Bioconstrucción: oasis verde entre cemento

Entre calles a medio pavimentar, bloques enormes de cemento y terrenos baldíos cubiertos de basura, en la colonia Ciudad Satélite vive un joven que se dio a la tarea de construir un bio-departamento. Jakson asegura que no se necesitan grandes cantidades de dinero ni extensos conocimientos para construir un espacio propio. Esta es la historia de uno de los pocos espacios de ‘bioconstrucción’ en la ciudad. 

Sin ser arquitecto, ingeniero o maestro albañil, Miguel García, mejor conocido como “Jakson”, egresado de Antropología de la UG, emprendió esta aventura en julio del 2016, después de conocer al colectivo Hombres de Maíz.

Con la ayuda de un amigo, se encuentra punto de terminar un biodepartamento edificado casi en su totalidad con materiales de reúso: palets, bloques de paja, botellas de vidrio y otros productos o residuos naturales. 

Hace poco más de un año los padres de Jakson se dieron a la tarea de presupuestar un segundo piso en la azotea de su casa. El costo por un cuarto de 4x4 era de aproximadamente 16 mil pesos. Al escuchar esto Jakson propuso que le dieran el dinero y él se encargaría de la construcción ¿cómo? utilizando materiales de reúso y la imaginación. Hoy en día puede observar el fruto de su trabajo: un biodepa, casi listo para ser habitado: amplio, con un pasillo, baño, chimenea y una terraza que permite disfrutar de una impresionante vista panorámica.

Jakson asegura que cualquier persona puede aprender sobre construcción natural. Él lo hizo a través de ‘Hombres de Maíz’, un colectivo que se encuentra en Valle de Santiago, Guanajuato. Sus integrantes son profesionales en ciencias de la tierra y diversas disciplinas científicas y artísticas, cuyo único objetivo es enseñarle a otros cómo pueden vivir en armonía con su entorno, trabajando con la naturaleza, sus emociones y sus ideas, ya que consideran que "La autosuficiencia es el clave a la verdadera independencia”.

Un diplomado en Biocosntrucción le brindó las herramientas y la seguridad que necesitaba para animarse a emprender este proyecto en el que han colaborado amigos y familiares.

¿Los materiales? Palets, bloques de paja, estiércol de caballo, botellas de vidrio, aceite de linaza, baba de nopal y Cob, un material de construcción cuyos componentes son arcilla, arena, paja y barro común de tierra. La técnica que utiliza se llama Quincha (Pared hecha de palets rellena de paja y recubiertos de barro), un sistema constructivo tradicional de Sudamérica que da como resultado una edificación fuerte, resistente y ecológica.

Con todo y los conocimientos adquiridos en el diplomado, Jakson aprendió sobre la marcha, improvisando, resolviendo problemas de forma inmediata: trombas, filtraciones de agua, rachas de viento y toda prueba de la naturaleza. Gracias a la ayuda de una amiga experta en Feng Shui, supo hacia dónde orientar la entrada y las ventanas para tener un mejor equilibrio energético y un menor desgaste a causa de la lluvia y el viento. Otros amigos se sumaron en las tareas difíciles: colocar los postes de madera, armar la estructura del techo, cargar pesadas cubetas llenas de arena hasta la azotea, martillar, serruchar, embalsamar…

Este bioconstructor asegura que lo que le ha dejado esta experiencia es más experiencia. Dice que ahora se sorprende al ver las construcciones, al observar las casas y los edificios: “Todo está hecho por alguien”.

Resolver las instalaciones eléctricas, las medidas, colocar los vitrales, las ventanas, todo ha sido un reto, pero la satisfacción es enorme. Construir un depa desde cero, a tu gusto, impregnar tu personalidad en cada detalle y disfrutar del proceso, dice Jakson, es incomparable. 

Conoce el proceso de construcción en el siguiente álbum

• Texto publicado en la Revista Cultural Alternativas n86 agosto 2017