La mirada de medusa: arrinconados y serpentinas 

León, Guanajuato

Cultura, Identidad y Patrimonio

La mirada de medusa: arrinconados y serpentinas

Por Lola Horner   24/04/15

Lola Horner celebra un año de colaboraciones con la Alternativas con este texto dedicado a dos tipos de personalidades que se muestran durante cualquier celebración: los serpentinas y los arrinconados. Pase, lea y festeje con nosotros, como mejor le plazca. (Esta es su última colaboración con nuestra publicación, y como siempre, le deseamos éxito en sus proyectos).

 

Con respecto a celebraciones y días festivos, en el mundo existen dos tipos de personas: primero están aquellos amantes de las efemérides que festejan desde la caída de los dientes del hijo mayor hasta el día del planeta, con profusión de globos y confeti. Llamémosles equipo serpentina. Preparan su onomástico con anticipación irritante, cuelgan guirnaldas, se cantan las mañanitas a sí mismos y sus festejos, por regla, duran cerca de la semana, sin contar el pastel con los del trabajo.

En el otro extremo tenemos a los Ebenezer Scrooge de la Navidad, seres amargados que pueden arruinarte cualquier posada si te toca el infortunio de sentarte junto a ellos, quienes por principio no contemplan cumpleaños, aniversarios, días de San Valentín ni miércoles de ceniza. Para estos, la pesadilla perfecta es verse atrapados entre personas entusiastas y cursilonas que igual cantan villancicos que ‘Happy Birthday’; todo pretexto es bueno para el bailongo. Les llamaremos los arrinconados, porque son muy fáciles de distinguir: si sufren la mala suerte de tener que asistir a algún evento, se aferrarán al rincón más lejano del espacio (no importa si es un jardín, un salón o el comedor de su casa) y tratarán de fingir que están concentradísimos en contar las grietas de la pared, todo con tal de no hablar con nadie.

Aunque ambas especies hacen todo lo posible por no toparse, de pronto ocurre lo inevitable y algún arrinconado se ve en la necesidad de rogarle a la serpentina de turno (pareja, amigo, madre, sobrino… da igual) que por favor no le organice fiesta (¡de sorpresa, además!), que en serio él dejó de celebrarse los cumpleaños en cuanto pudo y está muy bien así. Ni qué decir tiene que esto se presta para herir toda clase de susceptibilidades. A la serpentina la actitud del arrinconado le parecerá por lo menos grosera. ¿Quién en este mundo no quiere que lo festejen y lo amen, que le embarren la cara de pastel y se pongan borrachos en su honor? Para el arrinconado, en cambio, toda justificación será políticamente incorrecta. Se han dado casos extremos de arrinconados que vienen a caer en familias políticas del tipo serpentina (lástima no haberse dado cuenta antes de la boda), y que empiezan a sufrir de estrés pretraumático cuando ven venir la temporada fuerte, que incluye las bodas de oro de los suegros, el aniversario luctuoso de los abuelos y las fiestas infantiles de los sucesivos sobrinos donde más de uno sufrirá heridas considerables por culpa del palo de la piñata, al cual el arrinconado le hubiera podido dar mucho mejor uso, pero en cambio espera estoicamente a que se acabe de partir la gelatina para salir huyendo.

Afortunadamente, los aniversarios literarios no requieren de pastel, velitas ni palos de piñata. El ritual que se presenta es similar al de todos los meses: puedes leer o no, dejar la columna empezada o tirarla a la basura. Las líneas están aquí para ti, lector. Serpentinas y arrinconados son por igual bienvenidos. En esta fecha se cumple un año exacto de que comencé a escribir en Alternativas, y, como siempre, las letras constituyen la mejor manera de festejarlo.

 

 


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