La programación artística como narrativa social 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

La programación artística como narrativa social

Por Katia Nilo Fernández   24/07/20

Programar festivales artísticos va más allá de la curaduría de creadores escénicos, musicales y visuales; implica originar una narrativa que, con base en la investigación, desarrolle un cambio potencial en la audiencia y que ésta experimente una sensación de arte completa.

La cultura no es sólo una necesidad básica, es un derecho humano plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En el artículo 27 se estipula que:

1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.

2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.[1]

Con este fundamento, los profesionales de la gestión cultural trabajamos en construir un campo de desarrollo donde enfocamos los esfuerzos en propiciar el acceso a los bienes y servicios culturales, el disfrute de los mismos y la producción intelectual.

En los tiempos actuales se visibiliza, más que nunca, la necesidad del acceso a las manifestaciones artísticas en los diversos formatos que encontramos a nuestro alcance. Pero no solo se requiere acercar las expresiones, también se necesita que, con mayor fuerza, este acceso sea incluyente y diverso. Es fundamental que la construcción de contenidos permita detonar un crecimiento en las herramientas de apreciación estética.

Una de las herramientas básicas en la vinculación entre la oferta cultural y el desarrollo de públicos, son los festivales artísticos; estos se construyen a partir de una vocación que atiende directamente las necesidades de las audiencias, es aquí donde aparece una figura clave de la gestión cultural: la programación artística.

Ésta no consiste únicamente en la selección de proyectos de calidad para la conformación de un festival, implica la formación de una narrativa que permitirá un desarrollo tanto de los públicos como de los creadores. La apreciación estética es un ejercicio alimentado por el capital cultural de los individuos. Ahí es donde inciden los parámetros de pertinencia de contenido y la calidad de los proyectos.

En origen, cuando un festival es creado, tiene una inspiración que debe responder a los aspectos etnográficos de los públicos a quienes es dirigido. Factores obligatorios a considerar son los contextos históricos, geográficos/territoriales y culturales. Con este fundamento, se traza una especie de plano donde estos conceptos convergen con otros dos rubros base: los recursos que emanan de los organizadores/productores y los creadores artísticos. El tejido de una programación artística se conforma en estos tres pilares fundamentales (aspecto etnográfico, recurso de los organizadores y recurso de los creadores artísticos); por ello, el proceso de quien programa un festival está profundamente vinculado con la investigación.

La especialización en el arte de programar es un proyecto de años en el desarrollo de miradas que permiten la vinculación de públicos con los creadores artísticos, que invite y promueva la educación de la visión y la exigencia de una oferta de calidad. Quienes realizan una programación artística son ahora nodos que vinculan a los públicos y creadores a través de una narrativa en común que plantea un espacio de desarrollo y crecimiento.

Hemos dejado de ver a las audiencias como depositarios de las expresiones para invitarles a construir, en conjunto, nuevos referentes que intervienen la vida cotidiana y complementan los hábitos y prácticas de diálogo con las piezas artísticas. En tiempos en que la interacción es más asequible, es intrínseco a la programación de festivales y oferta cultural, la inclusión de la participación social en la narrativa.

Katia Nilo Fernández (León, Guanajuato). Egresada de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana León. Cursó la Maestría en Comunicación con especialidad en Difusión de la Ciencia y la Cultura en el ITESO. Titulada con la modalidad de excelencia académica de la Maestría en Hipermedia Gestión Creativa en Medios Digitales en 2014, por la UIA León. También ha cursado diplomados enfocados en la Gestión Cultural y Globalización en América Latina.

REFERENCIAS [1] Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 27

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 119: bit.ly/Alternativas119


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