La pedagogía y el arte de enseñar arte 

León, Guanajuato

Ciencia, Educación y Tecnología

La pedagogía y el arte de enseñar arte

Por Ulises Abraham Torres Díaz   20/11/20

Soy un artista y nada más que un artista. Esto no significa que a veces caiga en temas y zonas a los que no pertenezco. Es algo que hago a cada rato y siempre ofrezco opiniones sobre cosas en las cuales soy un ignorante total. - Luis Camnitzer

La guerra o la paz, la noche o el día. Imposible pensar que existan ambos al mismo tiempo. Estamos de un lado o del otro, parece que nos resulta complicado aceptar los matices: Dios o el diablo, América o Chivas, Beatles o Rolling Stones, educación o arte.

En temas de enseñanza no es muy distinto, hay quienes consideran que solo hay una manera de educar, “la letra con sangre entra”, y un solo tipo de educación: la educación formal. Desde ésta, se considera que la educación artística es un componente no prioritario y se le asigna al arte un fin instrumental, y en el mejor de los casos, un fin asistencial cuya utilidad se relega a fechas conmemorativas o al uso del tiempo libre. Desde la ceguera institucional se cree que el arte no responde a fines educativos trascendentales y por tanto el perfil de los docentes no requiere una formación especializada, ni la aplicación de las herramientas pedagógicas.

Pedagogía del arte

La pedagogía del arte es un asunto al que no se le ha otorgado la importancia que merece. Esto es probablemente resultado de esa línea divisoria que separa al arte y a la educación, sin embargo esa línea debe desaparecer. La formación de alumnos en el arte requiere una metodología bien estructurada, una planeación basada en los contextos y condiciones de los alumnos, y requiere además de perfiles adecuados de quienes imparten contenidos. No todo artista puede enseñar.

El artista busca senderos para comunicarse, es un explorador. El educador debe hacer lo mismo, debe implementar estrategias para transmitir los lenguajes artísticos y adecuar las formas de enseñanza a las virtudes de cada disciplina. El artista que enseña debe desprenderse de su condición y adoptar el silencioso papel del alfarero. Debe permitir que el lenguaje artístico fluya a través de él para llegar a otros y convertirse en el alambre de cobre que permitirá el paso de la electricidad y nos hará descubrir de una vez y para siempre, la fuerza de la palabra, el palpitar de la música o la magia del teatro. 

 “Una hoja cae, algo pasa volando”

La idea de tener que escribir un poema, de leerlo a la clase en voz alta o de memorizar el Poema a la madre para recitarlo en medio del patio, es algo que casi nadie quiere experimentar y probablemente fue una de las lecciones menos agradables de la infancia. Enfrentarse a la literatura con los métodos tradicionales de la educación suele ser traumático y puede resultar tan aburrido y desagradable para algunas personas, que nunca volverán a leer un libro. Con ese panorama y en un país en que, de acuerdo con el INEGI, el número de lectores se reduce año con año, la enseñanza de la literatura implica una serie de retos que sería imposible superar sin los recursos de la pedagogía. 

Para enseñar una disciplina nada espectacular como la literatura y transmitir los matices de la palabra, es fundamental realizar un ejercicio de memoria y recordar los primeros hallazgos, las motivaciones y las primeras reacciones del cuerpo al expresarse con el lenguaje. Esto lo sé ahora, después de haberme parado frente a un grupo de reclusos y tratar de impresionarlos con mi recitación de Piedra de sol, de Paz. Hasta entonces desconocía el tamaño de mi ignorancia y los niveles de torpeza al hablar en público que era capaz de alcanzar. Tras varias visitas a los talleres educativos del CERESO de León, mi ‘autoestima de escritor’ estaba por los suelos; entonces, sin nada que perder, me dediqué a jugar. Gangsta Paradise se convirtió en mi libro de texto, de ahí pasamos a desmenuzar las letras de Control machete, la Sonora Santanera y los Tigres del Norte.

-        ¿Eso también es poesía?- preguntaron.

-        ¿Qué sientes cuando escuchas esa canción? – respondí.

-        Me vuelvo un toro, se me pone la piel chinita, así como la piel de gallina.

-        Entonces, sí es poesía.

La pedagogía moderna da paso al aprendizaje a través de la experiencia, la enseñanza de literatura también. Si quien enseña poesía no es capaz de conectar con las memorias y vivencias del alumno a través del texto, éste perderá el interés y se alejará creyendo que la poesía habla un lenguaje desconocido, difícil o inentendible. No es que a la gente no le guste leer, es que no ha encontrado un libro que le atrape, ni un profesor que identifique los libros capaces de atraparle. No todo artista puede enseñar, pero todo buen maestro es un artista.

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 122: bit.ly/Alternativas122


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