centro de tratamiento e incineración de residuos de los 23 distritos de Tokio, que se están ampliando para convertirlos en una zona verde. Los planes apuntan a convertir a esta isla en una zona de mil hectáreas con baños, una terminal para contenedores de transporte marítimo, un espacio verde con instalaciones de ocio y un parque con una colina con vista a la zona ribereña de la ciudad.

Esta idea no es nueva, pero el nivel de previsión y cuidado que ha tenido Japón durante todo el proceso es admirable, puesto que mientras acumulan basura para construir la isla, ejercen un estricto control de los subproductos, mantienen al mínimo el escape de gases y aplican las mejores técnicas disponibles para reducir la emisión de dioxinas.

La parte que está más avanzada de la isla hasta el momento se llama Umi no Mori (bosque del mar). 

"Se creó para convertir algo negativo, la basura que genera la gente a diario, en algo positivo. Dará a luz a un área de árboles que se plantarán y cuidarán los ciudadanos, convirtiéndose en un bosque maravilloso", menciona su creador, el reconocido arquitecto japonés Tadao Andô. La finalización del proyecto se estima en el año 2038.

Mientras tanto, en el resto del país surgen diversas iniciativas orientadas a producir cada vez menos basura y a reciclar y reutilizar todo lo que se pueda. La ciudad de Kamuikatsu tienen como objetivo dejar de producir desperdicios para 2020 y no sería una rareza que lo consiguieran.

En la actualidad, los nipones se sienten responsables de su entorno, fomentan la utilización de taxis híbridos y dividen toda su basura en función de contribuir al reciclaje. Asimismo, la inversión en tecnologías para el control de la contaminación ha logrado que hoy se presente como una de las industrias más importantes en la economía japonesa, lo que les permite avanzar en la descontaminación sin arriesgar el crecimiento económico.

Referencia

Políticas públicas Asia Pacífico. (2018). Japón y las acciones para superar los críticos índices de contaminación atmosférica. noviembre 2019, de Biblioteca del Congreso Nacional de Chile Sitio web: https://www.bcn.cl/observatorio/asiapacifico/noticias/japon-acciones-superar-indices-criticos-polucion

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativa 112: http://bit.ly/RCAlternativas112