VíLuz: Vida y luz hechos sabor

El escenario para la comida esta tarde, bien podría ser la sala de estar de un entrañable y excéntrico tío, un rincón donde uno se refugia en juegos de mesa, en una lectura, o en sí mismo; o bien podría ser un café. Se trata de VíLuz: Café & Brunch y tiene la virtud de ser ambos a la vez. (El Sitio está ubicado en Algeciras #909 esq. Puerto de Coruña. Arbide)

Ariadna Martínez, artífice de este particular recinto, nos recibe en la mesa y antes de hablarnos, como en una especie de rito introductorio, toma algo que parece una nuez verde y la sumerge en un recipiente esférico con agua hirviendo. Luego, haciendo honor a su mitológico nombre, nos guía por el camino que ha recorrido.

De profesión y estudios, Ariadna es bióloga, pero su ambición es más grande que los misterios de la biósfera y el año pasado decidió migrar hacia el reino culinario, movimiento que ya llevaba en los genes. Su madre de Guadalajara y su padre de Querétaro no sólo le dieron la vida sino también la pasión por los sabores y los aromas; además de que las recetas y secretos gastronómicos de ambos ramos de su árbol genealógico se vertieron en ella. Cuenta incluso que en su testamento un tío, “El Tigrillo”, le dejó a su madre su secreto más preciado: un adobo magnífico que coronaba sus cenas navideñas.

Ahora mismo nos sirven un panino de “Tigrillo” y podemos constatar porqué la familia lo esperaba casi más que a la navidad en sí. Este delicioso tigre de carne machacada bañada en adobo, no viene solo en su ataque al paladar. Lo acompaña un especialísimo frappe de té de moras de la selva, que es una maravillosa sorpresa pues el sabor de la fruta viene envuelto, efectivamente, en la inconfundible tonalidad del té. Y al terminar este safari de colores y sabores, se nos trae, en una delgada rodaja de tronco que sirve de bandeja, el postre estrella: ‘El Trotamundos’. Ate con queso y diversas frutas: frambuesa, mango y durazno bañados con almíbar. Podrá parecer muy simple, pero los contrastantes fuegos artificiales que se desatan en el bocado son prueba de que lo simple a veces es lo mejor.

VíLuz es dueño de un elemento cada vez más excepcional en un mundo dominado por Starbucks: personalidad. Animada por su espíritu verde y justo, Ariadna tiene plantas en el lugar que realmente se usan en la cocina, además de que todos los ingredientes y el café son mexicanos, de primera calidad y de preferencia de pequeños productores. Los estantes bajo el mostrador son hogar para libros de toda índole, desde Coelho hasta Neruda, e incluso Darwin; los cuales han llegado de varias latitudes y que están a la espera no sólo de ser leídos por los clientes, sino incluso de ser intercambiados. También hay juegos de mesa, que en este espacio vuelven a la vida que en muchas casas los juegos de video les han arrebatado. Y en las demás estanterías Ariadna ha puesto los tesoros más diversos que ha encontrado en sus viajes por México y por Centroamérica. Este gran carisma viene de toda una familia, de la inmensa creatividad de Ariadna y también y sobre todo, del hecho de que todo aquel que entra a VíLuz no es un visitante sino parte de él.

Al terminar la comida vemos el recipiente esférico con agua hirviendo y nos damos cuenta de que aquello que parecía una nuez se ha transfigurado. La alquimia del agua y el calor han abierto un jazmín que flota dentro del agua, atemporal e inquietantemente hermoso, como un mínimo jardín japonés. Es un té artesanal y al beberlo y contemplar el hipnótico enigma de su flor, sólo queda pensar en el nombre de VíLuz que une ‘Vida’ y ‘Luz’, y entender de pronto, en medio de una sonrisa, que ese nombre no es fortuito. Al salir uno se siente leve e inyectado de felicidad, justo como un jazmín florecido en el agua.