Guanajuato desde el pincel de Jesús Gallardo 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

Guanajuato desde el pincel de Jesús Gallardo

Por Mafer Menag | Fotografía: Ruy Muñoz   13/11/18

La noche del viernes 25 de agosto de 2000, se inauguraba la segunda exposición en la Galería Jesús Gallardo, ubicada en el Teatro Manuel Doblado. Antes de ésta había sido la obra del arquitecto y artista Juan O’Gorman la que aperturó el recinto que llevase el nombre del siguiente exponente.

Más de 100 obras, la mayoría en gran formato, representaban los paisajes del altiplano mexicano: sus sierras, las piedras, los árboles, los vacíos del cielo y lo espeso de la neblina de madrugada en Guanajuato.

“En el paisaje guanajuatense se encuentra gozo que eleva el alma y nos predispone a la gratitud… Sus sierras y montañas han dejado honda huella, han sido nuestro testigo visual, el color de sus campos, su vigorosa escenografía del paisaje ha sido la mejor escuela”, así se expresaba Gallardo durante la inauguración y unos días después en una charla de café, en la misma galería de acuerdo con una publicación del periódico am del 2000.

Y es que charlar con el maestro era toda una experiencia. Varias notas escritas en ese 2000, retratan a Jesús Gallardo como un creador modesto y orgulloso de ser pintor paisajista. Sin pena podía admitir que no era un estilo muy demandado, pero su pasión por él, le concedía un talento especial para retratar desde un desierto hasta una tormenta sobre el cerro de La Bufa.

El entusiasmo por lo natural quizá fue inspirado por su madre, María del Carmen Carrillo Pérez, quien le hablaba del Mineral de La Luz donde creció; o por su familia paterna, dueños de la Españita, hacienda donde pasó parte de su infancia hasta los 13 años cuando, a consecuencia de la muerte de su padre, tuvo que mudarse a la Ciudad de México.

Ya radicado en la capital, tuvo sus primeras clases de dibujo durante la secundaria. Cuando tuvo que decidirse por una carrera, antes de elegir lo encomendaron con el acuarelista Rafael Muñoz López, quien después de ver sus dibujos le concedió el aliento a explotar sus notables habilidades.

Así fue como, en la época en la que Siqueiros y Orozco presidian conferencias para los alumnos, Gallardo estudió en San Carlos, en la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM en 1947. En este tiempo, también Luis Nishizawa y Luis Arreguín exponían sus primeros trabajos; además de estudiar bajo la tutela de artistas como José Arellano Fisher, Ignacio Asúnsolo, José Chávez Morado, entre otros.

Una gran influencia de Gallardo fue Chávez Morado. Durante sus años de estudiante, el maestro mandaba de viaje a sus alumnos para explorar el carácter social y natural de las entidades mexicanas. Su primer paisaje fue a lápiz: Ahuehuetes de Chapultepec, en 1948.

Entre 1950 y 1951, las tardes de Jesús se podían ver empleadas contemplando cómo su paisano guanajuatense Diego Rivera pintaba los frescos de la epopeya del pueblo mexicano en Palacio Nacional. Quizá por ello en sus obras predomina un carácter de mexicanidad propio de la época de los grandes muralistas mexicanos, donde la imitación de la naturaleza como arte tuvo un quiebre importante durante la época de los artistas de La Ruptura.

Sin embargo, Gallardo ganó experiencia en sus empleos en empresas editoriales y de publicidad. ¿Y quién lo diría? Gracias a una beca otorgada por la Cervecería Moctezuma, el joven pintor pudo concluir sus estudios en 1951, mismo año en el que regresó a su estado natal.

Establecido en Guanajuato capital, bajo el periodo de Antonio Torres Gómez como rector de la Universidad de Guanajuato, Jesús Gallardo inició un taller de artes plásticas que junto con Armando Olivares equipó con la primera prensa para grabado, después con la que le regaló su amigo Miguel Álvarez Acosta.

Y así comenzó todo: la producción gráfica del estado que duró 15 años como taller libre en el que Jesús Gallardo impulsó múltiples estilos como la xilografía, el dibujo, la pintura, el grabado y, por supuesto, el paisaje.

En 1963, continuó con su preparación e ingresó en los talleres de San Hipólito del Organismo de Promoción Internacional de la Cultura, OPIC, para estudiar grabado en metal con los maestros japoneses Isamo Ishikawa y Yukio Fukasawa. Con este último pudo entablar una sincera amistad que le permitió gestionar la llegada al taller del primer tórculo monumental en México.

Durante esta época la obra de Gallardo se profesionalizó. Estuvo 32 años al frente del taller hasta 1984, lo que lo convirtió en maestro fundador de la ahora Escuela de Artes Plásticas de la UG.

“El instrumento con que crea su himno plástico este artista, ha sido reducido por él deliberadamente a un encordado que elimina los tonos graves y los altos, alarde que lo hace usar sólo los medios tonos, que a él le bastan para darnos una obra personalísima y madura”, escribió José Chávez Morado en 1984, conforme un tríptico alusivo a la exposición Nuestro paisaje.

En 1988 Jesús Gallardo fue convocado a fundar el Museo de la Ciudad de León, cuyo acervo actualmente se divide en dos recintos. Este mismo año fue condecorado por reconocimiento a su trayectoria con la medalla Josefa Teresa Bustos y Maya. A su vez, también fue nombrado Ciudadano Distinguido de León.

Aunque el paisaje fue su más grande amor, realizó murales con un estilo, aunque moderno, no dejó atrás lo aprendido en su época como estudiante. El primer mural en el Palacio Municipal de León se colocó en el cubo de la escalera en 1972. Terminado en dos años, el tema fue la historia de León y el ciudadano en relación con su entorno, lo tituló Devenir unitario. El hombre, sus antecedentes y sus aspiraciones.

El segundo mural vino el año siguiente, Fuerzas antagónicas se ubica en el primer piso de la casa municipal. Este fresco evoca la dualidad de la vida y la muerte, y es representado por varias figuras humanas con detalles geométricos y tecnológicos, por un lado haciendo referencia a lo mecanizado y por el otro representa la nostalgia de lo antiguo o lo pasado.

Regresamos al 2000, con la charla de café que Jesús Gallardo ofreció en el marco de la exposición Nuestro paisaje. “Mi obra representa una visión muy particular del entorno guanajuatense que pretende dar a conocer la belleza de esta tierra privilegiada”, aseguró el maestro, cuya última obra pública fue el mural León: trayectoria y destino.

Esta obra fue pintada en la planta baja del Palacio Municipal, en el 2015. Es un testimonio pictórico de los barrios, oficios y costumbres de León. Además, en él están retratados 21 personajes que marcaron la vida de la ciudad.

El maestro Jesús Gallardo dejó un legado ineludible en su obra y su quehacer como precursor de generaciones de artistas que han pasado por la Universidad de Guanajuato y por la galería que lleva su nombre.

La comunidad artística y cultural de León despidió a su más destacado artista contemporáneo el 12 de octubre del 2018, sin embargo, su memoria y legado continuarán.

 

Texto publicado originalmente en Revista Cultural Alternativas 100. Guanajuato desde el pincel de Jesús Gallardo


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