De perfil - Legado en cada coreografía 

León, Guanajuato

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De perfil - Legado en cada coreografía

Por Daniel Rentería Martell   07/06/19

 

El Ballet Folklórico Octavio García Frausto llega a su cuadragésimo aniversario, tiempo en el que ha logrado metas y creado historia; en el que ha presentado coreografías tradicionales en escenarios locales, estatales, nacionales e internacionales.

Su historia se remonta a 1979. Inicialmente conocido como el grupo representativo de danza regional de la Casa de la Cultura Diego Rivera, su actual nombre es un significativo homenaje al hombre que durante 20 años estuvo al frente del ballet y a cuyos integrantes inculcó un espíritu humanista y cálido, un hombre siempre dispuesto a ayudar y a la vez entregado a preservar, por medio de coreografías ejecutadas meticulosamente, la identidad de un pueblo.

Octavio García Frausto, leonés nacido el 3 de enero de 1961, fungió como director del entonces llamado Ballet Folklórico de la Casa de la Cultura Diego Rivera durante dos décadas (1982-2002); fue debido a problemas de salud tuvo que dejar el grupo. Falleció el 27 de junio de 2003.

La maestra Rita Hermosillo Durán, actual directora del ahora Ballet Folklórico Octavio García Frausto, contó en entrevista que conoció al profesor García Frausto cuando ingresó al ballet como bailarina y que con el tiempo se convirtió en su mano derecha y amiga.

“Él era todavía de los maestros formados de antes, él era muy recio, era muy disciplinado y a todos nos trataba de meter en esa disciplina; era muy comprometido y eso nos enseñaba a nosotros a ser igual”.

A pesar de lo estoico que era dentro del horario de clase, siempre fue una persona que tenía una sonrisa y un trato cercano con sus bailarines, llegando a contagiar el gran amor y respeto que tenía por la danza y la tradición hasta dejar un gran legado.

Su disciplina era tal, que para ofrecer danzas de calidad, el maestro acudía a las fiestas patronales de pequeñas comunidades y municipios para aprender de primera mano y documentarse acerca de la esencia, origen y significado de todos los rituales que existían.

La maestra Rita recuerda que el propio Octavio le pidió ayuda a ella y a otros dos colaboradores para realizar una investigación como las que hacía en los diferentes poblados del estado, para crear una serie de coreografías especiales: los oficios tradicionales de León.

“Se dio a la tarea de reunirnos a tres personas, junto con él, para hacer una investigación. A mí me tocó bibliográfica porque ya no existía la industria de los rebozos, pero a un compañero le tocó ir a investigar a los zapateros y a otro, los curtidores. El maestro Octavio ya tenía una coreografía de las sembradoras de lechuga, que fue lo que dio auge a la industria (...) que le dio auge al comercio aquí a la ciudad”.

Estas coreografías, pertenecientes a la obra Sones y Jarabes de Guanajuato, tenían en sus movimientos partes significativas de los procesos de creación de cada una de esas ramas. Desde el proceso de cortar cuero hasta el rezo del Ángelus que hacían las mujeres que tejían los rebozos deteniendo completamente toda actividad a las 12:00 en punto.

“El compromiso y el amor al grupo, el sentido de pertenencia a la Casa de la Cultura, a la institución (Instituto Cultural de León) y en especial al grupo, eso es lo que permanece, tenemos algunas coreografías todavía que bailamos que conservamos que él nos puso”.

Pese a la cercanía, siempre existió ese respeto a la figura de autoridad que él representó para todas las generaciones que estuvieron bajo su dirección, y parte del porqué se decidió poner su nombre a este grupo al que entregó 20 años de su vida.

“Tenía una personalidad muy fuerte, imponía, por mucha seguridad que tuviéramos nosotros o la confianza que le tuviéramos, al ser el maestro de danza, él era el maestro y ahí se hacía lo que decía, acatábamos lo que decía, aparte que es parte de la disciplina de lo que debe ser dentro de una clase de danza, el maestro imponía con su personalidad, esa parte de respeto al arte y a él mismo”.

Desde su inicio, el Ballet Folklórico de la Casa de la Cultura estaba seccionado en las categorías para principiantes, intermedios y avanzados. Justo en la categoría para nóveles inició una pequeña niña de 8 años, de nombre Érika Gasca; bastaron seis meses para que Érika entrara al grupo dirigido por el maestro Octavio.

Gracias a la guía del maestro, esta niña desarrolló su potencial dancístico al grado que hoy es la directora del grupo de danza ‘Tonantzin’, taller de la Casa de la Cultura Diego Rivera para bailarines de la tercera edad, creado por el profesor García Frausto.

Érika recuerda que las clases eran un momento muy esperado, ya que ahí podía olvidar las dificultades externas y siempre contaba con la empatía, calidez y paciencia del maestro.

“Me ayudó muchísimo, era un espacio adecuado para mí para estar, aquí me sentía muy en calma, muy apapachada, muy querida, aparte de disfrutar muchísimo el baile, es lo que más recuerdo del maestro, su trato cálido. Generalmente siempre llegaban tarde por mí y yo de repente estaba como asustada, tenía 8 o 9 años, y pues ahí sentada esperando a que llegaran por mí, pero él tenía esa atención de decirme «no te preocupes, mira siéntate ahorita van a venir por ti» y eso me ayudaba muchísimo, entonces llegó el punto en que ya enfrentaba eso con más naturalidad. La Casa de la Cultura se volvió un espacio de esparcimiento pero también de seguridad”.

Señala que aunque en momentos el maestro imponía su carácter ante la falta de atención de los pequeños, tenía una metodología muy didáctica para los grupos infantiles ya que, antes de montar alguna coreografía, les contaba historias acerca de la mitología prehispánica para que entendieran lo que después ejecutarían.

“De repente era muy regañón porque no le poníamos atención en la coreografía, pero le gustaba mucho contarnos historias acerca de dioses prehispánicos, nos decía «bueno pues vamos a hacer una danza donde vamos a hacer un ritual» (…) nos hablaba de dioses prehispánicos, de toda la mitología y pues era padre porque nos lo contaba a manera de cuento, y yo pienso que siendo niños, que estamos con la imaginación a ‘flor de piel’, se volvía divertido”.

Si bien reiteró en que todos los alumnos le tenían gran respeto y sabían que cuando se enojaba debían acatar las indicaciones de aquel hombre delgado, de cabello oscuro y tez morena, el lado humano siempre predominaba y demostraba la calidad de persona que era.

“Recuerdo una niñita chiquita, yo creo tenía unos 6 años, se llamaba Lucía, recuerdo bien su nombre (…) una vez en un ensayo la niña no sé por qué, andaría enferma, se estaba durmiendo, estaba moviendo la falda y se le cerraban los ojillos, ya casi ni se movía. Y me acuerdo bien que el maestro donde guardaba sus cosas tenía un sillón, entonces la agarró y la acostó, la tapó y la dejó dormir, ya después llegó su mamá y le dijo que a lo mejor venía enferma la niña y por eso pasó. Pero recuerdo eso, tenía ese cuidado con los niños, digo, he conocido maestros que les falta esa sensibilidad y a lo mejor en otro momento pues regañarían a la niña o algo, y él tenía esa sensibilidad”.

Otra experiencia significativa que tiene de Octavio García Frausto, es que cuando ella ingresó a la preparatoria, su plantel no contaba con maestro de danza regional. El compromiso del profesor García Frausto era tan grande que al pedirle apoyo, él se ofreció a impartir ese taller de manera gratuita.

Si bien Érika dejó algunos años este grupo para dedicarse a sus estudios universitarios, a su regresó las cosas seguían tal como las recordaba, la entrega e inagotable energía que Octavio García Frausto imprimía a cada una de las danzas, equilibrando el respeto por la tradición con conceptos innovadores multidisciplinarios y coreografías que incluían pasos de danza contemporánea o agregaba grupos infantiles y músicos en vivo.

“El maestro era de ponerse en el punto medio, o sea sí estaba muy orientado a presentar los trajes típicos de la manera más cercana de lo que veía en las comunidades, también la coreografía. Sin embargo, de vez en cuando hacía estos montajes que desde mi punto de vista le apostaban más a una onda más escénica, más de espectáculo”.

Los resultados de la disciplina que el profesor heredó, al igual que coreografías, los han llevado a presentarse en escenarios leoneses como la Plaza Fundadores, el Teatro Manuel Doblado y el Forum Cultural Guanajuato. Dentro del estado han ejecutado sus coreografías en municipios como San Francisco del Rincón, Salamanca y Guanajuato capital; mientras que a nivel nacional han hecho lo propio en Veracruz, Guadalajara, Jalisco, Nuevo León, e incluso han cruzado la frontera para presentarse en Estados Unidos y Canadá. Asimismo han colaborado con agrupaciones como la Orquesta Típica de León y el Grupo de Danza ‘Tonantzin’.

El Ballet Folklórico Octavio García Frausto conmemorará su 40 aniversario con una función especial, el sábado 8 de junio a las 19:00 horas en el Teatro Manuel Doblado. El programa abarca una serie bailables representativos de los estados de Quintana Roo, Campeche, Guerrero, Veracruz y Sinaloa. Entrada libre.

 


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