Catarsis en los ‘tamales’ y deseos en la calle

El espacio público es un lugar de encuentro, se trazan caminos, el movimiento  con la prisa del sol; y encontramos también a quienes esperan antes de moverse: lo cotidiano. En ambos, existen distintas pastillas contra la prisa o la espera: el rompimiento y la experiencia; como lo que otorgó el LACEIP en su primera intervención, ‘Los tamales de la suerte’.

El Laboratorio de Creación Escénica para la Intervención del Espacio Público (LACEIP), es uno de los proyectos con eco del segundo Encuentro de Arte de León; que sembró en septiembre el objetivo de investigar ese espacio público de los encuentros y desencuentros a través del arte escénico.

Uno de los resultados finales fue la propuesta ‘Los tamales de la suerte’ que se presentó el jueves 26 de febrero.  Una pieza de intervención que se realizó en la ‘lagunilla’ de la Plaza Fundadores: un embudo urbanístico entre la plaza y un pasaje que da a la circulación de los automóviles. Dotado de un flujo peatonal considerable y por ello un espacio ideal para el encuentro. Aquí se colocaron un par de adivinos, quienes en voz alta proponían un intercambio o trueque: deseos por deseos.

El elemento simbólico de intercambio, ‘los tamales’ se ofrecían para la generación de las constantes escenas que fueron sucediéndose. Persona que aceptaba la invitación, emitía un deseo para después, ya con tamal en mano, recibir uno a cambio.

El ejercicio puede parecer simple, pero escuchando los deseos de los ‘valientes’ que se colocaron en el foco de la escena; es un ejercicio que se acerca a la catarsis, al reflejo de lo que día a día se vive. Se le dio voz a esos deseos que se saben y que no se dicen a plaza abierta, o a los que invaden las redes y se pierden  en el anonimato mediático.

La suerte y el contexto se hicieron escuchar: deseos por un mejor país, por un mejor gobierno, por una mejor sociedad; deseos personales de salud o aspiraciones; deseos porque no se pierda ese espacio de convivencia llamado calle, plaza, mercado. Evocaciones de la dinámica, de la rutina y de la sorpresa.

El juego fue la constante, el 'momento' de ser el centro de atención, el morbo por pasar al frente, los valientes y los obligados permitieron el intercambio de experiencias y de emociones. La intervención, además de los místicos mediadores, acompañada de pantallas de televisión con un clip cíclico que mostraba 'los deseos' con los que estaban hechos los tamales.

También estuvieron presentes algunos puntos de riesgos, donde la capacitación de los actores Karenina Rodríguez y Víctor Hernández fue vital. En ese ‘salvaje’ espacio público, no todos los peatones aceptan estas dinámicas; desde los fugaces ‘insultos’, ‘pasadas de largo’ y el quebranto. Puntos de catarsis para las personas con la emoción o los problemas a flor de piel que se toparon con este espacio como un desahogo, la catarsis y los rastros de lágrimas.

El hecho escénico se confirma así, como un espacio de encuentro, y estas intervenciones, lejos de los cotidianos espectáculos callejeros comunes, le regresan el carácter público a la calle, para el intercambio de la vida misma.