Héctor Gómez Vargas: El hombre que descifra una ciudad 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

Héctor Gómez Vargas: El hombre que descifra una ciudad

Por Silvia Palacios   11/03/19

Verlo ojear una página del periódico que se ha tornado sepia por el paso del tiempo, en uno de uno de los recintos más leoneses que podría haber, el Archivo Histórico Municipal, te invita a acercarte, cuestionarte qué es lo que busca con tanto ahínco; para él, es un día más de trabajo.

Héctor Gómez Vargas es un referente en el mundo intelectual y académico de León, pero más allá de eso, es un hombre que reconoce que ha tenido la fortuna de hacer algo que le apasiona: conocer su ciudad.

Y no, no es el simple hecho de conocer sus calles, recorrer sus barrios o andar por sus sitios emblemáticos, sino desmenuzar su historia, adentrarse en los fenómenos sociales y culturales que en ella ocurren, saber el ser leonés hasta el tuétano.

Podría decirse que la curiosidad ha sido una de sus más fieles acompañantes, pues desde joven sentía la necesidad de buscar respuesta a cada uno de los cuestionamientos que se hacía, algunos tan sencillos –o no– como saber por qué León tenía más corridas en la Central de Autobuses que otras ciudades.

Y es que él no es de los que se conforma con solo ver lo que hay en un primer plano, él va más allá y mientras todos ven la copa del árbol y las hojas que se mecen con el viento, Gómez Vargas prefiere mirar la sombra que proyecta el árbol, porque para él es más certero lo que construyen las sombras de las ramas.

Año: 1983 o 1984, aquí la precisión del tiempo no es lo que cuenta. Héctor Gómez Vargas, egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana campus Ciudad de México toma las riendas de la dirección de esta misma carrera, pero en la Ibero campus León, siendo así el segundo director de ésta.

Una de las primeras limitantes que se encuentra para dirigir a sus alumnos es la falta de información, pero él no se queda de brazos cruzados y decide que si no hay información, habría que generarla.

“No había libros, no había trabajos, es más no solo no había nada de aquí, sino libros a nivel nacional, no había libros que explicaran el periodismo, el cine y demás; y conforme yo iba dando clases y los maestros iban dando clases, una de las dudas de los alumnos era qué pasaba en León, qué había sucedido con los medios de León, y entonces me di cuenta que había que generar información.

Esto me llevó a que necesitaba prepararme para hacer esto y más adelante estudié el posgrado de la Maestría en Comunicación en el ITESO y parte del por lo cual ingresé fue para prepararme para la investigación y terminando la maestría, que regresé, (…) me di cuenta que quería ser investigador y que para mí, por tanto, mi vida profesional iba a ser formalmente la academia, es decir, no sólo investigar por investigar, sino investigar y dar clases, crear una sinergia en la clase y la investigación”.

Su primera investigación la dedicó a la historia de la radio en León, para lo cual comenzó a acudir al Archivo Histórico, un lugar en donde, hasta la fecha, es conocido por quienes ahí trabajan, un lugar donde es tratado con esa familiaridad que da el pasar gran parte de tu tiempo ahí.

Héctor Gómez Vargas siguió investigando y serían las circunstancias las que lo encaminaron a centrar y dedicar varias investigaciones y años, a un sector de la población: la juventud.

“En realidad yo estaba haciendo mi tesis del doctorado con la Universidad de Colima y mi tesis se centró en cuál fue la experiencia de las mujeres jóvenes con el cine en la ciudad de León, de 1955 a 1975, entonces para mí era rastrear las condiciones y las reglas culturales de las que se habían formado en la ciudad, el papel de un medio masivo de comunicación en las transformaciones de la cultura a mitad del siglo y pensaba que las mujeres eran donde más evidente se ponían muchas reglas culturales en ese momento.

Pero entre el 55 y el 75 sucedieron cosas que yo no había previsto y una de ellas es la emergencia de las culturas juveniles, de hecho, cuando estaba trabajando el proyecto un amigo norteamericano en un seminario me dijo «oye ten cuidado, porque te va a aparecer esto y a lo mejor te va a interesar más». Entonces me apareció, era el gran tema (…) y en paralelo que lo estaba terminando, me invitaron del Instituto Mexicano de la Juventud a hacer el análisis del caso de Guanajuato, de la primera encuesta nacional de la juventud, entonces como que los dos se juntaron y a partir de ahí la gente me pedía cosas, me preguntaba cosas y varios de los libros que empecé a trabajar a partir de entonces fue con eso”.

Eso sí, hubo una investigación que lo marcó por su complejidad y el tener que recurrir a varias técnicas de investigación, recorrer poblados, generar historias de vida, de familia. Esa investigación tuvo lugar en Colima.

“La gran investigación que me dio oficio de aplicar metodologías de investigación, técnicas de investigación, pero sobre todo administrar procesos de investigación, que creo que es lo más importante, fue la investigación que hice con Colima, 1973 al 75, aproximadamente, sobre la transformación de las ofertas culturales, porque no sólo generamos encuestas sino también historia oral, aprendimos a hacer historias de vida, historias de familia, también hicimos etnografía, cartografías, entonces fue muy completa y tuve que supervisar a grupos, a gentes. Fue algo tremendamente rudo de tiempos, de esfuerzos, de dinero y eso me marcó. Ha sido la investigación más importante que yo he tenido: La transformación de las ofertas culturales y sus públicos”.

Las indagaciones y publicaciones continuaron hasta sumar al menos siete libros y más de 40 artículos arbitrados. A penas hace un par de años publicó el segundo volumen de Estéticas del rock, investigación que coordinó y que en 2016 salió su primer volumen.

Actualmente trabaja en una investigación de ruidos, aquellos sonidos generados tecnológicamente y que han llegado a la ciudad a través del tiempo, tales como el ferrocarril, el telégrafo, el cine, el teléfono, la televisión, etcétera.

Es precisamente esa hambre de conocimiento la que le gusta transmitir a sus alumnos, el hecho de ir más allá, no solo cuestionarse, sino buscar y hacer todo lo posible para dar con las respuestas, aunque confiesa que lo desmotiva el hecho de que las generaciones actuales únicamente vean el lado de “cómo se va a calificar” y no “qué es lo más que puedo aprender”.

Tal vez ese gusto de transmitir conocimiento es heredado de un profesor de la universidad que le ayudó a hacerse preguntas y buscar otras formas de ver las cosas. Ahora, está consciente que lo escribe no es para el momento, son mensajes para el futuro.

Pero como él dice “hay tiempo”, hay tiempo para él y el momento de buscar nuevos bríos podría avecinarse.

En el pasado descartó varias ofertas laborales que lo pudieron haber llevado a Canadá, Centroamérica o Monterrey, pero ahora no ve con rechazo estas opciones, así como no suprime la idea de jubilarse, pues lo que desea es encontrar ese lugar donde pueda estar bien, cuidando principalmente su salud.

Y quizá sea esa etapa de la vida la oportunidad ideal para desarrollar ampliamente esos hobbies como la poesía, que escribe desde hace años, o la fotografía, a la que estuvo a punto de dedicarse profesionalmente; o quizá sea el momento que busca para dedicarse a él, a su familia.

 

Artículo de la Revista Alternativas 104, puedes consultar la revista completa aquí.


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