Color en la ciudad: la calle y sus estéticas 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

Color en la ciudad: la calle y sus estéticas

Por Job Emmanuel Alba Ángel   20/11/20

¿Qué trasfondo tiene el arte urbano?, ¿cuáles son sus significaciones detrás de lo que vemos a simple vista?, porque no siempre se trata de solo una imagen: es un escaparate, una disrupción o símbolos sociales.

Toda aquella expresión realizada en los muros, paredes u otras superficies con el apoyo de insumos como pinturas (sean vinílicas, acrílicas o en aerosol), papelería como plantillas (esténcil), empapelados (papeles de pequeño o gran formato pegados con resinas) o stikers (pegatinas o calcomanías), son conocidas y categorizadas como graffiti, street art o arte callejero. 

La intervención de distintos espacios, generalmente en el contexto de la ciudad, tiene una carga importante de significados que corresponden a formas culturalmente particulares de ser, hacer y estar en el entorno urbano. No solo es intervenir por intervenir los muros, lo que vemos es que las intervenciones responden a un conjunto de códigos y símbolos socialmente compartidos que tienen como resultado el ejercicio de identidades socioculturales muchas veces poco entendidas y en ocasiones estigmatizadas.

Si se desea observar qué está detrás de la acción de marcar los lugares es importante precisar cuáles son las intenciones y los objetivos de quienes realizan street art, graffiti, etc. El primer aspecto que hay que comprender para descubrir aquello que nuestros ojos no pueden ver es la cuestión de la concepción simbólica del espacio urbano. Lo que es evidente es que el espacio urbano, desde un punto de vista arquitectónico, fue diseñado y creado para cumplir con una o varias funciones, entre ellas generar un paisaje que facilite el tránsito y el acceso contiguo a bienes y servicios, las fachadas de edificios, bodegas y casas cumplen una función meramente formal (es decir, para lo que fueron hechas). 

Pero cuando observamos que los espacios han sido intervenidos, estos han sido reinterpretados y se les ha asignado un uso distinto, dejaron de ser no lugares (Augé, 1993) para convertirse en sitios relacionales con identidad y vida propia ya que son contenedores de experiencias, remembranzas y  significados;  una vez que son intervenidos figuran y tienen sentido en el imaginario de quienes plasmaron la obra, pieza, firma, etc., y los espectadores: se genera un apego al lugar (Vidal, Pol, 2005).

Como segundo aspecto argumentamos que lo que ayuda a explicar o entender qué esconde el arte callejero son los códigos culturales y las normas o reglas socialmente compartidas (por ejemplo, en el ámbito del graffiti existen los crews o agrupaciones de escritores de graffiti) como la calidad, cantidad, dimensiones, grado de complejidad, formación de estilo propio, lugar donde fue realizado, el control sobre la técnica del aerosol y sobre otras técnicas artísticas, principalmente (Castleman, 2012).

Como tercer aspecto podemos afirmar que las intervenciones surgen con la intención de comunicar una estética con contenidos propios, evidentemente con el soporte de una comunidad que posee en bagaje para interpretar lo que se realiza en los muros. Por ejemplo, si nos referimos al graffiti como arte callejero, la idea, desde el inicio, es llevar la estética de lo producido a espacios nunca utilizados, ya fuera por su difícil acceso o por la proyección que generaban en el espacio público. Desde esta lógica realizar arte urbano o graffiti en las calles tiene un doble beneficio: es de fácil acceso y la probabilidad de ser visto es mucho mayor.

En este sentido, la calle se convierte en el mejor lugar de exposición y es ahí donde podemos comprender la proliferación y variedad de las intervenciones. Quienes practican graffiti o realizan street art encuentran la posibilidad de mostrar la calidad de su trabajo en espacios que histórica y socialmente les han sido negados, las calles se han convertido en vitrinas públicas, son el espacio que se ofrece para todas y todos y que se caracteriza por ser un lugar diametralmente opuesto a los museos y galerías de arte donde lo privado impera sobre lo público.

Las intervenciones que se realizan en las calles, muchas de ellas en el marco de la ilegalidad, por lo regular causan disrupción ya que son interpretadas desde cánones estéticos que pertenecen a otro contexto, en la opinión pública encontramos comentarios que cuestionan la calidad y las intenciones que tienen las personas que intervienen los muros. Aunque se entienda poco o mucho sobre el quehacer de escritores de graffiti y artistas urbanos, es seguro que lo que se desea es generar un paisaje urbano donde conocedores, aficionados y detractores tengan una experiencia visual distinta del espacio urbano, se trata de darle color a la ciudad. 

Referencias bibliográficas

Augé, Marc (1993) Los “no lugares” espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona. Editorial Gedisa.

Craig (1987). Getting up. Hacerse ver. El graffiti metropolitano en Nueva York. España, Capitán Swing editorial.

Pol, Enric. Vidal, Tomeu (2005). La apropiación del espacio: una propuesta teórica para comprender la vinculación entre las personas y los lugares. Anuario de Psicología, vol. 36, nº 3, 281-297. Facultat de Psicologia Universitat de Barcelona. Recuperado de https://www.raco.cat/index.php/AnuarioPsicologia/article/view/61819/81003

 

Job Emmanuel Alba Ángel. Licenciado en Antropología Social. Ha sido docente de Nivel Medio Superior en asignaturas como Historia Universal, Historia de México y Ciencias Sociales. Actualmente es docente de Nivel Superior en el programa de Antropología Social de la Universidad de Guanajuato e investigador en el Departamento de Investigación del Instituto Municipal de la Juventud. Especializado en estudios de la ciudad: prácticas culturales en el espacio urbano, significación del espacio urbano y jóvenes y espacio público.

Facebook: Job Angel

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 122: bit.ly/Alternativas122


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