Leer con perspectiva de género

Entre tantas reacciones ante los movimientos #MeToo y Time’s Up, existe ahora una preocupación por el hecho de que ya no será posible disfrutar de algunos buenos libros, películas y series, ahora que sabemos que sus autores o directores han sido acusados de ejercer violencia contra las mujeres, que han acosado e intimidado por muchos años sin ninguna consecuencia.

Esta preocupación en ocasiones lleva a ver en estos movimientos feministas una forma de censura, como si el objetivo de denunciar al machismo que nos hemos acostumbrado a ver en el arte y en la vida real fuera limitar la libertad de expresión. Algunos insisten en que el valor de una obra de arte debe juzgarse independientemente de su contexto, sin involucrar una agenda política, pero desde mi punto de vista, en la práctica esto es muy difícil de realizar, si no imposible. Todos leemos desde el lugar particular que nos dan nuestras identidades (étnicas, nacionales, religiosas, según nuestra edad, género y sexualidad), y pretender que la interpretación correcta empieza por ser ese lector o espectador neutro significa frecuentemente para las mujeres estar obligadas a identificarnos con una perspectiva que no nos representa.

Leer con perspectiva de género no significa clasificar nuestros libros y películas en «machistas» y «no ofensivos», y deshacerse de los primeros. Leer con perspectiva de género no se trata de censurar; se trata de reconocer que el mundo está organizado de acuerdo a un sistema que establece que hay actitudes, actividades y conductas apropiadas para hombres o para mujeres, y que esta organización es asimétrica, pues deja a las mujeres en desventaja. Nos enfrentamos a una cultura en la que educarse y escribir no se han considerado actividades apropiadas para las mujeres (todos conocemos la historia de Sor Juana Inés de la Cruz), y en la que los géneros «femeninos» (diarios, novelas rosas, libros de cocina, películas románticas) siempre se han desprestigiado. Leer con perspectiva de género es una lectura en resistencia, que implica transformar totalmente el tipo de historias que es posible y válido contar. Significa también transformar el modelo cultural que tenemos acerca de los artistas. Por ejemplo, cuando un periódico se refirió a la cuentista canadiense, y ganadora del Premio Nobel de Literatura, Alice Munro como «un ama de casa»; el revuelo que suscitó este comentario nos habla de que nuestra idea de «un gran artista» es incompatible con ser un ama de casa. No tendría por qué serlo, pero vivimos en una cultura en la que las mujeres se definen por ser criadoras y no creadoras, como dice la investigadora Meri Torras. Hablo, en suma, de una lectura que va «en sentido contrario» para reorganizar ese sistema que nos deja en desventaja.

Quiero aclarar, que hacer una lectura crítica de los libros y películas que uno ama no sólo es posible, sino necesario. Comparto una anécdota que ejemplifica esta decisión de leer a contracorriente. A la escritora cubano-estadounidense Carmen María Machado le gustaba "La sirenita" cuando era niña, como a muchas mujeres que crecieron en los años noventa. Hoy, ella elige no identificarse con Ariel, la princesa que es recompensada por ser bella y silenciosa, sino con Úrsula, la villana desinhibidamente ambiciosa, que además es feliz en su cuerpo voluptuoso de mujer-pulpo, tiene un corte de pelo fantástico y se adorna con lápiz labial rojo. La lectura feminista de Machado sirve para demostrar que nuestra cultura suele marcar a las mujeres poderosas como brujas, monstruos o villanas. Se castiga a las Úrsulas mientras que se premia la docilidad.

Además de reinterpretar los libros y películas clásicos, lo que los fans podemos hacer es exigir es otro tipo de narrativas en las que las mujeres hagan otras cosas que no sean sólo enamorarse o enloquecer. Debemos esperar personajes complejos y no estereotipos. También podemos leer más libros escritos por mujeres, ver más cine dirigido por mujeres. En lugar de censurar, estaremos exigiendo mejores historias. ❧

Texto publicado originalmente en la Revista Cultural Alternativas 94. Leer con perspectiva de género.