Leer en la era de las pantallas 

León, Guanajuato

Ciencia, Educación y Tecnología

Leer en la era de las pantallas

Por Cristhian Córdova Azuela.   12/10/20

Desde el surgimiento de los primeros lectores electrónicos, la polémica sobre si es mejor leer en papel o en un dispositivo, ha estado presente. Son numerosos los estudios sobre las ventajas y desventajas de leer en uno u otro formato, y también sobre el efecto que las pantallas están teniendo en nuestros cerebros. No me atrevería a abundar en las razones para elegir alguno de ellos, valga decir que a mí me han resultado un complemento ideal: si estoy en casa o en mi ciudad, siempre prefiero un libro de papel; si viajo, mi biblioteca va conmigo en un lector electrónico.

Pero más allá de eso, surge también otra interrogante: ¿cómo se ha modificado el comportamiento de los lectores, asiduos u ocasionales, a partir de la aparición de las pantallas como instrumento de lectura cotidiana?

De entrada, cada vez se incrementa la cantidad de información que recibimos a través de pantallas, ya sea computadoras, dispositivos de lectura, tabletas o celulares. En la vida diaria, pasamos mucho más tiempo haciendo cualquier tipo de lectura sobre estos soportes que sobre papel. Ante esta realidad, el profesor e investigador español, José Antonio Cordón García (2016), nos plantea que “el problema no es si dentro de 100 años se podrán leer libros en papel, sino si para entonces tendrá sentido la lectura en papel”.

Además, tenemos también aquellos componentes o características que pueden integrarse a la lectura digital y que enriquecen al texto de una manera sorprendente, es decir, no sólo se trata de que ahora leemos más en dispositivos electrónicos, sino las posibilidades que esos dispositivos ‘dueños’ de las pantallas nos dan. Uno de los ejemplos más claros son los famosos hipertextos, todas las ligas o enlaces que nos aparecen en una lectura y que nos permiten otras formas de navegación con las que no cuenta un libro: pasar de una página a otra no consecutiva de manera sencilla, consultar las referencias o notas al pie, usar diccionarios integrados, entrar a páginas web a revisar información complementaria o contenidos multimedia, e incluso el salto de un texto a otro en distintos documentos, entre muchas otras.

Por eso, además de multipantallas (usuarios de varias pantallas de manera simultánea), ahora también somos hipermediales e intertextuales, es decir, nuestras lecturas se pueden ver acompañadas de otros soportes como audio, video, mapas, fotografías, etc; y también pueden complementarse con otros textos independientes de la lectura actual. 

Por otro lado, el surgimiento de las pantallas y las nuevas herramientas de transmisión de información, ha significado no sólo tener nuevas plataformas de lectura, sino también la posibilidad de contar las historias de formas distintas, o de plantearnos nuevas maneras de aprendizaje o diferentes formas de compartir lo que escribimos.

En ese sentido, ya no se trata sólo de trasladar un texto simple o un libro ya publicado en papel, a su equivalente en lector electrónico; ahora los autores tienen posibilidades únicas que permiten una gran interactividad con los textos y pueden convertir la lectura en una experiencia de mayor impacto y, a la vez, más significativa. De esta forma, podemos encontrar libros electrónicos que incluyen animaciones muy coloridas e incluso complejas, pruebas por superar, cuestionarios por resolver, puntos por ganar para acceder al siguiente capítulo, y una larga lista de etcéteras.

Tal como lo afirma María Isabel Morales (2018) estas nuevas experiencias de lectura “la convierten no sólo en una suerte de binomio marcado por la imaginación y la técnica…, sino también, en algunos casos, estaríamos ante un nuevo modo de escritura colectiva o de comentario colectivo, al poder intercambiar impresiones y acceder a las anotaciones que, sobre el mismo texto, realizan otros usuarios de manera virtual”.

Finalmente, es necesario decir que tanto los modernos dispositivos ya mencionados, como los ‘nuevos textos’, no necesariamente son para todos; y la combinación entre la capacidad lectora y la capacidad de convivir con la tecnología y lo digital, determinará la forma en que leemos. Como afirma el investigador finlandés Raine Koskimaa (2007), “podríamos prever un futuro con cuatro tipos de personas: las competentes en el mundo de la escritura y la lectura; las bien equipadas con capacidades tanto de lectura y escritura como con alfabetización digital (electracy); las únicamente competentes en alfabetización digital (electracy); y, finalmente, aquellas que no serán competentes en ninguno de los dos campos”. Definitivamente, de nosotros depende el tipo de lector en el que nos queremos convertir.

 

Referencias

Cordón García, J. A. (24 de enero de 2016). Sobre lectura, libros y lectores (digitales). El País digital. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2016/01/10/opinion/1452441603_739731.html

Morales Sánchez, M. I. (2018). Leer literatura en la era digital. Palabra Clave (La Plata), 7(2). Recuperado de https://doi.org/10.24215/18539912e049

Koskimaa, Raine (2007). El reto del cibertexto: enseñar literatura en el mundo digital. UOC Papers. N.º 4. UOC. Recuperado de https://www.uoc.edu/uocpapers/4/dt/esp/koskimaa.pdf

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 121: bit.ly/Alternativas121 


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