Tres cosas hacen más daño que el amor

En Serbia y Rumania pueden llegar a pasar situaciones extrañas y la soledad lejos de casa resulta casi insoportable. Nydia Pando nos invita a descubrir tres cosas que hacen más daño que el amor a través de un viaje literario, postales donde el dolor y la sangre son el pasaporte a otra realidad y donde el amor parece estar del otro lado del mundo.

Tres cosas hacen más daño que el amor

“Comprendí enseguida el significado repentino del viaje.
No te marchabas de Atenas, te alejabas de mí”.
El ojo del gato, Stratís Myrivilis

En Serbia comí hamburguesas con col y bebí rakia hasta que se me destrozó la garganta. En Serbia jugué a la pelota con seis países diferentes y me cayó un balón en la cabeza. Me dejó tonta. En Serbia me curaron el dolor del pelotazo con marihuana en un callejón donde fumamos la española, el alemán y el iraní hasta que se nos inflaron los ojos como pelotas y nos arrastramos a la habitación.

En Serbia pude ver que los juegos son en habitaciones pequeñas donde compartes baño con una rumana, una eslovaca y una keniana; que los juegos se explican en inglés y todas terminamos perdiendo. En Serbia supe que la derrota no nos duele tanto si estamos juntas.

En Rumania las criaturas tomaron la noche y yo formé los tropiezos. Nunca sangré tanto en ninguna parte. En Rumania las criaturas tomaron la noche, yo nunca sangré tanto en ninguna parte ni me golpeé tan duro. Era una llamada desesperada que imploraba a los vampiros que vinieran a chuparme, pero estaba a 200 km de distancia de la región de Transilvania y nadie quería llevar a una desangrada a otra parte que no fuera el Hospital General de Timisoara. Gellu Naum habla del hilo de sangre que salía de su bolsillo y a mí se me desangra la cabeza, las rodillas, la frente y el hueco entre las piernas que suplica amor. Ámame otra vez, por favor, que estoy en una ciudad donde nadie se entera que sangro y a mí se me va a caer el útero de dolor, las chicas se han ido y la derrota no es benévola conmigo. Las criaturas abandonan la casa de madrugada y no salgo de esta habitación porque las radiografías indican que la grieta en mi frente es sólo el comienzo de algo mucho peor. Detén esa tragedia, querida, me dice la médico con una sonrisa y un rumano que no entiendo, me guiña el ojo y me inyecta algo intenso que cesa mi temor. Sale del cuarto diciendo en un inglés rasposo: tantos años de experiencia me hicieron entender que, entre mujeres, hay que inyectarse de todo para eliminar tres cosas que nos hacen más daño que el amor: el miedo, las arrugas y el dolor.

Nydia Pando (Guadalajara, 1992) Ha publicado en revistas como Tierra Adentro, Revista Intemperie, Periódico de Poesía de la UNAM, Cuadrivio. Publicó su primer libro Mis cortos regresos (Paraíso Perdido, 2014) y ha colaborado en otros libros. Ha sido tallerista en México y Praga. Ha sido beneficiaria de becas de investigación (Mitacs Globalink, ÉRLI para Canadá; PIFI para Francia) y festivales culturales como ISFIT (Noruega, 2017), ISWI (Alemania, 2015 y 2017), Iswint (Rumanía, 2016) e ISWIB (Serbia, 2016).

• Texto publicado en la Revista Cultural Alternativas N83 Abril 2017