La democratización de la foto por la tecnología 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

La democratización de la foto por la tecnología

Por Humberto Bermúdez Cárdenas   01/08/18

Por naturaleza la humanidad se encuentra en constante cambio; sin embargo, y a pesar de que es una condición natural, resulta contradictorio que exista una resistencia al cambio que emana cada vez que surgen cosas nuevas. Se forman dos bandos: quienes están a favor de lo nuevo o quienes desean mantener el status quo.

La fotografía no es ajena a estos fenómenos, y ha tenido en la última década una interesante e intensa evolución que involucra la tecnología en los equipos, las plataformas digitales y su “democratización”, logrando volverse una actividad mucho más popular y sobre todo, accesible.

En los más de 12 años que llevo como fotógrafo, he sido testigo del cambio que significó el avance de las cámaras réflex digitales, la evolución de las cámaras compactas y la incursión de los celulares en la fotografía. Viví el nacimiento de Instagram, la decadencia de Flickr, el breve destello de 500px, el cambio de Photoshop a Lightroom y el exponencial aumento de fotógrafos gracias a todo esto.

Los  cambios han sido geniales, pero trajeron nuevos retos y confrontaron a la comunidad de foto; pues de la noche a la mañana, aparecieron miles o quizá millones de “nuevos fotógrafos”, y aunque ya existían quienes no aportaban mucho devaluando y abaratando el trabajo de los fotógrafos, en un instante aparecieron miles que hacían el trabajo gratis o a cambio de una mención en alguna red social.

Aunque entre los beneficios está el que toda esta gente, que comenzó usando aplicaciones como Instagram, ha ayudado a que esta actividad tenga mucho mayor difusión, consumo y alcance actualmente. Generó mucho interés en millones de personas en la fotografía y esto condujo a que muchos comenzaran a comprar cámaras; primero compactas y point and shoot. Después muchas marcas empezaron a vender sus equipos de gama baja como las réflex digitales, logrando que fueran más accesibles para muchos, y entonces llegó el peor de los miedos de todo fotógrafo profesional: esa gente que se cree fotógrafa y tienen una cámara réflex.

Lo interesante de esto es que por algunos años esto fue el dolor de cabeza de muchos en la industria de la foto, pero al cabo de unos años, algo que pocos vislumbraron y capitalizaron comenzó a suceder: esa gente quería aprender más y necesitaba de profesionales que dieran cursos, talleres. Lo que llevó a que algunas marcas comenzaron a ofrecer talleres para aprender a manejar sus equipos.

Por otra parte, también la apreciación del público hacia la fotografía sufrió un cambio drástico. Primero por los formatos, pasamos de las revistas y periódicos, a las pantallas de las computadoras y actualmente los celulares y tabletas.

También influye la cantidad de imágenes que consumimos a diario ¡es realmente vasta! Esto hace que nuestra atención para apreciar un foto se reduzca, en el mejor de los escenarios, a 1 o 2 segundos porque normalmente son fracciones de segundo los que retenemos la vista en una imagen en nuestra pantalla.

Es en ese momento en el que la gente deja de apreciar las fotos por su valor histórico, la composición que tenga o el mensaje que pueda comunicar gracias al encuadre realizado por el fotógrafo, se inclinan más por las fotografías “visualmente más impactantes”, aquellas que en inicio lucen impresionantes, por sus colores sorprendentes o los lejanos y paradisiacos lugares que muestran.

Y es que varía mucho cómo se aprecia y disfruta una foto dependiendo de si la vez en un celular, en una pantalla de 40 pulgadas, impresa en 4x6, o del tamaño de una pared.

Soy optimista y creo que es cuestión de que quienes conformamos esta comunidad y la escena de fotografía en México podemos aprovechar todo este tipo de retos y  confrontaciones porque ayuda a que surjan personajes con ideas disruptivas que logran capitalizar esa revolución existente en periodos de cambios y evolución, logrando crear o generar cosas interesantes que revitalizan por completo nuestro mundo.

Fotógrafos como Henri Cartier-Bresson o Sebastião Salgado, no tuvieron educación formal, pero el conocimiento que generaron y plasmaron en sus libros, conferencias y entrevistas nos ayudan a muchos, y aportan a la academia. Eso es justamente lo que debemos tratar de hacer: aprovechar todo ese conocimiento y hacerlo accesible para el resto de las personas que busquen involucrarse en la fotografía desde cualquiera de sus ángulos.

Fomentar una cultura disruptiva y aprovechar mejor las herramientas tecnológicas, es algo que no solo beneficia a la comunidad de fotografía mexicana, también logrará que rompan paradigmas que mantienen el statuos quo, y eso mejorará la integración y colaboración entre todos los que conformamos ésta y otras comunidades.

Tratemos de crear ayudándonos de lo que se hizo antes y se está haciendo ahora, lo viejo y lo nuevo pueden convivir y aprovecharse lo mejor de ellos para generar y construir mejores propuestas.

Texto publicado originalmente en la Revista Cultural Alternatovas 96. La democratización de la foto. 


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