La ciudad en sonidos

Paisajes naturales o urbanos, festividades exclusivas de la localidad, presentaciones artísticas y lenguas autóctonas. Todos estos sonidos pertenecen a una cultura y son un referente que puede revelar el tiempo y el lugar en el que nos encontramos.  

Los sonidos también se extinguen. Con la desaparición de las especies, los oficios, la destrucción de lugares y la muerte de personajes representativos de la cultura, también se esfuman sus ruidos, sonsonetes y voces; y esto, queridos lectores, también es una pérdida histórica.

“La cultura tiene sus sonidos, la vida cotidiana, todo”, aseguró Pável Granados, coordinador del Catálogo de Música Popular Mexicana de la Fonoteca Nacional, luego de participar en una charla sobre el compositor Juan García Esquivel en la Galería Eloísa Jiménez.

Las manivelas en el Centro y caballos caminando por las calles empedradas son ecos del pasado mexicano que describen nuestros abuelos o que podemos reconocer en películas de contextos antiguos; y para allá van sonidos como el martilleo de un zapatero remendando una suela, uno de los oficios que más identidad ha dado a León de los Aldama.  

De acuerdo con información de la Fonoteca Nacional, el sonido que produce el trabajo de un zapatero al clavar, cocer, lijar, pegar o ajustar unas botas o sandalias, es uno de los 10 oficios mexicanos que están cerca de la desaparición, como resultado de la modernización de la industria y la fabricación masiva.

A la dolorosa desaparición de este oficio se le suman el afilador, mecanógrafa, pajarero, organillero, globero, y para el penar de los mexicanos de buen diente también, merenguero, heladero, camotero y tamalero.

A esta próxima extinción sonora se suman las lenguas indígenas, pues aunque las más habladas en Guanajuato (otomí, chichimeca y náhuatl) no están en el top de la lista negra, en León son cerca de 3 mil 270 hablantes indígenas (datos del INEGI), lo que representa menos del .3% de la población.

Por ello es importante la existencia de centros que investiguen, cataloguen y resguarden la historia sonora de cada región, para que el trabajo pueda ser aún más minucioso del que ya realiza la Fonoteca Nacional.

“A mí me gustaría que esto evolucionara a que los estados tengan sus propios acervos, porque un documento sonoro (cualquier tipo de grabación) es la huella de esa vida que pasa, que se esfuma luego luego porque cambian las maneras de hablar, cambian las maneras de tocar una canción, y eso pues queda en una copia un poco imperfecta porque no podemos reproducir la realidad, pero queda una ventanita que nos permite asomarnos a otros ámbitos, a otros tiempos”, comentó Pável.  

Pero no todo es desaliento en lo que respecta a los sonidos de la ciudad, entre los más de 500 mil soportes auditivos, con los que cuenta la Fonoteca hay grabaciones representativas de Guanajuato.

“Me he encontrado canciones que yo no conocía de María Grever y está su voz grabada, porque ella llegó a grabar como cantante, no es la gran cosa pero es muy interesante escuchar su voz”.

Además, existen muchos más elementos naturales y urbanos de los que aún pueden hacerse registros sonoros como de aves nativas y asentadas en la localidad. Especies como el Papamoscas cardenalito, Zambullidor pico grueso y Garza Morena, son sólo algunas de las que habitan el concurrido Parque Metropolitano de León.

Entre los sonidos urbanos que caracterizan a la ciudad podemos mencionar el del tren, porque aunque sea comercial y de paso, León es de las pocas ciudades en el país que aún son parte de las rutas ferroviarias. Y, ¿los gritones de la Feria?, ¿el tono cantadito de los leoneses de toda la vida que se mueven por el ‘eje’?, ¿las interminables andanzas de la ‘oruga’?, ¿los danzones de los miércoles en Plaza Expiatorio?, o ¿el crujir de la primera mordida de una guacamaya? Elija usted el más preciado.

Texto publicado originalmente en Revista Cultural Alterntivas 101. La ciudad en sonidos.