Festejo a los músicos y a Santa Cecilia

"La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio"
Nietzsche.

Es difícil imaginar en la actualidad una fiesta sin música, resultaría aburrida, no habría vals en los XV años, los novios no podrían bailar al ritmo de la víbora de la mar, las escenas románticas en las películas no tendrían el mismo entusiasmo que al estar acompañadas de un sonido meloso. Sería un panorama complicado de visualizar, pues la música nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida, en los tristes y felices, nos hace recordar algún lugar o a cierta persona.

Es por eso que cada año el 22 de noviembre se festeja al músico en reconocimiento de su labor, pasión, entrega y gusto por compartir un poco de su alegría, de su conocimiento en la ejecución de algún instrumento y la habilidad de cautivar al público con sus voces, sin importar el género musical todos unidos en una misma celebración.

Esta festividad tiene sustento en el sincretismo católico, directamente con Santa Cecilia que en vida se entregó como virgen y mártir en devoción a Cristo, pero el acto que la relacionó con la música fue que, durante los tres días de agonía, cantó alabanzas a su Dios. Su representación en pinturas se destaca por aparentar estar en posición de canto o rodeada de algún instrumento musical como el órgano. Su nombramiento oficial como patrona de los músicos fue en 1594 por el Papa Gregorio XIII.

Para 1695 en Escocia se registra el festejo en honor a Santa Cecilia, de aquí se extendería a países como Alemania, España y Francia. En Latinoamérica llega a través de la colonización, y es en Río de Janeiro, Brasil donde se celebra por primera vez, y después en México, lugar donde es muy representativa la figura del mariachi y la Plaza Garibaldi donde se desarrolla la pachanga durante la noche y madrugada.