Cuna de Lobos: contra el maniqueísmo 

León, Guanajuato

Cine y Escénicas

Cuna de Lobos: contra el maniqueísmo

Por Ernesto Rodríguez   14/11/14

Carlos Monsiváis afirmaba que las excepciones, y no la homogeneización, conforman los modos de vida. A su vez, Enrique Serna lanza algunos dardos hacia las élites intelectuales que se proponen y logran dividir la cultura en alta y baja, y, además, la despojan de cualquier atributo relacionado con el entretenimiento.

¿Qué tiene que ver Cuna de lobos en todo esto? Que la popular telenovela de 1986 es una de esas excepciones, y por lo tanto, entretenimiento de gran nivel.

Se trata de una telenovela policíaca que desarrolla la historia de una venganza con tintes de humor negro manando a borbotones. Escrita por el dramaturgo Carlos Olmos, la obra se inspira en el filme de Roy Ward Baker, El aniversario, cuya protagonista absoluta, Bette Davis, es una ricachona tuerta y malvada con un sentido del humor extravagante, y que pone en entredicho cualquier convención social y moral que se le atraviese.

Catalina Creel, el telar por donde pasan casi todos los hilos (inspirada en el personaje de Davis), debe casi por entero su personalidad a todas aquellas perversas, ambiciosas y masculinizadas reinas regicidas de la historia europea, y que tienen en la literatura su equivalente más emblemático en Lady Macbeth.

Creel, como aquellas monarcas, plantea la perpetuación de su casta como un ideal. Pero a diferencia de la reina escocesa, Catalina no sufre arrepentimiento de ningún tipo. En cambio, su sentido del humor es legendario y su arsenal de frases fascinante e inagotable. Siempre da la impresión de ser y decir otra cosa de lo que en realidad hace y dice.

Otro de los grandes temas es la lucha constante entre apariencia y realidad. De principio a fin nos topamos con matrimonios amañados, embarazos y partos fingidos, relaciones familiares inexactas, disfraces reales e imaginarios que se usan para asesinar o como vehículo para la venganza. Todo ello bajo el rostro de una autenticidad desbocada. Aquí la frontera es intencionalmente difusa.

El primer episodio y el último se muerden la cola. Algo parece indicar que la historia de los personajes está condenada a repetirse continuamente, como lo demuestra el hecho de que todo comience con una pareja de medios hermanos y su lucha inconsciente por el poder (Creel como catalizador), y termine de igual forma con una pantomima en la que los hijos de éstos, que también son medios hermanos, juegan a no ser ellos mismos sino sus predecesores.

En Cuna de lobos lo malo nunca es completamente malo y la pureza parece no tener especial cabida. Se relativiza maldad y bondad, riqueza y pobreza, y las tachona de humor, sátira y mordacidad. En la inteligencia de la escritura radica la efectividad de su relato. Tiene errores, sí, y muchos. Pero nos gustan las historias defectuosas.

Es posible que Cuna de lobos sea la última excepción de la televisión mexicana. Lo que nos hace preguntar si, por lo menos en nuestro país, es en verdad una plataforma barata y deficiente que limita las formas elevadas de arte y entretenimiento.

Seguro que Carlos Olmos no habría estado de acuerdo. Y quizás menos que cualquiera Enrique Serna, su editor literario. Es probable que la plataforma sea lo de menos y lo que realmente importa sea el talento, las ideas.

 

 


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