Radiografía de los vicios del cine mexicano 

León, Guanajuato

Cine y Escénicas

Radiografía de los vicios del cine mexicano

Por Ernesto Rodríguez   22/05/15

Históricamente, el cine mexicano ha estado determinado por asuntos casi siempre alejados del ámbito meramente cinematográfico. El haber gozado de una época dorada, gracias a la II Guerra Mundial, entre otros factores, no significó, en ningún caso, garantía alguna de refinamiento estético y, por lo visto, tampoco de éxito empresarial a largo plazo.

 

Hacia los años sesenta la industria terminaría por colapsar estrepitosamente, producto no solamente del fin de la guerra casi un par de décadas antes, sino también, y principalmente, por los vicios que la propia industria se encargó de repetir hasta el cansancio; podría decirse que se devoró a sí misma, y el costo fue tan elevado que jamás pudo recuperarse del golpe.

Hacia los setenta, la producción cinematográfica tuvo, aunque pequeño y efímero, uno de sus momentos más brillantes. Ya sin la industria haciendo y deshaciendo a sus anchas, las producciones oscilaron entre dos vertientes más o menos diferenciadas: el cine auspiciado directamente por el Estado y otro de corte mucho más experimental e independiente. Aunque algunos de sus antecedentes vengan de la Época de Oro, y de su posterior declive, resulta paradójico que sea este el momento en que mayores riesgos creativos parecieron tomarse.

Quedarían casi para siempre atrás, por lo menos durante todo ese período, las mismas temáticas aburridas y formas planas de las décadas precedentes, repetidas hasta el hartazgo. También la inocencia, la inmediatez y la facilidad.

No podríamos hablar de un cine, en bloque, de interés más social, pero sí preocupado por experimentar esa vertiente casi nada explotada en México (Buñuel, Alcoriza), influenciada fuertemente por el arte, la literatura y el cine foráneo. Cazals, Hermosillo o Ripstein por el lado ‘oficial’, Corkidi, Gelsen Gas, López Moctezuma por el independiente, entre muchos otros, le dieron una cara absolutamente diferente a la narrativa cinematográfica dominante, y se les debe reconocer como genuinos renovadores de nuestro quehacer cinematográfico.

Hasta ese momento, el cine en México vivió entonces las dos facetas a saber: la de una industria pujante, poderosa y económicamente saludable; y aquella en la que, menguada y empobrecida, los creadores tuvieron que recurrir a los apoyos gubernamentales para seguir produciendo. Que el régimen político imperante haya tomado casi el papel de productor, fue, y sigue siéndolo, un problema para muchos, no así en el caso de las universidades que apoyaban las otras propuestas. Quizás el maridaje estatal y artístico resulte más peligroso en términos sociales y políticos, pues se corre el riesgo mayúsculo de darle un espaldarazo a regímenes autoritarios, corruptos y necesitados de legitimidad (como el caso del director Servando González). Aunque el segundo escenario no está exento de este y otro tipo de peligros igualmente nefastos (véase Hollywood y la II Guerra Mundial).

En 2006, la propuesta 226 llegaría como una bocanada de aire más que necesario para una industria inexistente que deseaba adquirir un poco de relevancia. El millonario apoyo, proveniente, en términos generales, del Estado, provocó que se financiaran un sin fin de filmes, lo que en teoría es lo que se pretendía: más producción. Después de casi 10 años de su aprobación, acaso sea el momento de preguntar cuántas de esas obras han merecido el apoyo o si en términos comerciales y estéticos esas películas son realmente trascendentes. ¿Están ya entre nosotros los nuevos Buñuel, Alcoriza, de Fuentes, Hermosillo, Ripstein, Gámez…?; ¿Se atreven, como estos, a cuestionar, enfrentar y escandalizar a la sociedad, a sus tradiciones, al arte mismo, a los convencionalismos y a la autocomplacencia? 

No resulta claro, por lo menos para mí, cuál es el modelo idóneo para un cine como el nuestro -una cinematografía menor en general y en comparación con otras-, lo que sí resulta evidente es que los apoyos estatales o las industrias poderosas sirven de poco si la inteligencia, la crítica y las ideas en el trabajo están en absoluto ausentes.

 

 

 


Historias Populares
Historias Recientes

Instituto Cultural de León

Oficinas Generales
Edificio Juan N. Herrera s/n
Plaza Benedicto XVI, s/n
Zona Centro
León, Guanajuato, México.

E-mail: prensaicl@gmail.com
Teléfonos: (477) 716 4301 - (477) 716 4899