El chisme: canal de comunicación del arte 

León, Guanajuato

Arte y Tendencias

El chisme: canal de comunicación del arte

Por Ernesto Rodríguez   21/10/14

Lilia Prado superestrella (y otros chismes), de Ulises Carrión, publicado por Tumbona Ediciones, es el libro que retoma Ernesto Rodríguez para hablar del chisme como elemento activo de la expresión artística. Sobresale la función que cumple como lenguaje y comunicación dentro de las distintas expresiones artísticas 

Considerar al chisme como arte, habilidad, técnica, y además reflexionar sobre el acto de chismorrear como algo culturalmente serio y relevante, no parece ser la finalidad del proyecto de 1981 de Ulises Carrión: ‘Chisme, escándalo y buenos modales’. Si esto hubiese sido así, tal vez se habría limitado a ofrecer un catálogo sociológico de teorías e ilustrarlo, como en realidad también hace, con ejemplos provenientes de diversas disciplinas. Lo que sobresale es la función que cumple como lenguaje y comunicación dentro del arte.

El proyecto consistió en utilizar al chisme como punto de partida para realizar una investigación que finalmente se convertiría en obra o proyecto artístico. Es el chisme como lenguaje, como dispositivo y cadena artificial de comunicación; creación colectiva en la que se da y recibe información. Como un canal, pues, en el que el arte también puede transitar. Carrión difundió algunos chismes sobre sí mismo en colaboración con algunos amigos, e intentó seguirles la pista por la ciudad y observar su evolución. Después realizó una conferencia en la Universidad de Ámsterdam en la que expuso el proyecto y los resultados de su investigación.

Al ejemplificar el porqué de la importancia sociológica del chisme, escándalo, rumor y calumnia, Carrión ofrece, además de explicaciones y teorías de autoridades en la sociología, ejemplos en los que la literatura (Otelo de Shakespeare), la música (El barbero de Sevilla de Rossini) o el cine (Hollywood), ilustran el funcionamiento de aquellos desde sus propias formas. De hecho Carrión hace lo mismo, y los ilustra con una serie de diagramas con flechas que explican su comportamiento.

Su interés por utilizar diferentes canales de comunicación, de producir con otro tipo de lenguajes, lo lleva, en este proyecto, al extremo de trabajar casi exclusivamente con la lengua y el habla. Y para eso necesitará de un grupo social al que por supuesto debe pertenecer, y con el que interactúa utilizando una lengua común. El proyecto tiene también su vertiente escrita e ilustrada: la teoría y su modelo formal.

Aunque no fue la única vez que Carrión trabajó con otros lenguajes y canales “marginales, erráticos, incontrolables” para el arte, este proyecto en particular es único. El hecho de que una obra o un proyecto artístico pueda referirse y ejecutarse casi solamente por la lengua hablada y escrita (puesto que es eso), resulta innovador y sugestivo. Pues el proyecto se asienta sobre un terreno increíblemente movedizo, casi inasible por su esencia siempre cambiante. Las obras artísticas en general se relacionan con el espectador mediante el aparato perceptivo, en el caso del proyecto de Carrión, lo interesante es que la única forma de referirlo o acercarse a él es a través de la expresión más común y cotidiana del lenguaje humano. Es una obra que se dice.

Lo efímero de este proyecto parece compartir su esencia con el chisme, pues sólo quedan los registros de lo que fue, y una conferencia. Como el chisme mismo, el proyecto de Carrión es una creación colectiva en el que la lengua es la materia prima, es decir, una obra creada por un esfuerzo casi anónimo y que dice bastante sobre grupo social que participa.

 

 


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