El hombro de Orión: Todos fuimos migrantes 

León, Guanajuato

Cine y Escénicas

El hombro de Orión: Todos fuimos migrantes

Por Juan Ramón Velázquez Mora   25/11/15

La migración constituye un hecho violento por sí mismo. Nadie tendría que renunciar a su mundo si no quiere, pero este es el caso de miles de personas quienes al igual que el personaje de Vito Corleone en El Padrino, tienen que renunciar a todo lo que conocen y emigrar a un lugar desconocido a causa de la violencia que ejercen los estados y las ideologías.  

 

 

El pequeño Vito Corleone canta una tonada melancólica dentro de su celda de Ellis Island mientras ve a lo lejos la Estatua de la Libertad en 'The Godfather Part II' (Coppola, 1974). Él, como muchos, se había visto en la necesidad de renunciar a todo lo que constituía su mundo y emigrar a otro lugar en donde se hablaba otra lengua, existían otras costumbres. Creo que el caso de Vito Corleone es el mismo que el de todos los que se ven forzados a emigrar; creo que en el fondo de ese hecho existe siempre una profunda violencia.

Emigrar por necesidad es, en sí, un hecho violento. Nadie tendría por qué verse en la necesidad de renunciar a su mundo si no quiere. Y la violencia no siempre tiene que estar encarnada en vendettas de mafiosos sicilianos como en el caso del Padrino. Muchas veces la violencia que obliga a emigrar es la que ejercen los estados y las ideologías, ya sea directa (la guerra, el genocidio, las revoluciones) o indirectamente (cuando los estados descuidan las obligaciones que tienen con sus ciudadanos y las cosas empiezan a salir muy mal).

 

 

Vito Corleone, obligado por sus circunstancias, se ve forzado a repetir los mismos patrones de violencia y abuso que lo obligaron a dejar su país en primer lugar. Pero este caso es excepcional, ficticio y, aun así, el guión de Coppola es lo suficientemente sabio como para darnos un personaje complejo, lleno de matices y contradicciones, y no una simple caricatura. La narrativa doble, alternando el escenario de principios del siglo XX y el de la época del Macartismo, es una de las técnicas narrativas que vuelven aún más interesante la segunda parte de la saga de gangsters. Comparar a través de líneas paralelas cómo evoluciona la historia de la familia a partir de la infancia del patriarca eleva las posibilidades de sentido y produce una intensa experiencia estética.

El cine es capaz de brindarnos experiencias (vicarias) que no seríamos capaces de abarcar con una sola vida. Todos los que hemos visto la saga de los Corleone hemos tenido la ilusión de vivir en medio de las grandes migraciones europeas a América para después tener que conseguir los medios para subsistir de la manera que mejor nos sea posible. Es más probable, entonces, que nos sea más sencillo empatizar con las personas que siguen viviendo esta clase de crisis en todo el mundo y en todas las épocas. El arte, al contrario de lo que piensan muchos, no es una frivolidad en medio del horror del mundo; más bien es un modo -entre otros- de volvernos más humanos, más sensibles al espanto y la belleza inefables que nos rodean siempre.


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