Una vida de danza y enseñanza 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

Una vida de danza y enseñanza

Por Jorge Flores   22/07/20

La danza es su alimento, impulso, motivo y consecuencia. La danza es sinónimo de vida para la maestra Claudia Badillo Reséndiz quien, con más de 30 años de trayectoria, es reconocida como un gran pilar en la enseñanza artística de León.

Todo comenzó a la edad de 13 años y mientras estudiaba teatro en la entonces Sala Polivalente del Teatro Manuel Doblado. La pequeña Claudia quedó atrapada por los roncos tambores y la elasticidad hipnótica de los bailarines que tomaban clase con el maestro José Luis Villalobos. A partir de entonces, decidió entregar su vida a la expresividad del cuerpo en armonía con la libertad del arte.

“La elasticidad que mostraban los alumnos en ese momento, estaban haciendo un ejercicio en piso; cómo se movían a la orden enérgica del maestro y los tamborazos que se oían, fue lo que me atrapó, toda esa energía que se estaba moviendo en ese momento”.

Claudia Badillo Reséndiz nació en Pachuca, Hidalgo; pero a los 11 años se mudó a León. Aquí formó su carrera, su familia y a una infinidad de bailarinas y bailarines que han pasado por las aulas de la Casa de Cultura Diego Rivera. Desde su llegada a la ciudad zapatera se inscribió a talleres de danza clásica y teatro, sus primeros pasos fueron en estas artes escénicas, para luego establecer su destino en la danza contemporánea.

“Desafortunadamente yo no tomé la carrera, yo no tengo la licenciatura en danza ni lo tomé como una carrera técnica ni nada, sino que esto se fue dando así. Mis padres esperaban que yo tomara otro tipo de carrera, ellos me permitían venir aquí como un taller, como un hobby, ni por aquí les hubiese pasado que yo me dedicara a esto, ni a mí misma”, señala.

Con el tiempo, su talento como ejecutante y la facilidad para aprender y adaptar instrucciones la convirtieron en una buena bailarina y en aún mejor profesora. Esto fue algo que el maestro José Luis reconoció en ella y le permitió suplirlo en algunas ocasiones con los grupos infantiles y básicos, para después convertirse en maestra de la Casa de la Cultura y años más tarde en la encargada de impulsar y transformar la danza contemporánea en esta institución.

En su trayectoria dentro de la enseñanza y con la necesidad de crear una agrupación que pudiera mostrar el talento de los alumnos, en el 2003 fundó el grupo Espiral, plataforma que hoy sigue siendo semillero de talentos que han destacado a nivel nacional e internacional.

“Es algo que me llena de orgullo porque muchos de ellos continúan con la carrera, es una plataforma. Me han tocado profesionistas actualmente ya egresados de diferentes carreras, pero que lograron enamorarse a tal grado de la danza que ya tienen la licenciatura (…) tengo a alguien que se ha dedicado a esto de manera profesional, ha estado en varias compañías, en Hamburgo, y ahí es un gran bailarín, David Ángel”, recuerda.

Fuera de la técnica y teoría, la maestra Badillo permite libertad creativa a sus alumnos. La danza contemporánea nació para suavizar la rigidez de la estricta danza clásica y permitir libertad interpretativa a sus ejecutantes, filosofía con la que la maestra convive y predica.

“Mi manera de trabajar ha sido que entre todos logremos una creación, hay veces que yo llego con el tema y les digo «a ver, si vamos a hablar sobre la vejez, qué me podrías decir tú», ahí es donde empezamos a hacer un trabajo en equipo, van saliendo las ideas, ahí empiezo a intervenir un poco, de esa manera es como voy contribuyendo, guiándoles, es una forma muy libre de crear”.

Ella es consciente de lo difuso que es para muchos definir las intenciones de la danza contemporánea, por ello exige a sus alumnos expresividad, un compromiso con el público, ser claros en el mensaje que dicen con el cuerpo. Así es que instruye apoyada en otras artes, con técnicas mixtas y priorizando la expresión corporal.

“Yo creo que es la misma libertad con la que se expresa, hacer uso de todo, de una pose imitando una fotografía, una pintura, y después que venga el movimiento; hacemos uso del drama. Tenemos esa facilidad como ejecutantes de danza contemporánea, que nos podemos hacer parte de todas las otras artes, las hacemos nuestras, las ocupamos, las invitamos a participar con nosotros”.

También descubrió que la danza es una forma para que las personas mejoren la relación con su propio cuerpo, que se acepten y se exijan en un ejercicio de equilibrio donde al final puedan ser capaces de crear y expresar cosas que no imaginaban.

“He observado que muchos han superado problemas personales en cuanto a decir «es que no me gustan mis brazos, es que no me gustan mis piernas, es que tengo sobrepeso, no me gusta, yo creí que ni podía hacer esto o aquello por mi físico o por algunas cuestiones de intelecto o de desarrollo» y hemos visto grandes resultados”.

La maestra hizo de la danza una acompañante de vida, un soporte y una forma de dejar un legado a niñas, niños y jóvenes que han pasado por sus clases en estos más de 30 años.

“Yo creo que la danza me ha dado vida, me ha dado el apoyo necesario para las diferentes etapas de mi vida como mujer, desde alumna, con mis problemas de adolescente, andar de novia, el trato con mis padres, con mi familia en general, como esposa, como madre y como parte de una sociedad. La danza me ha ayudado en los momentos que he necesitado salir adelante, en los momentos que sentía que no podía más. La danza me ha dado ese soporte, esa fluidez en la vida, no podía decir, «hoy no voy, hoy no quiero», la danza es mi alimento, lo ha sido todo, de verdad”.

Como parte de la III Muestra de Danza Contemporánea, la maestra Badillo y el grupo Espiral participaron con SentirEs, además de que ella fue reconocida por su trayectoria con el Reconocimiento Juan Caudillo 2020; en honor a quien también fuera su maestro y un ícono de la danza contemporánea en el Bajío.

“Estoy muy agradecida con el reconocimiento, la verdad me cuesta trabajo asimilarlo porque soy una persona que siempre piensa en los demás antes que en mí, y el saber que otras personas pensaron en esta ocasión en mí, me llena de emoción”.

Ahora, 30 años después de que la niña quedara hipnotizada por una clase de danza, es ella, quien con voz enérgica e instrucciones cariñosas, guía, forma y atrae a curiosos niños y niñas que en la Casa de la Cultura quedan atrapados por la magia de la danza contemporánea.

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 119: bit.ly/Alternativas119


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