Con ton y son: Artivismo musical 

León, Guanajuato

Música

Con ton y son: Artivismo musical

Por Liz Espinosa Terán   09/12/14

El abuso que padecen unos cuantos nos duele, nos enoja y nos hace vulnerables a todos. Nadie debería ser indolente a la tragedia ajena porque es indirectamente la propia. Por eso la pasividad es la peor de las decisiones, lo contrario: el activismo, tomar acciones concretas de denuncia y transformar a la sociedad, es el mejor camino posible

“Cuando uno impulsa un cambio social, político o ambiental usando sus habilidades creativas para comunicar a través de actividades artísticas eso debe ser conocido como Artivismo”

Frank Berganza

 

El activismo es un camino que se puede transitar de mil formas, no todo son marchas, bloqueos de carreteras, peticiones con firmas multitudinarias o huelgas de hambre: también existe el Artivismo. Cuando se lucha por una causa social haciendo uso de una obra de arte se hace Artivismo. El término es reciente, pero la función del arte como vehículo para generar conciencia sobre un problema social, para gritar ¡YA BASTA! o para animar a la sociedad a cambiar, es tan viejo como el arte mismo.

La música es poderosa: despierta, conmueve, convence y energiza. Tiene además una enorme ventaja: no quema, no destruye, no obstruye el tránsito de los ciudadanos y no infiere lesiones en objeto o sujeto alguno mientras se produce; características que no siempre poseen otras formas de hacer activismo. El Artivismo musical es completamente ajeno al vandalismo que a veces suscitan las causas más nobles, es una manera de combatir la violencia sin violentar a la sociedad que está harta de padecerla.

Más allá de la canción de protesta, que sería el caso clásico, tenemos ejemplos recientes como el Premio de la Paz de Westfalia a la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente que dirige Daniel Barenboim donde reúne a músicos palestinos, árabes e israelíes en espíritu de concordia, mostrando el camino a la convivencia a través de la música. Tenemos ejemplos nacionales como la Lacrimosa, parte del Requiem de Mozart, que la Orquesta Filarmónica de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México dedicó en concierto de gala a los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Café Tacvba, Zoé y otros músicos también han dedicado espacios en sus conciertos para generar en el público conciencia al respecto; protestas de estudiantes de la Escuela Nacional de Música, por el mismo terrible caso, en donde se manifestaron pacíficamente cantando el simbólico coro Va, pensiero de la ópera Nabucco. No todo es protestar, Artivismo también es proponer soluciones a través de la música, como lo hacen las 4 Orquestas Infantiles y Juveniles con fines de transformación social que existen en nuestra ciudad.

Una idea equívoca que deberíamos desechar es que el arte y la democracia son cosa de artistas y de políticos: no solo las ONG’s hacen activismo, no únicamente los músicos profesionales hacen música, cualquier ciudadano que no desee ser víctima de un abuso o que quiera incidir mínimamente en su comunidad para mejorarla puede hacer Artivismo musical. Desde la cosa más simple, como compartir una canción por las redes sociales expresando junto con ella nuestra inconformidad o nuestras propuestas de cambio, hasta cantar a coro en una plaza pública para manifestarse; marchar tocando música para cazuelas y garrafones, y aquí me detengo: no hacer escándalo sin ton ni son con cazuelas y garrafones, sino con una mínima intención musical; realizar un flashmob; colaborar con nuestro tiempo, habilidades o dinero con las causas de desarrollo social que se valen de la música; se pueden encontrar muchas maneras de incidir en la realidad pacífica y artísticamente llevando la imaginación al poder creativo y persuasivo de la música. 

 

 


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