Luis Long, el arquitecto del Bajío

“El viaje a la eternidad es largo, pero está lleno de tiempo para realizarlo”, reflexionaba Luis Long sobre lo que es el paso por la vida y su final. A 91 años de su fallecimiento, pero presente aún en las calles de la ciudad, le recordamos el día de hoy como uno de los artistas arquitectónicos más importantes de León

Entre las criptas y epitafios del panteón San Nicolás, se encuentra un sencillo sepulcro que brinda descanso perpetuo, desde el 09 de abril de 1927, a una de las figuras artísticas más importantes de León: el relojero Cecil Luis Long.

Nacido en Londres, Inglaterra en octubre de 1854, eligió la ciudad esmeralda como su hogar a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Conquistado por la fuerte actividad cultural y las manifestaciones artísticas de gran calidad que aquí se gestaban en ese entonces, se instaló en 1877 para explotar su creatividad y don arquitectónico.

Comenzó por dar a conocer su trabajo abriendo una joyería en el Portal de Soto, ahora Portal Bravo. Pero siendo la relojería sólo la simiente de su formación, sintió la necesidad de estudiar arquitectura para dar forma al producto de su imaginación y capacidad creativa. Es así como sintetiza ambas disciplinas para generar un estilo que atiende a la belleza y la eficacia de la construcción.

En 1885 el entonces obispo de la ciudad y amigo íntimo del artista, Tomás Barón, le encomienda la colocación de uno de los relojes de catedral, tarea que inaugura su relevante aportación a la arquitectura de la ciudad. Pero su quehacer en este importante templo no se detuvo ahí. Fue el encargado de resolver la paradoja que en ese momento opacaba el recinto sacro dedicado a la Virgen de la Luz, que era un lugar oscuro, casi sombrío, en el que la ausencia de luz no permitía mostrar la belleza de las figuras e imágenes que adornaban los altares. Con un trabajo de remodelación a las cúpulas, torres y estructura, llenó la catedral leonesa de iluminación natural y esplendor con la colocación de vitrales y dos capillas laterales, aparte de brindarle mayor estabilidad y fuerza.

Sin embargo, no fue esta su aportación más importante, en calidad de utilidad para el municipio. En 1888 una catastrófica inundación azotó nuestra ciudad y Luis Long se encargó de realizar modificaciones en la estructura que rodeaba al Río de los Gómez para evitar desbordes. De la misma forma,  creó un puente de fuertes cimientos que regularía el paso del agua y aseguraría la conexión entre los extremos del río.

La eficacia y calidad de sus obras le hizo merecedor del título de Súper Intendente de Obras, cargo que desarrolló por 6 años, durante los cuales diseñó importantes edificios como el Palacio de los Poderes del Estado, la Escuela Modelo y la remodelación de uno de los sectores de la Plaza Principal. La variedad de estilos y diferente disposición del espacio que dominaba perfectamente rompió con la monotonía de la arquitectura popular.

Sus construcciones se caracterizan por la unidad lograda entre las eficaces estructuras y la detallada ornamentación que todas comparten. Así como los toques de diferentes influencias artísticas que dotaban a sus creaciones de una bella multiculturalidad y originalidad.

Vivió sus últimas tres décadas en la casa que diseñó de acuerdo a sus necesidades: espaciosa, iluminada y con una torre que funcionaba como taller y estudio. En esta, colocó el observatorio que le permitió presenciar el cometa Halley en 1910. En su testamento, cedió su casa al H. Ayuntamiento de León y actualmente este inmueble alberga la Escuela de Música de León y el espíritu de un genio creativo que permanece eterno en sus muros y cada uno de los detalles que le caracterizan, como todos los edificios creados por el relojero.