Cristina Rivera Garza y los dolores de México

Después de un primer proyecto literario en donde Cristina Rivera Garza logra articular el lenguaje público del dolor que se expresa como consecuencia directa del terror, la violencia y el horror que se vive en México (Dolerse, 2011), la escritora mexicana regresa como compiladora de Con/Dolerse- 2015, integrado por 16 textos de jóvenes autores que abordan la violencia desde distintos ángulos. 

La muerte  y sus espectadores, la violencia en México y la guerra contra el narcotráfico que ha terminado con la vida de más de 60 mil personas, fueron algunos de los hechos que llevaron a Cristina Rivera Garza a escribir Dolerse, textos desde un país herido, editado por el sello independiente  Sur + en el 2011. Cuatro años más tarde, pero esta vez como compiladora, Rivera Garza condensa el proyecto Con/Dolerse, integrado por 16 textos que giran (una vez más) en torno a la violencia, crisis que parece no tener final en nuestro país.

Lo ideal, sería que un segundo tomo basado en las manifestaciones de indolencia que reflejan miles de mexicanos frente a la injusticia y el dolor, no existiera. Sin embargo, Con/Dolerse se suma a la serie de narrativas dolientes que nacen de la pluma y del sentimiento de autores como: Amaranta Caballero,Mónica Nepote, Verónica Gerber, Marina Azahua, Yásnaya Aguilar y Javier Raya. 

La autora de Nadie me verá llorar, (1999) y La Castañeda. Narrativas dolientes desde el Manicomio General, 1910-1930, (2010), está convencida de que cada una de las vidas perdidas deben de ser lloradas, por lo que la tinta de estos narradores, ensayistas y poetas, se convierte en un bálsamo que quizá no cure de manera definitiva las heridas de un país sumergido en la violencia, pero sí alivie otro tipo de lesiones, e invite a los lectores a ser dolientes frente a una realidad que afecta a todos los mexicanos, aun cuando no sean víctimas directas de este fenómeno.

Los textos reunidos en Con/Dolerse, exhortan al lector a diferenciar la violencia de la indolencia y a convertirse en partícipes a través del lenguaje, que en ésta ocasión, se vuelve una herramienta de reclamo capaz de enlazar y afectarnos como un todo y no como individuos aislados que dan la espalda a lo que pareciera imposible de ignorar.