Carta de amor a las brujas de Macbeth 

León, Guanajuato

Literatura

Carta de amor a las brujas de Macbeth

Por Lola Horner   21/10/14

Cuando pienso en Shakespeare, pienso en las brujas de Macbeth. Siempre he sentido una curiosidad insaciable por los personajes secundarios, aquellos que hacen que la trama se mueva sin ocupar todo el escenario. En un drama repleto de hombres mezquinos y arrogantes, las brujas dotan al espacio teatral de misterio e incluso algunos momentos hilarantes

Las moiras son las que saben, las adivinas. Conocen el destino de todos (o casi todos) los personajes, y por tanto juegan con ventaja. En ese sentido son parientes cercanos del etéreo Ariel, pero también de Puck y el bufón de Lear. Frente a la locura salvaje de Lady Macbeth, las brujas presentan otra clase de locura, más cotidiana; un ímpetu juguetón y aventurero, respetuoso del sino y de las trampas que pueden jugársele. Lideradas por Hécate, nuestras hechiceras son malvadas a conciencia, sin solemnidad.

La figura de la bruja invita al temor y la curiosidad a partes iguales. Estos personajes que no se revelan del todo, que aparecen en la obra y son parte integral de la tragedia mas no la sufren, en ocasiones se hallan mucho más cerca del público (espectador, a fin de cuentas) que los protagonistas absolutamente convencidos de su propia y capital importancia.

Seguramente las brujas ya hubieran pateado la calavera de Hamlet y habrían mandado a Ofelia a llorar en brazos de un hombre menos problemático. Si por las brujas fuera, Desdémona hubiera cambiado a Otello por alguien sin instintos homicidas, y las hermanas de Cordelia habrían recibido su merecido, tal vez en la hoguera. Si de ellas dependiera, en toda su desordenada sabiduría, Julieta jamás se habría envenenado, porque se hubiera fugado con un novio menos aburrido que Romeo, o hasta con una novia.

Las brujas son el caos necesario, la porción de azar que se encuentra presente en la magia. Son el desorden y el escándalo brincón que se opone a las leyes y los protocolos, pues no han escuchado de ninguna regla que no sea la suya propia. Y sin embargo, en un movimiento de injusticia que se asemeja mucho a la realidad, el escenario no es suyo, sino de los serios caballeros y las sufrientes damas que acabarán, de preferencia, casadas  (y bien casadas) o muertas (¡y bien muertas!), en no pocas ocasiones por las malas artes de sus contrapartes masculinas.

Los personajes secundarios hacen que la trama avance. Tanto es así, que no podríamos imaginarnos Macbeth sin las brujas. Detonan la acción y permiten que los protagonistas se equivoquen en lo que tengan que equivocarse, que el conflicto se enrede y desenrede para disfrute del público. Por eso pienso en ellas cuando vuelvo a ver la obra; siempre pueden volver a aparecer y trastocarlo todo, si les dejamos abierto un resquicio de oscuridad.  


Historias Populares
Historias Recientes

Instituto Cultural de León

Oficinas Generales
Edificio Juan N. Herrera s/n
Plaza Benedicto XVI, s/n
Zona Centro
León, Guanajuato, México.

E-mail: prensaicl@gmail.com
Teléfonos: (477) 716 4301 - (477) 716 4899