Oliver Sacks, en la memoria de sus lectores 

León, Guanajuato

Ciencia, Educación y Tecnología

Oliver Sacks, en la memoria de sus lectores

Por Luis Alberto Moreno Reynoso   31/08/15

Oliver Sacks brilló como neurólogo y como un gran divulgador de las maravillas del cerebro a través de sus obras literarias. Sacks murió el domingo 30 de agosto en su hogar en Nueva York pero dejó tras de sí una estela de logros y una vida inspiradora. Los relatos de este hombre que convierte a enfermos en personajes apasionantes, quedarán grabados en la memoria de miles.

 

 

El filósofo Aristóteles consideraba que el cerebro desempeñaba un papel secundario en el cuerpo. Según él, era una flema cuya única función consistían en ser una especie de radiador natural para refrigerar la sangre. Esta idea, rescatada por Julio González Álvarez en su libro Breve historia del cerebro, sería hoy en día difícilmente aceptada.Los estudios respecto al cerebro y su funcionamiento han avanzado a pasos agigantados desde las últimas décadas del siglo XX y continúan hoy en día, permitiendo tener una visión más profunda y compleja que la del filósofo griego.

Estos avances no vienen solos, los acompañan siempre diversos hombres y mujeres que tenazmente trabajan en aras del conocimiento, pero si bien muchos de ellos lo hacen exhaustivamente, pocos han procurado llevar sus observaciones a círculos más allá de lo académico al hacerlos más accesibles y divulgaros a un público más amplio. 

Entre aquellos que lo han hecho y de una manera francamente magistral encontramos al recientemente fallecido doctor Oliver Sacks, autor de múltiples libros, entre los cuales podría mencionarse como uno de los más populares y que lo consagró como un magnifico escritor, y considerado ya un clásico: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, donde Sacks nos expone una serie de casos que leídos en cualquier otro lado son dignos de una antología de lo increíble, pero expuestos por él nos acerca de modo apasionante al funcionamiento anormal del cerebro, y si bien estos relatos son leídos con gran facilidad y pocos tecnicismos, el doctor Sacks no deja de lado su formación profesional y permite que estas historias asombrosas sean útiles tanto a los profesionales médicos y el público general. 

En otro gran libro de Sacks: El tío Tugsteno (libro autobiográfico de memorias de su infancia), puede leerse en el primer capítulo:

"Constantemente les preguntaba cosas a mis padres. ¿De dónde venía el color? ¿Por qué mi madre utilizaba la espiral de platino que colgaba sobre la cocina para encender el fogón de gas? ¿Qué le pasaba al azúcar cuando uno lo removía dentro del té? ¿Adónde iba? ¿Por qué el agua borboteaba al hervir?"

Uno pensaría que es la curiosidad normal que todo niño (o casi todo niño) posee en sus primeros años y aqueja a los padres por el tropel desmedido de preguntas que los abruma sin tregua. Pero en Sacks son mucho más, son el principio de un alma investigadora, no aquella que se conforma con la mera observación exterior, no una visión que se limitaba a la mera transcripción de las notas de los males que aquejan a sus pacientes, en él son más profundas y van más allá, buscando entender los males y peculiaridades que los distinguen, pero jamás olvidando que tras esos extravíos perceptivos existía un persona, un alma.

Bibliografía: 

Álvarez, Julio González. Breve Historia del cerebro. España: Crítica 2010. 

Sacks, Oliver. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. México: Anagrama, 2009. 

El tío Tugsteno. España: Anagrama, 2001. 

 


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