¿Educación? Libre, por favor 

León, Guanajuato

Ciencia, Educación y Tecnología

¿Educación? Libre, por favor

Por Gabriela Arriola Cadena   10/08/17

Si pensamos en la educación como una práctica casi instintiva y que nos define como seres humanos, ¿en qué momento llegamos a un grado tan elevado de institucionalización? Es un proceso histórico y un fenómeno antropológico que vale la pena cuestionarse y que por motivos de espacio profundizaremos en otra ocasión.

 

¿Cómo empezamos?

Conocí el concepto de educación en casa cuando mi hijo mayor tenía apenas dos años de edad. Estaba buscando información sobre estimulación temprana en internet, cuando por casualidad encontré artículos que se referían al “homeschooling”. El tema atrapó mi interés de inmediato y continué leyendo al respecto, de tal manera que en cuanto tuve la oportunidad, comuniqué a mi esposo estas ideas y también la inquietud de llevarlo a cabo en nuestra familia. A pesar de que tampoco estaba familiarizado, de inmediato comprendió el concepto y estuvo de acuerdo, prácticamente sin titubear.

Las dudas

Desde ese momento comenzamos a conseguir materiales didácticos, libros para niños, etcétera; no sin antes pasar por fuertes dudas e incluso temor, ya que indudablemente educar en casa (sin escuela) está bastante fuera de lo convencional y de lo que practica la gran mayoría de las familias. El primer reto significó salir de lo normal y experimentar un sistema que no incluye un camino definido, decidirnos por una dinámica diferente tanto en el día a día, como a largo plazo.

La crítica

Otro de los retos importantes a vencer es la opinión y cuestionamientos de las personas cercanas (y no tan cercanas). Definitivamente, por muy firme que sea tu decisión y tu convicción, es difícil sobrellevar esta parte.

Empezando por la familia, resulta completamente natural que los abuelos y los tíos tengan preocupación por los niños, particularmente porque la escolarización de los niños es algo que por lo regular no se cuestiona: a la escuela vas porque vas y punto, es lo más común.

Y siguiendo con vecinos y conocidos que siempre preguntarán por qué lo has decidido así, cuando curiosamente jamás se cuestiona lo contrario. Nunca he sabido que se cuestione a los padres el por qué se les ha ocurrido enviar a su hijo a la escuela.

Las motivaciones

¿Qué es lo que pesa más cuando pones en la balanza por un lado la escuela y por el otro la educación en casa? Podemos hablar de varias cosas como, por ejemplo, que los niños aprenden a su ritmo y sin presiones; que desarrollan la capacidad para gestionar su propio aprendizaje, decidiendo por ellos mismos cuándo y qué requieren aprender; que no sólo se conserva, sino que se estimula su naturaleza de investigadores, científicos y artistas; que ven el aprendizaje no como una obligación, sino como un gusto y un juego; que no se estresan con exámenes ni tareas… y podría continuar alargando la lista.

Sin embargo, pienso que, aunque cada una de estas razones tiene gran importancia, es fundamental considerar que la educación en casa implica también un estilo de vida más libre, en el que no hay un camino marcado, en el cual las actividades de aprendizaje y convivencia ocurren sin intervención de instituciones.

Actividades fuera de casa y socialización

Educar en casa no significa encierro. En nuestro caso, la energía, el tiempo y el dinero que invertiríamos para la escuela, lo ocupamos para otras actividades, siempre que es posible, de modo que nuestros hijos han estado en clases que complementan su aprendizaje y en las cuales conviven con otros niños de diferentes edades, tales como taekwondo, pintura, gimnasia, piano, y muy recientemente, natación y robótica.

También conviven frecuentemente con otros niños con quienes entablan amistad en ludotecas, bibliotecas, sitios de juegos infantiles y amiguitos que están en el sistema de libre educación o que van a la escuela. Incluso, a veces nos acompañan al trabajo y otro tipo de actividades en las cuales tienen contacto directo con la naturaleza, con personas y con situaciones en las cuales desarrollan un aprendizaje en verdad significativo, participando en la resolución de pequeñas situaciones y también emprenden sus propios proyectos.

Esta es la forma en la que nosotros vemos que nuestros hijos socializan en diversas circunstancias. Si es suficiente o no, creo que es muy difícil determinar una dosis o tipo de socialización diaria requerida. Menciono este asunto porque es una de las preguntas más frecuentes cuando comentas a alguien que tus hijos no van a la escuela, como si estuvieran todos los días aislados del mundo, cuando es al contrario.

Certificación

Existe un programa del INEA, especialmente para niñas y niños que no han asistido a la escuela por cualquier causa. En dicho programa pueden acceder a asesorías y un plan de acreditación personalizado, de tal manera que tienen la posibilidad de tener un certificado, idéntico al que se obtiene al asistir a la escuela.

Diversidad y respeto

Es importante aclarar que en ningún momento desdeñamos o criticamos la educación en la escuela, ni mucho menos pensamos que la educación en casa sea mejor a priori. Únicamente puedo y quiero afirmar que la educación sin escuela es posible, que somos cada vez más familias en León las que decidimos por esta opción, que es completamente viable y que nosotros como padres lo consideramos la mejor opción para nuestra familia. No lo es para todas, igual que la escuela no necesariamente es la mejor opción para todos.

Contexto internacional

En algunos otros países la educación en casa o educación libre también va adquiriendo auge, como por ejemplo Chile, España y Estados Unidos. En este último ya se encuentra reconocido y regulado en algunos estados, de modo que existen investigaciones serias sobre las ventajas de la educación en casa e incluso hay universidades de gran prestigio que ya no exigen ningún tipo de certificado para el proceso de admisión, y solamente toman en cuenta los exámenes y entrevistas diagnóstico. Creo que en México se vive un proceso similar, aunque claro que en un estado mucho más incipiente.

En conclusión

Para nuestra familia, la educación libre conforma una experiencia a través de la cual aspiramos a una educación menos institucionalizada y más humana. Quizás como contracorriente, quizás como rebeldía en un sistema económico y social en el cual importa más el tener que el ser, donde importa más el certificado que la formación, y la calificación más que el aprendizaje. Y también porque disfrutamos que la educación es un proyecto familiar en donde aprendemos de forma permanente y en el que cada día es un reto y una aventura. 

 


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