¿Es la locura una gran grieta en el muro blanco de la razón (por donde buscan escapar quienes vieron la luz del otro lado)? 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

¿Es la locura una gran grieta en el muro blanco de la razón (por donde buscan escapar quienes vieron la luz del otro lado)?

Por Pedro Omar Rivera   11/03/21

El interno del hospital [psiquiátrico] ansiaba el reconocimiento de sus sufrimientos, de su núcleo humano

Cristina Rivera Garza

la razón depende de la insoslayable relación entre el ser y el mundo. pero cuando el ser busca su reflejo en el espejo de la realidad se descubre a sí mismo como un esbozo temporal e innecesario. entonces entiende que la vida no es más que el permanente vaivén de veinticuatro horas que tarda Sísifo en llevar su piedra a la cima y 

¿Quién a falta de una roca qué empujar, podría tomarse en serio la vida en este reseco y solitario planeta? (Luigi Amara)

la pulsión de muerte empuja al ser a buscar un lugar donde resguardarse de los ubicuos gendarmes del control

Pues cada ser humano puede ser en potencia un psiquiatra, con sólo prestarnos la ayuda de su espejo (Leopoldo María Panero)

la razón se desploma. es una marioneta con los hilos rotos:

¿Cómo no me suicido frente a un espejo

y desaparezco para reaparecer en el mar

donde un gran barco me esperaría

con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas

y hago con ellas una escala

para huir al otro lado de la noche? (Alejandra Pizarnik)

no hace falta una vida trágica para enloquecer. tampoco una infancia desgraciada. la razón es tan frágil que basta un leve incidente para que la voluntad se revele contra el mundo y esta —la razón— se desmorone como un terrón de azúcar en manos de un niño

Llega del cielo a los locos sólo una luz que hace daño y se alberga en sus cabezas formando un nido de serpientes (Leopoldo María Panero)

la locura nos advierte de su presencia y es imposible no reconocerla: cuando en la nuca sientes la estridencia del vaso que se quiebra; cuando aprietas los dientes porque tu tarjeta de crédito es rechazada; cuando resbalas en la ducha y lloras porque sabes que llegarás tarde a tu cita; cuando arrojas el teléfono porque olvidaste cargar la batería y te urge hacer esa llamada: cuando el mundo te demuestra que las cosas no son como debieran ser

sin aviso previo el miedo y la ansiedad suben al escenario para presentar su gran número: 

Ésta es la casa de los locos (Elizabeth Bishop)

las palabras —girones de un discurso desgarrado— se atropellan entre sí como una estampida de disonancias fricativas y guturales. el ser se devela en una performance macabra donde la protagonista es la camisa de fuerza y el clímax es presentado en la sala de electroterapia

Me pregunté, después del fracaso del ahorcamiento, si no sería mejor desistir y entregarme a los doctores, pero entonces recordé al doctor Gordon y su máquina privada para electroshocks (Sylvia Plath)

la locura es perseguida porque “es de mal gusto” dicen los maniáticos. no fomenta el consumismo ni el exceso. al loco no le importa ver televisión ni las redes sociales ni las ofertas. no requiere amigos ni seguidores. solo camina y se tumba en la calle a tomar el sol sin preguntar el porqué de las cosas. a diferencia del maniático la indolencia del loco carece de cinismo

Ser cínico requiere de retórica. Tomar el sol, no (Julián Herbert)

el loco está condenado a la soledad. habla pero nadie puede entenderlo. permanece en la contemplación de aquella luz que atraviesa el muro de la razón —como un permanente espectador de la Étant donnés—. de vez en cuando escribe poemas o canciones que le recuerdan el mar. y a veces —cuando la lluvia escampa— alza un vuelo discreto y silencioso:

Vine del mar

y traje en los oídos su alado manicomio de gaviotas, 

regreso al mar y llevo en la mirada

al siempre triste manicomio humano

que anhela ser gaviota y que no puede. (Abigael Bohórquez)

 

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 126

 


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