Sebastián Beltrán. Nómada del arte 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

Sebastián Beltrán. Nómada del arte

Por Silvia Palacios   11/06/20

El ambiente es un tanto fresco y con el tinte medio entre oficina y taller, la música no dejó de escucharse en ningún momento, siempre a volumen bajo, las obras y muebles industriales de su autoría están acomodados en un orden que generan armonía. De pronto llega él, su mente parece ir a mil por hora, aún no concluye una idea cuando inicia otra, te hace cuestionarte si en el arte es igual: siempre creando, yendo un paso más allá para realizar nuevas piezas.

Sebastián Beltrán se ha convertido en un referente artístico en la ciudad y fuera de ella. Su pieza Fragmentación fue una sensación durante el Cuarto Ciclo de Exposiciones de 2019 de la Coordinación de Artes Visuales. Ahí estaba la gran creación de madera, apoderándose del vestíbulo del Teatro Manuel Doblado con una iluminación que la hacía aún más imponente. Las decenas de selfies de los visitantes no se hicieron esperar.

Pero la historia artística del nacido en Baja California, de familia materna leonesa, va más allá. Se remonta a su infancia en la Casa de la Cultura de Ensenada y a aquella exposición que llega a su mente como un flashazo en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, que presenció durante una visita cuando tenía alrededor de ocho años.

“Mi mamá iba a clases de pintura y nos llevaba a la Casa de la Cultura en Ensenada, y mi hermano estaba en escultura y yo en pintura y pues era así la escuela... ni siquiera estaba enfocada para niños, lo que me acuerdo es que nos ponían a pintar más bien como adultos, que el bodegón y todas esas cosas”, platica Sebastián.

La influencia con el país vecino comenzó a hacerse cada vez más presente en su adolescencia. En aquel momento estaba de moda Depeche Mode y The Cure, así como la oleada del surf y el skate board, a la que él quería integrarse: “yo soñaba con que algún día iba fabricar tablas de surf”, platica al tiempo que recuerda que a unos metros de su casa estaba la primera fábrica de tablas de este tipo en México.

Pero la situación económica comenzó a complicarse y su familia decidió que era momento de mudarse. Así, llegaron a Aguascalientes. Por consejo de una tía fue a la universidad para matricularse en diseño, carrera que le llamaba la atención desde hacía años. Al llegar se llevó la sorpresa de que ya no había fichas, pero de algún modo salió la recomendación de una escuela de arte a la que no dudó en inscribirse.

“Era un poco informal pero dentro de lo normal era muy formal en cuanto a los maestros y las generaciones que estaban saliendo de artistas, y me metí ahí. Primero así como «qué onda», y me empezó a gustar muchísimo, empecé a entrar a bienales. Tuve una buena respuesta con los maestros”.

Su destino parecía enfocarse cada vez más en las artes plásticas y visuales. Después de ese primer paso llegó a Guanajuato, donde tuvo un choque con el arte con tintes más tradicionalistas.

“Me vine a la Universidad de Guanajuato, aunque no terminé, me salí (...) fue un poco difícil para mí esa época de que llegué a la escuela de aquel tiempo en Guanajuato y estaba Tomás Chávez Morado y (era) como muy tradicionalista”.

Fue cerca de 1997 cuando regresó a Ensenada y descubrió un nuevo ámbito artístico en la ciudad cercana de Tijuana, donde estaba el boom artístico de la mano del pintor Álvaro Blancarte, que abrió diversos talleres e impulsó a los jóvenes artistas.

“Empezó (Blancarte) a traer maestros del DF, como el escultor Paul Nevin y Antonio Nava, entonces como que también nos cambió el chip de lo que estábamos acostumbrados; y luego con la influencia con Estados Unidos pues estaba un proyecto muy padre que se llamaba In Site, que trataba de puras cosas sobre la frontera, los inmigrantes, y era un proyecto internacional financiado creo por Estados Unidos pero con oficinas en el DF y también en San Diego; entonces tenían proyectos padrísimos de performance, arte público”, recuerda Sebastián.

Pero nuevamente el diseño fue apareciendo en su vida, el artista plástico cuenta que en ese momento tenía muchos amigos diseñadores que le contaban de las conferencias del diseño y así, se lanzaba con ellos a Estados Unidos para presenciarlas. La relación con esta profesión era tal que incluso en una ocasión lo invitaron a hacer los reconocimientos de una conferencia para una edición de AIGA (American Institute of Graphic Arts).

Comenzó a hacer sus pininos en el diseño y la reconocida marca Domec le solicitó hacer las ilustraciones para una etiqueta de vinos y de ahí llegó un proyecto más grande para diseñar una cava.

Después de ese proyecto y con la inquietud de aprender más de la escultura, se aventuró a irse a Italia por unos meses pero, aunque él ya tenía un estilo definido, se topó con que tenía que aprender la técnica a través de la réplica de piezas. Regresó a México, esta vez al aún conocido como DF, donde comenzó a trabajar en la fábrica de un tío en el diseño de muebles en serie.

Pero su destino artístico lo esperaba aún en otras ciudades, por lo que tiempo después regresó a Baja California, donde estableció una relación con la diseñadora gráfica Lorena Márquez a quien conoció en su adolescencia y quien se convirtió en su esposa; juntos empren- dieron en 2006 lo que ha sido uno de sus proyectos más fructíferos: Natural Urbano, una compañía de diseño de muebles que les ha valido reconocimiento internacional. Sebastián recuerda que contrató a un fotógrafo para retratar sus piezas y sin más, de repente fue contactado por Los Angeles Times y las solicitudes para crear piezas en masa comenzaron a llegar, aunque confiesa que era más complicado de lo que pensaba.

Todo pintaba bien, hasta que la situación social comenzó a recrudecerse en Tijuana debido a la violencia y tanto Sebastián como Lorena decidieron que era tiempo de mudarse. Varias ciudades estaban en la mira: Ciudad de México, Aguascalientes y León.

Pareciera que las raíces de Sebastián lo llamaban y optaron por la capital zapatera para establecerse. Desde entonces, el artista ha estado en constante movimiento: en 2015 formó parte del Festival Internacional Cervantino; el año pasado participó en Trámite, con la pieza Fragmentación en Querétaro; la galería Dos Topos, en León, lo ha acogido como uno de sus artistas regulares y también ha expuesto en algunas ocasiones en la Galería Jesús Gallardo a través de la Coordinación de Artes Visuales, claro, sin dejar de lado Natural Urbano.

Su proceso de creación va de la mano con una libreta y un lápiz que carga siempre en su mochila, para él, bocetar en cualquier lugar o momento es lo ideal. De ahí lo pasa a programas 3D y poco a poco va dándole forma a lo que primero se veía como un montón de ‘garabatos’. Claro que una buena música que lo acompañe en este proceso, no está de más.

Pero la inspiración, el origen de lo que va creando, en muchas ocasiones tiene que ver con sus raíces, con las herraduras de caballos que le remontan a los tiempos cuando cabalgaba con su papá, otras tantas con las cuestiones sociales y unas más con ese sentido del humor un tanto sarcástico que parece caracterizarlo. A él le gusta experimentar con materiales, conocerlos, explorarlos y adoptarlos en sus piezas.

“Creo que mi trabajo tiene una carga conceptual, un humor; creo que soy algo sarcástico y a pesar de que algunas piezas tienen una problemática que a lo mejor vivimos o nos rodeamos, trato de mantener un humor en las piezas.

Creo que he intentado moverme o ampliar mi trabajo en una forma que, a pesar de que es figurativa, de repente llegó a una abstracción de algo (...) Lo que he tratado es no encasillarme, (...) me gusta darle soluciones a cosas y me gusta que siempre estoy investigando en materiales y creo que mi trabajo habla mucho de los recuerdos, de cierta melancolía en ciertas piezas”.

Varias de sus piezas parecen girar en torno a la geometría a lo que Sebastián alude, puede deberse a la influencia de varios amigos que son arquitectos; pero más allá de ello, el nacido en Ensenada en 1972, ha sabido combinar sus dos pasiones profesionales: las artes plásticas y el diseño industrial; echa mano de las técnicas de una para adaptarlas a la otra y viceversa; el resultado: piezas que enamoran a la vista en una exposición y que más de una deseas tener en tu hogar.

En cuanto a la famosa obra Fragmentación, el autor platica que “quería hacer una pieza donde la gente se integrara, formara parte de ella, y que hablara de que a veces vas caminando por la vía pública y de repente pasas diez cuadras y no percibiste por dónde ibas porque ya vamos por inercia (...) Mi intención de la pieza es que al pasar la gente que está observando afuera viera a la gente que se introducía en la pieza y que fuera fragmentado entre las líneas, como volviéndose parte de ella y que a la gente que va atravesándola le diera una sensación de las líneas que va pasando el tiempo (...) Y que la gente de fuera te viera así, fragmentado”.

Él es Sebastián Beltrán, padre de dos hijos, esposo, artista plástico, diseñador, amante de los lugares al aire libre y de una buena guacamaya acompañada por una cebadina.

 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas 118: http://bit.ly/Alternativas118


Historias Populares
Historias Recientes

Instituto Cultural de León

Oficinas Generales
Edificio Juan N. Herrera s/n
Plaza Benedicto XVI, s/n
Zona Centro
León, Guanajuato, México.

E-mail: prensaicl@gmail.com
Teléfonos: (477) 716 4301 - (477) 716 4899