“Todo es poesía, menos la poesía”, adiós a Parra

Hombre pacífico, dedicado a la poesía, las matemáticas y la física, contrario a todo orden establecido, creador del exacto reverso del canon nerudiano, Nicanor Parra regresó al Olimpo después de haber transitado 103 años por esta tierra donde habita el hombre imaginario, a la orilla de un río imaginario. El antipoeta que enfrentó la falsa solemnidad con irreverencia y humor, descansa en la localidad chilena de Las Cruces.

Con 23 días de haber arrancado el 2018, el mundo despide al poeta-antipoeta Nicanor Parra, quien falleció este martes a la edad de 103 años. Hermano de Violeta Parra y de cuatro folcloristas, creció en una familia donde la música y las letras conformaban los pilares de su hogar. De curiosidad insaciable, Nicanor estudió física y matemáticas, saltando siempre entre disciplinas que parecían opuestas, demostrando lo contrario.

A Parra se le atribuye haber renovado la poesía hispanoamericana de Siglo XX, pero quizá su mayor logro fue instalar esta figura del antipoeta, un individuo común y corriente que habla en el lenguaje de todos los días, como lo indicó en su Manifiesto: “Que el poeta no es un alquimista. El poeta es un hombre como todos. Un albañil que construye su muro: Un constructor de puertas y ventanas”.

De la poesía de la claridad de Lorca al vanguardismo histórico de Huidobro, aterrizando en una poesía realista, crítica y cuestionadora en la que se filtra un dejo de surrealismo “pero sin el inconsciente”, como lo señaló en algún momento el crítico estadounidense Fredric Jameson, Parra dedicó gran parte de su vida  a jugar con los números, la ciencia, las palabras y demostró que “Todo es poesía, menos la poesía”.