Enamorado de María Luisa Gastro Bar 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

Enamorado de María Luisa Gastro Bar

Por Jorge Luis Flores   21/04/14

En el número 732 de la calle Madero vive María Luisa. Fui a visitarla y debo confesar que me gusta que me han conquistado sus maneras, su aire elegante, su belleza estilizada y detenida en el tiempo. Sobre todo me cautivaron sus aromas y sus sabores inesperados. Debo aceptar que estoy enamorado de María Luisa.

 

El tiempo se detiene y uno se siente dentro de un largo plano secuencia de un Kubrick gastronómico en un escenario de sutiles tonos oscuros. Un sillón de destellos plomizos aguarda en la entrada junto con un teléfono de inicios del siglo pasado y una máquina de escribir Remington. Me tiembla el pulso en la primera cita.

Las mesas se extienden bajo el brillo flotante de focos que parecen globos. En el centro del local está lo que una vez fuera el patio de la casa, ahora un comedor con mirador a las estrellas en el corazón del Gastro Bar.

María Luisa tiene clase y coquetea con destreza. Una cerveza oscura de barril invoca la atención de las papilas gustativas. Continúa la seducción. Sobre la mesa se plantan las primeras tapas: la ‘Trilogía María Luisa’, una saga épica de tres pequeños panes (recién salidos del horno): uno con queso brie y mermelada de fresa, otro con queso de cabra y uvas confitadas y finalmente uno de manchego con mermelada de jitomate. El contraste de la dulzura sutil con la leve acidez va envolviendo la lengua con firme delicadeza.

Las siguientes tapas son con base de chiles. Un par de pimientos rellenos de mousse de pollo y otra dupla de chile caribe al pesto relleno de queso panela aderezado. Estas pequeñas pero grandiosas muestras de creatividad culinaria son, tal vez, lo más memorable de una noche de por sí genial. La fusión de tonalidades va estimulando cada célula del cuerpo en una cadena eléctrica y para acompañar, un cóctel ‘Alipús rojo’ y un ‘Arrecife’.

Según presentación del chef, el platillo siguiente era la ‘pièce de résistance’: ‘Ensalada azteca’. Nopales, elote y cebollas cambray se suman en una relación curiosamente triunfadora que acaba de enamorar a un sentido del gusto ya rendido ante el bombardeo de encantos. Un cremoso fetuccini con salsa de queso de cabra y mejillones fue la carta final de María Luisa para prenderme el corazón. El carácter de los sabores se fundía lentamente en la boca y el maridaje con un vino ‘Cal y canto’ de guiño frutal lo selló todo.

Sí, estoy enamorado de María Luisa y creo que como yo hay muchos. Su número de pretendientes crece. El problema es que su corazón ya tiene dueño… o mejor dicho, dueños.

Los hermanos Jorge Luis y Mario Arredondo (de la feminización de sus nombres surge ella) fueron los fundadores y para que quedara en familia, el cuadro de creativos lo completan David Arredondo, como socio, Alejandro Loya (diseñador del menú y primo) y Gabriel Pacheco (creador de la carta de cocteles y amigo cercano).

El proyecto, que comenzó hace tres años a partir de un trabajo universitario, es hoy un éxito y está a punto de cumplir su primer aniversario en la Madero. Y lo festejará con un menú ampliado con más tapas innovadoras, más sabores inesperados y nuevas bebidas especiales. Embobado por sus encantos, descubro que la belleza sencilla de María Luisa te pierde en el espacio para situarte en el sabor. Estoy seguro de que volveré a visitarla. Mi amor es duradero.

 

 


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