Las fronteras del lenguaje según Wittgenstein 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

Las fronteras del lenguaje según Wittgenstein

Por Reyes José Rojas Flores y Michell Aguilar    17/09/19

Hablar de las fronteras implica hablar de los límites, pero no de uno definitivo. Un límite no sólo representa el fin de algo, sino el comienzo de otra cosa.

El hombre necesita la esperanza de que exista algo más; le parece insostenible y le aterra la idea de que hay un fin y no una continuidad; parece estar salvado en este aspecto, pues no hay fines absolutos.

Es fundamental conocer las fronteras de las cosas y, por supuesto, de nosotros mismos. Un  ejemplo puede ser el que ofrece la línea kantiana. Kant, para crear su sistema filosófico primero se empeña en saber qué es aquello que se puede conocer y qué no, es decir, antes de conocer se debe saber primero cuáles son los límites de mi capacidad de conocer y sus alcances; esto, en la terminología kantiana, es ser crítico. Éste y otros muchos ejemplos muestran la importancia de conocer los márgenes, pues si Kant hubiese ignorado estos aspectos de su capacidad cognoscitiva, hubiese hablado de cosas que son inaccesibles para el saber humano. De esto se aprende que conocer las fronteras nos permite actuar con cuidado. Por lo anterior , este texto tiene el propósito de mostrar cuáles son los límites del lenguaje según la óptica wittgensteniana, que lanza una luz que nos permite ver a éste en su intimidad.

Por mucho tiempo el lenguaje no fue tema central de la filosofía; estaba imperturbado, pero poco a poco se comenzó a cuestionar, a desordenar, a problematizar, porque eso hace la filosofía, atacar aquello que nadie ataca y encontrar la falla en aquello que se muestra como algo sin error. Eso que se muestra como puro, sin mancha, ordenado y sin problema, es lo más sospechoso para la filosofía. Las cosas más ordenas, a menudo, son las que ocultan los más grandes desórdenes. Estos cuestionamientos tan radicales han hecho del lenguaje uno de los temas principales del razonar filosófico. Y tiene que serlo, pues en este mundo no hay  nada sin él. A todo objeto se le atribuye una palabra para ser nombrado e identificado, así que cuando se reflexiona sobre el lenguaje, se reflexiona sobre el mundo entero. Dicho esto, podemos decir que el mundo es una gramática. ¿Es una gramática infinita?

Hablar de los límites del lenguaje inquieta. No se puede imaginar a éste como algo con término, de hecho se acepta mejor la idea de un lenguaje sin fin. Para demostrar esto, se ofrecerá el siguiente sencillo ejemplo: Hay infinitas estrellas y si se le asigna a cada una un nombre distinto, representaría la existencia de nombres infinitos y esos nombres son palabras, y esas palabras son lenguaje, por lo tanto, el lenguaje es infinito. Pero hay un sistema filosófico que percibe, en cierto sentido, al lenguaje como finito. Ludwig Wittgenstein, un eminente filósofo austriaco de la segunda mitad del siglo XIX, de una fascinante personalidad singular y de inteligencia excepcional, es su creador.

Cuando Wittgenstein (2019) dice en el Tractatus “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” (p.105), postula a éste con limitaciones y asevera la existencia de lenguajes particulares. Esto lo reafirmó más adelante cuando dice: “[…] el mundo que es mi mundo se muestra en que los límites del lenguaje (el que sólo yo entiendo) significan los límites de mi mundo” (p.105, 2019) si lo dijéramos de otra manera, diríamos que sólo hay lenguajes personales, privados, con palabras con sus propios significados. 

Esta visión abrirá camino a la perspectiva de un lenguaje con frontera. Podemos deducir, a partir de lo que nos presenta este autor, que la frontera del lenguaje, del particular, está donde hay otro particular. El límite de mi lenguaje está donde hay otra persona. Entonces cuando dos personas hablan, no están hablando el mismo lenguaje, cada una habla con el suyo, que contiene sus propios significados. La existencia de lenguajes particulares puede desencadenar una serie de severos problemas, por ejemplo, puede ocasionar dificultad en la comprensión de lo que el otro intenta decir en el diálogo, y si no hay comprensión, habrá sólo interpretación. De esta manera, la correcta comunicación queda dificultada.  

También se puede decir que si mi lenguaje limitado restringe también mi mundo, y si “yo soy mi mundo” (Wittgenstein, 2019, p.105), entonces mi lenguaje me acorta con los otros que también son condicionados por el suyo. Entonces, el hombre está limitado para otro hombre y siempre habrá una frontera que se ponga entre ellos, que dificultará su interacción.  Pero también es conveniente entender que el lenguaje no es algo que esté determinado, y de esta forma, su margen tampoco. Si no está determinado, tenemos la posibilidad de hacerlo distinto, de enriquecerlo. Si se amplifica, lo hace de igual manera el mundo y, por consecuencia, se alejan nuestras fronteras.

Para finalizar, podemos decir que este texto, como cualquier otro, está también limitado por su propio lenguaje; para ser entendido por completo, debe conocerse el significado exacto del lenguaje de quien lo ha escrito. Esto quiere decir que no será comprendido por entero, sólo interpretado a partir de lo que el lector considere que significan las palabras que son empleadas al interior del cuerpo narrativo. La frontera del lenguaje es lo que genera una no comprensión, sino una interpretación y ésta, una severa transformación de la información recibida.

¿Cuál es tu interpretación?

Reyes José Rojas Flores y Michell Aguilar. Alumnos del Centro de Estudios Filosóficos Tomás de Aquino. 

Este texto se publicó originalmente en la Revista Cultural Alternativas N° 109: http://bit.ly/Alternativas109

 


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