Agua la boca - José Lezama tiene el placer de invitarle una cena cubana 

León, Guanajuato

Literatura

Agua la boca - José Lezama tiene el placer de invitarle una cena cubana

Por María Luisa Vargas San José   28/06/19

 

José Lezama Lima nació en la alegre y cadenciosa Cuba un buen 19 de diciembre de 1910, cuando apenas comenzaba el siglo que lo cambiaría todo. Poeta, ensayista y novelista, vivió prácticamente toda su vida en el amplio y arbolado Paseo del Prado, eje de La Habana que recibe y despide a medio mundo desde hace siglos.

Poeta de sorprendente cromatismo verbal, llena de colores su prosa alucinante en Paradiso. La obra total, pues según él mismo decía, en ella había escrito todo lo que podía escribir. No por nada se tardó 17 años en terminarla. Sin lugar a dudas esta fue la novela que consagró a Lezama Lima dentro de las letras hispanoamericanas.

Es en Paradiso (1966),  donde José Lezama refleja la tradición y esencia de lo cubano, pintando gran cantidad de imágenes sensibles que, por encima de la trama de los personajes, protagonizan la obra: un mundo de sensaciones, recuerdos y lecturas familiares que dibujan, con gran capacidad evocadora, el mundo cubano en la cosmovisión del novelista.

Ahora bien, mientras hablamos del autor, y antes de que se enfríe la sopa, vayamos haciendo honores a esta cena a la que hemos sido convidados por doña Augusta:

 (PARADISO, LA CENA DE DOÑA AUGUSTA. CAPÍTULO VII) 

Primer Tiempo, la sopa

“Los dos hijos de Leticia y los tres de Rialta se alegraban en una mesa más pequeña, con un mantel muy coloreado, mostrando una juvenil impacienta por la llegada de la menestra dotada de un humo aromoso que comenzaba a chirriar en la alfombrilla de la lengua.

Doña Augusta destapó la sopera donde humeaba una cuajada sopa de plátanos. -Los he querido rejuvenecer a todos, dijo- transportándolos a su primera niñez y para eso Ie he añadido a la sopa un poco de tapioca. Se sentirán niños y comenzarán a elogiarla como si la descubrieran por primera vez. He puesto a sobrenadar unas rositas de maíz, pues hay tantas cosas que nos gustaron de niños y que sin embargo no volveremos a disfrutar”. 

En Paradiso confluye toda su trayectoria poética de carácter barroco, simbólico e iniciático. El protagonista, José Cemí, remite de inmediato al autor en su devenir externo e interno camino de su conversión en poeta. Lo cubano, con sus deformaciones verbales, desempeña un papel fundamental en esta obra, homenaje a su madre, Rosa Lima, muerta dos años antes. 

 El personaje de José Cemí, asmático y poeta, es el alter ego del escritor que, tanto en esta novela como en su inconclusa continuación Oppiano Licario, aparecida póstumamente en 1977, trabaja la propia biografía y la de su familia, removiendo sus entrañas con la dulce mano de la poesía perfeccionada, iluminando las vidas de José, Augusta, Rialta, Oppiano…

Construyendo como diría Octavio Paz: “un edificio verbal de riqueza increíble; un mundo de arquitecturas en continua metamorfosis y también un mundo de signos -rumores que se configuran en significaciones, archipiélagos del sentido, que se hace y se deshace- el mundo lento del vértigo que gira en torno a ese punto intocable que está ante la creación y la destrucción del lenguaje, ese punto que es el corazón, el núcleo del idioma…” Octavio Paz, abril 1967. 

Segundo Tiempo, el soufflé de Mariscos y una ensalada

“Hizo su entrada el segundo plato en un pulverizado soufflé de mariscos, ornado en la superficie por una cuadrilla de langostinos, dispuestos en coro, unidos por parejas, distribuyendo sus pinzas el humo brotante de la masa apretada como un coral blanco… Formaba parte también del soufflé, el pescado llamado emperador, que doña Augusta empleaba en el cansancio del pargo, cuya masa se habría extraído primero por círculos y después por hebras; langostas que mostraban el asombro cárdeno con que sus carapachos habían recibido la Interrogación de la Linterna al quemarles los ojos saltones. Después de ese plato de tan lograda apariencia de colores abiertos, semejante a un flamígero muy cerca ya de un barroco, permaneciendo gótico por el horneo de la masa y por las alegorías esbozadas por el langostino, doña Augusta quiso que el ritmo de la comida se remansase con una ensalada de remolacha que recibía el espatulazo amarillo de la mayonesa, cruzada con espárragos de Lubeck”.

Lezama Lima, como el protagonista de su novela, fue un hombre de pensamiento más que de acción, un niño marcado por el sobrepeso y por el asma, por una sensibilidad más allá de lo normal y por una figura materna que desde la infancia despertó en él la fascinación por lo mitológico y por el pasado. Como para Marcel Proust, las figuras de la madre y de la abuela son para Lezama-José Cemí dos pilares fundamentales sobre los que se edifica su vida y que son fuente de sabiduría y de seguridad.

Muchos poetas y narradores admiten la influencia significativa que la propuesta de Lezama ha tenido en su obra, se ha postulado la teoría sobre el neobarroco a partir del barroco lezamiano. 

Conocedor profundo de Góngora, Platón, los poetas órficos y los filósofos gnósticos, Lezama compendió su vida en el amor a los libros. Su obra culterana está saturada de claves, enigmas, alusiones, parábolas y alegorías que aluden a una realidad secreta, íntima y, al mismo tiempo, ambigua. Desarrolló una erótica de la escritura, anticipándose, de esta manera, a las corrientes europeas de la estilística estructuralista. Sus ensayos son imaginativos, poéticos, abiertos y constituyen una recreación de textos y visiones.

            Tercer Tiempo. Un gran pavo relleno.

“EI friecito de noviembre, cortado por rafagazos norteños que hacían sonar la copa de los álamos del Prado, justificaba la llegada del pavón sobredorado, suavizadas por la mantequilla las asperezas de sus extremidades, pero con una pechuga capaz de ceñir todo el apetito de la familia y guardarlo abrigado como en una arca de la alianza. Los mayores solo probaron algunas lascas del pavo vinoso y almendrado, pero no perdonaron el relleno que estaba elaborado con unas almendras que se deshacían y con unas ciruelas que parecían crecer de nuevo, con la provocada segregación del paladar. Los garzones, un poco huidizos aun al refinamiento del soufflé, crecieron su gula habladora en torno al almohadón de la pechuga, donde comenzaron a lanzarse tan pronto el pavón dio un corto vuelo de la mesa de los mayores a la mesita de los niños, que cuanto más comían, más rápidamente querían ver al pavón todo plumado, con su pachorra en el corralón”. 

Su vida literaria se vio perjudicada por el agravamiento de su asma crónica y los problemas causados por la obesidad, esta situación lo llevó a pasar largos meses en el hospital, hasta que murió el 9 de agosto de 1976.

Decía el amigo del poeta, Arlos Spottorno, en un artículo publicado el 21 de agosto de 1976, a raíz de su muerte: “Lezama creó lo único que al hombre le es dado crear: Lenguaje. Y en eso participó del Verbo Divino. Su obra no dice como jamás se ha dicho, su obra dice mucho que jamás se había dicho. Y para ello ha necesitado de un lenguaje nuevo, arraigado, sin embargo a las raíces más clásicas”.

El postre y la fruta

“AI final de la comida, doña Augusta quiso mostrar una travesura en el postre. Presentó en las copas de champagne la más deliciosa crema helada. Después que la familia mostró su más rendido acatamiento al postre sorpresivo, doña Augusta regaló la receta: Son las cosas sencillas -dijo-, que podemos hacer en la cocina cubana, la repostería más fácil, y que en seguida el paladar declara incomparables. Un coco rallado en conserva, más otra conserva de piña rallada, unidas a la mitad de otra lata de leche condensada, y llega entonces el hada, es decir, la viejita Marie Brizard, para rociar con su anisete la crema olorosa. AI refrigerador, se sirve cuando está bien fría. Luego la vamos saboreando, recibiendo los elogios de los otros comensales que piden con insistencia el bis, como cuando oímos alguna pavana de Lully.

 

AI mismo tiempo que se servía el postre, doña Augusta Ie indicó a Baldovina que trajese el frutero donde mezclaban sus colores las manzanas, peras, mandarinas y uvas. Sobre el pie de cristal el plato con los bordes curvos, donde los colores de las frutas se mostraban por variados listones entrelazados, con predominio del violado y el mandarina disminuidos por la refracción. EI frutero se había colocado al  centro de la mesa, sobre una de las manchas de remolacha. Alberto cogió uno de los langostinos, lo verticalizó como si fuese a subir por el pie de cristal, hasta hundir sus pinzas en la pulpa más rendida. EI frutero, como un árbol marino al recibir el rasponazo de un pez, chisporroteó en una cascada de colores”. 

La publicación de Paradiso despertó al mundo de las letras, obtuvo un sinfín de críticas diversas, efusivos reconocimientos de sus pares latinoamericanos como Julio Cortázar, Octavio Paz y Carlos Monsiváis, que contrastaban con la dura crítica oficial, que, a excepción de Carpentier y Vitier, calificaron el texto de pornográfico, hermético y morboso, especialmente por sus pasajes homoeróticos.

Muy a pesar de los pesares de las buenas conciencias, y más de cincuenta años después de su primera publicación, Paradiso sigue siendo una novela que revoluciona las letras y el lenguaje como ninguna antes, rompiendo con los cánones de la literatura tradicional.

 

El café y los puros. La noche

“Después café, después los puros, con esas luciérnagas salieron de nuevo al frío del portal, desde donde se divisaban las olas que venían en anchurosos toneletes sobre el Malecón, rompían sus aros, lanzaban sus mantas que querían clavarse en las estrellas amoratadas y después avergonzados se deshilachaban en sucesivas capitulaciones sobre los troncos rocosos”.

 

En 2001, Paradiso fue incluida en la lista de las cien mejores novelas en español del siglo XX del periódico español El Mundo.

 

BIBLIOGRAFÍA

Arlos Spottorno. Roma, 21 de agosto 1976. Este artículo apareció en la edición impresa del sábado 21 de agosto de 1976 El País. https://elpais.com/diario/1976/08/21/cultura/209426409_850215.html

• Reproducido de Paradiso (Capítulo VII). 48 ed. México: Ediciones Era, 1976, pp. 193-199.

Receta publicada por Graciela Martínez en https://cookpad.com/mx/recetas/117905-souffle-de-pescado-y-mariscos consultado el 8 de mayo 2019.

 

*Esta nota forma parte de la Revista Cultural Alternativas 106, para conocer el contenido completo de esta edición, te invitamos a dar clic aquí.


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