Toledo, al rescate de México

Conocí el trabajo de Francisco Toledo cuando tuve mis primeras experiencias con el arte y este me resultó un mundo maravilloso antes inimaginable. 

Recuerdo que ‘Los cuadernos de la mierda’ generaron en mí un extraño asombro, tanto que, enseguida quise indagar más sobre nahuales y papeles artesanales. Me preguntaba cómo es que los monos jugaban tanto en las creaciones del artista de Oaxaca, lo cual me producía mucho encanto. Posteriormente, caí en cuenta que desde las artes visuales realmente era posible generar reflexión, sentía que era posible realizar una aportación como especie humana y quizás era viable, incluso, promover un cambio en muchas de las maneras fallidas en que procedemos como sociedad.

Pienso que los mayores referentes para construir el pensamiento y la reflexión sobre nuestra participación y compromiso con el país son aprendidos, y para ello, Toledo era un gran educador; el compromiso con su pueblo natal y con su entorno mexicano provocó fuerza, empatía y coraje que muchas veces hizo erizar mi piel, pues sus acciones siempre fueron coherentes con sus ideales. El artista demostró que con las artes visuales, sea desde la producción artística, desde la gestión o desde la educación, se puede pactar un compromiso con el entorno inmediato.

Francisco Toledo deja ahora un gran vacío en nuestra generación, pero también, como pocos de los artistas que ya no están, deja una llama viva a partir de la manera en que asumió vivir; actuando siempre con sinceridad en todo su ser; con un gran compromiso entre el pensamiento y la acción.

Se necesitan más ejemplos como él, más mentes queriendo hacer revolución y cambio real ante lo que no está bien hecho. Es preciso mostrar el potencial político del arte, lo cual implica necesariamente la reflexión del entorno, el cuestionamiento propio del ser, el cuidado y protección de lo propio como comunidad; de lo que es valioso, posibilitando la riqueza educativa, artística y cultural; para todos y no para unos cuantos.

“Toledo sigue siendo el artista vivo más importante de México”, como lo expresó Forbes; porque Toledo seguirá viviendo a partir de sus aportaciones a los niños, a los artistas, y del legado que deja a través de las instituciones culturales que fundó.

Irazú Páramo. Licenciada en Artes Visuales y gestora cultural. Ha realizado diversos proyectos educativos a partir de los contenidos curatoriales para el Museo Hermenegildo Bustos, para el Museo de las Identidades Leonesas así como para la Fundación Calosa. Actualmente es miembro activo del proyecto de gestión cultural La Chirrionera.