Un teatro que se puede saborear 

León, Guanajuato

Cine y Escénicas

Un teatro que se puede saborear

Por Karen Elizabeth Robles Gamiño    21/02/17

A punto de cumplir 15 años como uno de los foros independientes con más actividad en la ciudad de León: Los Azulejos, se ha convertido en un sitio emblemático para el descubrimiento de las artes escénicas y la degustación de platillos tradicionales. Armando Holzer nos comparte un poco de su experiencia como fundador de este espacio y director de Teatro de la Complicidad y Trayecto. 

 

Cuando se trata de foros, lo primero que se viene a la mente es hacer una distinción entre los institucionales y los independientes. El teatro, como acontecimiento entre público y artista, no distingue de estas categorías, y aunque los llamados independientes van y vienen, algunos se quedan hasta imprimir su propio sello de garantía.

El sazón no es lo único que ha hecho de Los Azulejos un lugar concurrido en la ciudad, Teatro de la Complicidad y Trayecto han provocado que este espacio sea algo más que un restaurante tradicional. Entre platillos y charolas con mano abajo, en un momento se escucha decir: “tercera llamada, comenzamos…” y justo ahí, empiezan a combinarse nuestros sentidos para dar paso a una deliciosa experiencia escénica.

Esta es una entrevista al venezolano Armando Holzer, director en Teatro de la Complicidad y Trayecto, que fundó el Teatro Restaurante Los Azulejos hace casi 15 años (2003): un ejemplo de permanencia.

¿Cuándo y por qué surge esta mezcla de restaurante y foro teatral?

Surge en el deseo de generar en el comensal de un espacio que estaba destinado definitivamente al sentido del gusto, otros intereses que trascendieran el plato de la comida o la gastronomía misma, ampliando así el paladar hacia otro sentido. Con la palabra y la música, buscamos generar una relación directa con el espectador que no borrara la tradición gastronómica que ya existía en el lugar y que ampliara el espectro de sensaciones. Fue un poco a la inversa, no fue imponer una sala de teatro a un restaurante, sino generar esa natural ampliación, pasar del comensal al espectador sin restar calidad a ninguno de los dos. Y bueno, surge también de la necesidad de espacio, porque éramos en ese momento un grupo de teatro buscando un lugar para poder tener práctica, acción y permanente relación con el espectador.

A la hora de la función, ¿cómo se entrelaza el servicio de alimentos con la obra?

Todavía seguimos experimentando dinámicas. A la hora de la función tratamos de complementarnos con el servicio de alimentos, para que el espectador logre percibir que entra a un espacio que no es el espacio solo del restaurante. Eso lo hemos logrado con la música, un elemento que se percibe al entrar al foro escénico y marca una diferencia.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar en esta dinámica?

Muy experimental, porque tenemos comensales que no van a la obra de teatro, sino que se encuentran con un repertorio escénico, y por otro lado, tenemos espectadores que no van a comer. Entonces ha sido una dinámica que va relacionando el servicio de distinta manera según cada pieza. Todavía lidiamos con eso, pero el espectador cada vez más da muestra de que hemos logrado un comportamiento del público, por ejemplo que no se sirva comida en medio de la función o la relación con los intermedios. Tanto empresarios como creadores, vivimos tratando de encontrar dinámicas nuevas para que el espectador se sienta menos en un espacio premeditado y pueda desarrollarse más en él la relación total de sentidos.

¿Qué cree que sucede cuando se conecta el paladar con el teatro?

Algo maravilloso, porque en lo que estás oyendo, oliendo o saboreando, estás presenciando algo que hace una suma de sensaciones. Entre que comes, escuchas, ves, de alguna manera el mismo cuerpo que está allí presenciando todo esto también le da cierta importancia a cada una de las experiencias. A veces gana el guacamole y en otras la lágrima, la risa. Se han logrado espacios de silencio en un punto público, esto te dice que el público es más espectador que público, y que está espectando y está en una experiencia total.

¿Qué tipo de teatro podemos encontrar en Los Azulejos?

Mucha propuesta sensible. Nos hemos caracterizado por trabajar con géneros populares, clásicos y contemporáneos también. Este año tuvimos una experiencia que se llamó Doble Vía, fue un híbrido de café concierto, que es un género muy europeo que ha formado gran parte de nuestro repertorio y que hemos mezclado con la carpa, el vodevil, la farsa, el esperpento y el teatro periodístico. Y bueno, con Doble Vía logramos una mezcla de café concierto con algunos elementos nuevos, como un invitado en relación a un tema que nos permitiera poner en discusión ciertas filias, fobias o parámetros sociales, por ejemplo la maternidad, tema con el que comenzamos.

¿Qué características comparten las compañías teatrales que el foro recibe?

Por lo general son compañías de cierta tradición en la ciudad. Regularmente el espectador comensal de Los Azulejos no va al teatro o a esos espacios donde se presentan estas compañías, y al hacer coincidir a las compañías con este espectador, suceden cosas muy curiosas, la mayoría del público se interesa. Los festivales los creamos a partir de un autor, de un género o de un aspecto en el que el actor entra en diálogo con el espectador.

¿Qué es lo que nos puede ofrecer el espacio escénico de Los Azulejos que nos haga volver a él?

Experiencias muy relacionadas al oír, a la palabra en acción. Es la palabra en muchos sentidos, ya no es relacionada estrictamente a un género, sino la palabra como movilizador, musical, como opinión.

 

 


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