FOREST

Primera vuelta. En los audífonos suena una voz rasposa, un español gime una letra melancólica. Apuro mis piernas que no saben seguir el compás de los otros corredores. Las hojas secas lloran bajo mis tenis que poco a poco toman un color grisáceo. Tomo aire. Subo el volumen y me acomodo los lentes de sol. Hay que correr; hay que seguir corriendo: Uno, dos, tres kilómetros… Pista finita para dejar atrás todo el pasado. Delante de mí, una señora camina con los brazos extendidos y las palmas mirando al cielo. Me detengo junto a ella, me quito un auricular, la escucho: Reza; reza a mitad de una pista de locos que se persiguen sin darse cuenta. Invoca al suicida. Voy detrás de ella, quiero que me libere; que la Santa de pelo blanco escupa la Extremaunción.

Forest. Debo comer polvo, corretear a las hormigas.

Segunda vuelta. Suspiro. Maldigo esta necesidad de correr para que me encuentre el sueño. A ratos me detengo para tomar agua. Sentir el estómago como un océano hace que navegue mientras los otros corren. Una mujer enferma persigue al alivio de sus pulmones. Dos ancianos mueven sus piernas en cámara lenta. En la pista contigua, un muchacho flaco juega a ser torero. Su padre orgulloso lo arremete mientras mueve el capote: Olé, gritamos sin dientes. Olé, que la sangre se pudra en el hocico de un par de asesinos.

Tercera vuelta. Los rayos del sol son látigos que golpean la espalda. La piel comienza a hervir. El sudor en mi frente busca el cauce. Me encuentro con otro corredor que perdió sus tenis. Rompo mis lentes. Mis ojos encendidos reconocen el miedo: AHORA SOY EL TORO.

Meta. Me arrastro. Mi piel escamosa comienza a desprenderse. Sólo faltan 400 metros. Me preparo. Deshago la venda de mi rodilla y me la coloco en la frente. “Aquí termina la pista” dice el letrero que había ignorado.

A la salida, una puerta giratoria me confunde. No puedo entrar en ella.   Todavía me duele.

Primera vuelta…

Montserrath Campos Sánchez: Estudió la licenciatura en Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato. Publicó el poemario Duermevela (Editorial La Rana, 2011) y el libro de cuentos ¿Quién es Paola Vargas? (Ficticia, 2016). Su poesía ha sido antologizada en Poesía en rojo (Centro de Estudios de la Cultura Mixteca, 2015), en Diez poetas de Guanajuato (1982-1996) (Revista Punto de Partida, UNAM. Núm. 209), así como en Las Avenidas del Cielo (Universidad Autónoma de Aguascalientes 2018).

Esta nota pertenece a la Revista Alternativas 104, da clic aquí para leer la revista completa.