Ni cuerdo, ni loco; apuntes sobre la salud mental 

León, Guanajuato

Ciencia, Educación y Tecnología

Ni cuerdo, ni loco; apuntes sobre la salud mental

Por Elsa Elena Vega Escobedo   11/03/21

¿Cuántas veces hemos escuchado que una idea es "una locura" o que alguien "está loco" por decir, pensar o actuar de cierta manera? ¿Qué es la locura, en todo caso? Definirla actualmente es en sí, una locura.

El concepto de locura es relativamente joven. En el ámbito médico comenzó a usarse en Europa a finales del siglo xix y se refería a un tipo de comportamiento que rechazaba las normas sociales establecidas, generalmente atribuida a un ‘desequilibrio mental’ que provocaba la realización de actos extraños, agresivos o la ausencia de acción ante circunstancias en donde se espera que se actúe. La epilepsia, una enfermedad neurológica bastante estudiada, en esos entonces se consideraba un tipo de locura por su forma de presentación y la poca información acerca de su causa. Hay registros del siglo xv en donde se consideraba que la locura era obra de eventos sobrenaturales, maldiciones o demonios que entraban al alma de la persona para perjudicarla. Es por ello que aún en nuestros días algunas personas acuden, antes que con el médico, al curandero, la bruja o al chamán sin ser esto algo despectivo, por supuesto pero que en el peor de los casos retrasa el tratamiento de un padecimiento mental y ensombrece el pronóstico. 

Hay otros múltiples usos del término locura/loco que no necesariamente se refieren a los padecimientos mentales, pero esos no se abordarán en esta ocasión. 

Cuando me pidieron escribir sobre la locura, vino a mi mente el sociólogo británico Andrew Scull, estudioso de la Historia social de la Medicina y en particular de la Psiquiatría, que en su libro llamado La locura: una breve introducción (Madness: a very short introduction, 2011), narra en términos generales el tortuoso camino que ha atravesado la atención de los problemas de la mente y las emociones, acompañados en su mayoría por una idea negativa generalizada en las sociedades de indiferencia y, en los peores casos, de violencia y crudeza con la que se trataban a las personas consideradas ‘locas’; tomando a la locura como concepto que tiende a perpetuar las etiquetas hacia las personas que padecen un trastorno mental y se comportan diferente a lo esperado culturalmente e incluso alcanzando a las familias y a quienes tratamos desde las múltiples trincheras libres de charlatanes de restaurar la salud.

Si bien la Medicina utilizó el término loco para llamar a las personas que presentaban algún comportamiento extravagante o incluso peligroso de forma habitual en épocas no tan antiguas, actualmente ya no es un término médico. La Psiquiatría (del griego psiqué, alma, e iatréia, curación, curación del alma) es la rama de la Medicina Humana que se encarga de la detección, prevención, atención, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales para asegurar la autonomía y la adaptación del individuo a las condiciones de su existencia. En esta área actualmente se utilizan otros términos más adecuados para referirse a los padecimientos mentales y basados en guías estadísticas en constante actualización; las más conocidas son el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) en su versión 5, realizado por la Asociación Psiquiátrica Americana y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) en su actual 11ª versión, editado por la Organización Mundial de la Salud. 

Con esta introducción pareciera que los trastornos mentales estuvieran lejos de la cotidianeidad, pero no. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud al menos 4 de cada 10 personas padecerán un trastorno mental a lo largo de su vida. Los trastornos depresivos (muy diferente al estado emocional llamado tristeza) causarán pérdida de la calidad de vida siendo la causa de disminución de años de vida productivos en la población adulta. Seguramente esto se ha agravado a raíz de la pandemia por covid-19, pero son pocas las cifras oficiales que se disponen al momento, por lo menos en nuestro país, sobre la situación actual de la salud mental y la pandemia.

Si los padecimientos de la mente están tan cercanos a todos ¿por qué parece que no se le da la importancia debida? Por una razón compleja y simple a la vez llamada estigma; esa etiqueta negativa de la que hablaba y que se le asigna a las personas que sufren algún trastorno mental, señalándolas como peligrosas, inútiles o débiles, generando a su vez rechazo y discriminación infundada, alimentada por la ignorancia y la falta de empatía. Este estigma no se asigna solamente a la persona que padece la enfermedad, incluye además su entorno más cercano (generalmente la familia) y alcanza a quienes nos dedicamos a la atención de estas personas.

Los trastornos mentales son afecciones que alteran pensamientos, sentimientos, comportamientos y el estado de ánimo, pueden presentarse en un único episodio o llegar a ser crónicas como la diabetes o la hipertensión arterial, perjudicando la forma en que las personas se relacionan y funcionan en su día a día, incluso al grado de perder su autonomía y necesitar de cuidados para actividades aparentemente sencillas como comer o vestirse. 

Existen múltiples factores asociados a su aparición, entre los que destacan los de tipo familiar (genes e historia), experiencias de vida (estrés intenso y prolongado, abuso), factores biológicos relacionados con el funcionamiento cerebral, consumo de drogas, lesiones cerebrales, factores sociales (aislamiento, vivir en situación de vulnerabilidad), entre otros, considerándose trastornos multifactoriales. De ninguna manera son causados por ser “débil de carácter” (lo que sea que eso signifique) o por falta de actividad, mucho menos por “no echarle ganas”, frase que en lo particular detesto ya que en lugar de ayudar a que la persona se sienta mejor o encuentre una salida a su condición, suele revictimizarla, recayendo en ella la total responsabilidad de su estado y dificultando la búsqueda de ayuda profesional pues alimenta la falsa idea de “poder salir solo de ésta” y posteriormente sentimientos de frustración al no cumplir esta expectativa.

Actualmente no existen salvo en contadas excepciones en donde una enfermedad médica no psiquiátrica cause síntomas psiquiátricos pruebas de laboratorio que indiquen la presencia o ausencia de un trastorno mental, por lo que su identificación debe ser realizada por un profesional de la salud mental. 

¿Y quiénes son estos expertos? En el ramo de la Medicina, el médico psiquiatra es el especialista en estos trastornos y su tratamiento, y es a quien se debe acudir para la evaluación correcta e integral de una persona que presente un trastorno mental. La diferencia entre Psicología y Psiquiatría es que ésta última ofrece una evaluación médica y tratamiento farmacológico, dado que se trata de médicos generales que cursan una especialidad médica. La Psicología, por su parte, implementa diversas herramientas propias de su área para estudiar los aspectos culturales, sociales y biológicos que influyen en el comportamiento humano tanto individual como social, así como el desarrollo y funcionamiento de la mente humana, sin la facultad para recetar medicamentos, pero con la posibilidad de realizar intervenciones terapéuticas cuando su preparación académica así lo permite (es decir, no todos los psicólogos dan psicoterapia). 

Ahora, ¿cuál es la importancia de mantener una adecuada salud mental? La respuesta va más allá de sentirse bien con uno mismo. El mantenimiento de una buena salud mental permite enfrentar las situaciones difíciles de la vida, plantear y alcanzar nuestros objetivos, tener relaciones sanas con quienes nos rodean, contribuir de forma significativa a la comunidad e incluso mantener una salud física óptima. Es importante aclarar que esto no abarca solo a las personas adultas; una buena salud mental comienza desde los primeros años de vida, por eso la importancia de la educación emocional con base en evidencia científica, una crianza respetuosa y amorosa y detectar a tiempo los problemas de salud en general, no solo mental, ya que así disminuye el riesgo de tener algún tipo de secuela en la adolescencia, edad adulta e incluso en la vejez. 

Si bien los temas de salud mental se han abierto paso y se hablan cada vez de manera más habitual y adecuada, aún falta mucho por recorrer. Por ejemplo, ¿cómo saber si se está presentando un problema de salud mental? Algunas señales son: 

*No poder realizar tareas diarias que antes podría haber hecho sin mayor dificultad.

*Tener cambios de humor que causen problemas con las personas que le rodean.

*Fumar, beber o usar drogas de manera intensa o en situaciones donde ‘necesite relajarse’.

*Sentirse sin esperanza en el futuro, así como inusualmente confundido, asustado, enojado o preocupado.

*Tener dolores físicos que parecen no tener una explicación.

*Sentirse cansado o fatigado, incluso vacío como si nada importara.

*Aislarse de las personas con quienes suele convivir, mucho o menos de lo que para usted es habitual.

*Escuchar voces que no parecen tener una fuente identificable, creer cosas que no tienen una explicación o no son ciertas dentro de su contexto cultural.

*Lastimarse a sí mismo (incluyendo intentos suicidas, lo cual se considera una urgencia psiquiátrica y debe atenderse cuanto antes).

*Tener pensamientos o recuerdos que generan sufrimiento. 

Si en algún momento se presentan estas señales de advertencia en su vida o en la de alguien más, no las tome a la ligera y acuda con su profesional de salud mental de confianza. Eso podría salvar una vida.

Ya hemos visto entonces que ese concepto arcaico llamado ‘locura’ ha evolucionado de la mano del conocimiento en Neurociencias (donde se incluye a la Psiquiatría) generado por mujeres y hombres que se mantienen actualizados, encontrando nuevas formas para detectar y tratar las afecciones que atacan la complejidad de la mente humana, misma que aún no se ha explorado del todo.  

No es raro, por lo tanto, encontrar dentro de ese oscuro panorama de enfermedad a personajes con genialidad, virtud y creatividad. Así como lo escribió el Dr. Elkhonon Goldberg en su artículo Creativity: The human brain in the age of innovation (Oxford University Press, 2018), no es solamente el hemisferio derecho quien se encarga de la creatividad como tradicionalmente se piensa, sino una serie de complejos e intrincados circuitos neuronales que generan la capacidad de expresar y experimentar de maneras diferentes el mundo.

Las personas creativas suelen sentirse atraídas por lo novedoso o lo que está fuera de ‘lo establecido’, aplicando de maneras diferentes conceptos y patrones que ya son conocidos, identificando problemas por resolver y resolviéndolos, presentando una curiosa flexibilidad necesaria para adaptar la conducta y el pensamiento a situaciones cambiantes para generar respuestas y soluciones únicas, poniendo todo el empeño en este trabajo mental arduo y sostenido, generando obras y conviviendo con esa sensación de no pertenecer a su tiempo, siendo en ocasiones rechazados por sus congéneres. 

¿No suena esto un poco a la idea de locura? 

Elsa Elena Vega Escobedo. Médica Cirujana por la Universidad de Guanajuato. Realizó la especialidad en Psiquiatría en el Hospital Psiquiátrico “Fray Bernardino Álvarez” en la Ciudad de México, avalada por la UNAM. 

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Twitter: @DraExtrana     Correo: elsaevega@gmail.com

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 126

 


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