A los treinta años de la ESAP 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

A los treinta años de la ESAP

Por Palmira Páramo | Alternativas 62   03/07/15

Dibujamos con una infancia voluntariamente recobrada. 

No son una mesa, una silla, una computadora o un caballete lo que hacen una escuela de artes, ni tampoco todas las herramientas utilizadas en un taller de escultura o serigrafía. No un edificio con salones. Como tampoco son un papel y pintura el arte.

 

 

"El artista habita las
circunstancias
que el presente le ofrece para
transformar el contexto de
su vida (su relación con el
mundo sensible o conceptual)
en un universo duradero”
.
Nicolas Bourriaud[1]

 

Los objetos son herramientas, los objetos son animados por quienes hacen una escuela, son animados por las experiencias y los momentos de la propia vida. La escuela es un espacio conformado por todas las personas que en ella han generado el diálogo, el estudio, la reflexión y la práctica artística. Un espacio que se ha reinventado más de una vez a lo largo de 30 años.

Un lugar para insensatos, que han creído que un lugar para el arte, en el ombligo de esta ciudad, puede hacer algo. Algo en medio de una ciudad clasista, en el interior de una sociedad con cada día mayores índices de violencia, en un mundo virtual que enajena más a todos. ¿Será que pensamos que hay algo que se puede hacer a partir del arte?, ¿será que la sensibilización de las personas permite concebir una vida de otra manera?, ¿será que el decir, el crear o el hacer pueda transformar algo?

Quienes transitan hoy por la ESAP son esos ansiosos de decir, deseosos de libertad, anclados al siempre buscar, gustosos por hacer, esperanzados con el arte, quienes no creen que las cosas deben continuar simplemente como están, quienes creen que siempre hay que buscar la manera propia para hacer, para decir y para ser.

Aquellos que saben que la libertad no es el caminar por la calle de la casa al trabajo, poder elegir un canal de t.v., o escribir lo que se quiera en el muro de Facebook, saben que la libertad se busca y se conquista en cada momento, en cada acción; que hay que estar siempre en movimiento y saber que siempre existe la posibilidad de cambiar de directriz. Saben que la libertad anhelada puede ser buscada incluso entre los muros de lo que fue una cárcel.

Los que con sus manos pretenden dar forma a las cosas, los que a través de líneas quieren marcar una directriz propia y no ser materia de algo o alguien más.

Quienes aplauden que una institución dedicada a la práctica artística siga levantada a sus 30 años. Con la edad de un adulto, pero también con “la frescura de la mirada y la espontaneidad de la percepción infantil. [Como la comparación que hacía Baudelaire entre el niño] “qui voit tout en nouveauté[2] [y el genio], que no es más que “L’enfance retrouvé á volonté”[3], [es decir, con un espíritu analítico y consciente].”[4]

 


[1] Nicolas Bourriaud, Estética relacional (Argentina: Adriana Hidalgo editora, 2006), 12.

[2] [que ve todo con novedad]

[3] [la infancia recobrada por voluntad]

[4] Charles Baudelaire, “Le peintre de la vie moderne”, citado por Victoria Combalia en Baudelaire, crítico de arte: tradición y modernidad. En portal UPCommons. Universitat Politécnica de Catalunya. Consultado en Junio 2015. https://upcommons.upc.edu/revistes/bitstream/2099/1265/1/Baudelaire.pdf

 

 

 

 

 


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