3 poemas de Agustín Villalpando 

León, Guanajuato

Literatura

3 poemas de Agustín Villalpando

Por Agustín Villalpando   08/01/18

Con un ‘Desarmador', Agustín Villalpando nos introduce de a poco por los laberintos de la poesía, de muros altos e interminables, su ‘Eco’ resuena en cada pared, hasta encontrar ‘Los matices de mi infancia’. Este joven escritor leonés se suma a nuestra oferta literaria con tres poemas listos para poner al asador. 

 

Desarmador

Persistía en prender el televisor. El mosquito de las 12:03 a.m. me acosa. El insomnio me reprocha e imagino a un “miki mouse con tijeras”.

La geisha de mi sueño nunca se quitó la bata. En la universidad nos prometían llegar a ser orangutanes monopolistas. Tenía el primer requisito: el traje de mi tío Luis.

La geisha se extinguió, entonces llegó la azafata. Daba indicaciones, sudando le pedí su teléfono. Soy casada me dijo.

En la calle, solo veía gente escupir. Aun así, me negaba a crecer. La vida es gratis, me decía una mujer que sostenía un anzuelo.

Visité a mi madre, fatal. Se seguía quejando de mi padre, quién cumplió su sueño: la fama instantánea. Es luchador profesional.

Volvía a casa. Bebía cerveza y pensaba. No salía de noche. La ciudad es una coladera. Calles de lodo y basura. Prefería discutir con el espejo roto.  

 

 

 

Eco

En la calle

susurro juicios.

Llevo impermeable. Evito mojarme.

La gente se lamenta demasiado. 

 

Mirar a los ojos

es benigno.

Despegar la lengua

también.

 

Las palmadas

 no son necesarias.

 Las conclusiones,

 baratas y arbitrarias

 

Las recetas son puentes,

donde ebrios debaten su existencia.

 

“¿A qué te quieres dedicar entonces?”

NUNCA HAY RESPUESTA.

Busco ciegamente el exilio.

El televisor ríe conmigo.

Mil  disculpas:

La corbata no es un amuleto.     

 

 

 

Los matices de mi infancia


La histeria
-un pasatiempo-
deja cicatrices:
ideologías

Siempre observé
los matices de mi infancia.
Aquel perro tuerto
que quería tanto:
nunca se comía mis tareas.

Malestares nocturnos:
El parpadeo
de la farola,
el laberinto
de las sábanas,
el colchón de
la litera.

El matamoscas:
un fetiche.

Esperé sentido
y seguía a la gente:
un abismo.

El dogma:
la palanca del retrete.

 

Agustín Villalpando (León, 1991). Su trabajo literario ha sido publicado en revistas como Tres Pies al Gato.

 


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