¿Por qué canta Yoko Ono? 

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Música

¿Por qué canta Yoko Ono?

Por Jaime A. Baillères   09/03/20

Es probable que luego de leer el título del presente artículo, algunos lectores se pregunten lo mismo y respondan: “Cierto, Yoko canta horrible, ¿cómo se le ocurre?”. Es en este punto donde vale la pena mencionar que actualmente el caso de esta artista, su perfil, está más determinado por una cultura icónica que por su propia historia.

El campo del arte es numeroso en personajes célebres pero, al mismo tiempo, invisibles; son artistas que fueron arrumbados en el archivero de la polilla por diversos motivos inaceptables. De ellos, el género femenino es más abundante, y este rezago se ubica en un ethos determinado por su propio contexto —ya sea por una idiosincrasia atávica o un grupo cerrado— y porque la historia se define tradicionalmente desde una perspectiva de género dominante.

Tal es el caso de Yoko Ono, una artista que desde los años 60 y hasta los 90, parecía estar en el cajón del olvido y donde sus más férreos detractores a lo más que llegaban era a pasarle factura por la disolución de la banda inglesa The Beatles.

Fue a partir del boom del Internet y las redes sociales que la cultura mediática la ‘resucitó’ para pasarla al paredón por diversas razones: “que no canta bien”, “que es fea”, “que no tiene nalgas” o que “su arte no se entiende”. Blanco del escarnio y el vituperio, la artista japonesa circula en memes, videos y posteos donde se le considera un canon del desencanto con su insípida actitud mientras su esposo, el “siempre reconocido” John Lennon, es inmortalizado por su himno laudatorio a la paz.

En la estulticia mediática se le acusa a Yoko de interferir en el desarrollo de la banda inglesa pero también de haberse colgado de la fama del músico de Liverpool; aunque en realidad los historiadores aluden la separación a varias razones, una de ellas, la de mayor peso, el anhelo independentista de Paul McCartney y del propio Lennon.

En el imaginario social regularmente se ignora que las cosas fueron al revés, y por lo general, quienes se ríen de ella no tienen ni por asomo un dato que les permita entender que se trata de una de las mujeres más importantes del arte último del siglo XX. Buena parte de su discurso central como artista se relaciona con una postura política y de género que marcó la poesía y activismo social de Lennon en su producción a partir de 1968.

Para entender un poco más de la influencia de Yoko en John, es necesario recurrir a la lectura de la historia del arte, remontarse a las expresiones japonesas del Gutai de los años 50, que poco a poco definieron la expresión corporal del movimiento artístico del Fluxus de inicios de los años 60 y reconocer que, junto con Shigeko Kubota y Carolee Schneemann, fueron figuras fundacionales del movimiento feminista en el arte desde inicios de los años 70.

Ubicarla desde su relación con el Beatle y a partir de ahí descalificarla como artista, es no reconocer buena parte de su historia como pianista y artista performativa. Yoko nació en Japón en 1933, y a los 4 años ya estudiaba en una de las mejores academias de artes y música de Tokio, la Gakushuin, escuela de élite donde desde muy temprana edad dio visos de un gran virtuosismo; lo cual, podría indicar que al menos tres años antes de que naciera Lennon, ella ya sabía tocar el piano.

En su juventud en Nueva York, tuvo dos maestros de música que le influyeron de forma muy significativa: La Monte Young y John Cage, quienes marcaron en ella aspectos musicales orientados al minimalismo, la desarticulación del lenguaje y, finalmente, a su incursión en el movimiento del Fluxus norteamericano.

El estilo de canto de Yoko es un artificio antiguo en la distorsión de la voz que se ubica en la tradición gagaku ejecutada en su mayoría en compañía del shamisen (instrumento de tres cuerdas), donde en ocasiones se articula la voz en sentido gutural, por ello, para algunas personas podría parecer un canto disgresional o fuera de orden tónico o equilibrado. Si a esto agregamos la rúbrica del Dada del acto performático que balbucea, termina por ser una glosolalia incomprensible y justo ahí se encuentra el reto entre espectador y ejecutante. Para esto, se recomienda escuchar la interpretación que hace Yoko en Shock! (1962) junto a John Cage, en donde se escuchan pasajes más legibles o asequibles para el estudioso del canto formal.

En la tradición del arte feminista, varias artistas podrían ser destacadas por sus propuestas que desafortunadamente han sido subestimadas; pueden incluirse a pioneras como Valie Export, Susan Sontag, Gina Pane, Alison Knowles, Agnès Varda; un poco antes, Helen Frankenthaler, Louis Bourgeois, Lygia Clark, o el remoto caso de Teresa Burga, por mencionar algunas. Agregada a la lista, es probable que no haya compendio del arte del siglo XX que no incluya la obra trascendente de Yoko Ono (basta ver su instalación Ex It, de 1997; cien árboles frutales que surgen de ataúdes) para entender que más allá del desprecio con que se le quiera ver, tarde o temprano entenderemos que se trata de una de las figuras más prominentes de su tiempo, y por qué no, también del arte contemporáneo, donde sigue haciendo ruido a sus 86 años. 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultutar Alternativas 115: http://bit.ly/Alternativas115


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