Descubriendo la voz con Hebe Rosell

Intenso, catártico y emotivo son algunas palabras con las cuales se podría describir el curso ‘La voz verdadera’ de la cantante, actriz y activista: Hebe Rosell. En el transcurso de tres días, la artista y músico-terapeuta argentina ayuda a los y las participantes a encontrar “la voz que pasa primero por las entrañas y luego por la conciencia”.

En círculo, diecisiete personas se miran, se conocen, gritan, cantan, respiran, bailan, pero sobre todo se hablan con una voz verdadera. Entre ellas está una mujer que ha vivido y sufrido una dictadura, que ha vivido el exilio y lo ha trascendido para ser parte de otra tierra, que ha encontrado una manera distinta de luchar. Una actriz, una cantante, una activista y sobre todo una mujer y una persona que se ha encontrado a sí misma en su voz.

Hebe Rosell nació y creció en Argentina y comprendió el poder de la voz gracias a su padre. “Yo tenía un papá ciego que nunca pudo mentir. Tenía una voz profunda, hospitalaria, contenedora, llena de metáforas y de sentimiento; y con un cuerpo abierto para escuchar y sonreír”.

Esa influencia paterna nunca la ha dejado y se ha mantenido con ella a través del tiempo y es ése aprendizaje el que quiere transmitir en su curso. Las palabras no pueden tomarse a la ligera: “Cada palabra tiene un sentido total”, dice Rosell y enuncia sencillamente “hola”, pero lo dice desde muy dentro, lo dice con todo el cuerpo, con una voz que involucra a mucho más que sólo a las cuerdas vocales y que lo envuelve todo. Después todos repiten el saludo y quizás por primera vez en mucho tiempo están saludando de verdad.

Entre sus ejercicios también está el de mirar a quien esté a un lado, tomarle la mano y decirle “Hey, aquí estoy. Ya llegué. Ayúdame” y la prueba es hacerlo de tal manera que ese sencillo apretón de manos sea una experiencia que haya valido la pena. También les pide que pongan sus manos en su vientre y en su espalda baja mientras ella habla, para que sientan cómo hablar implica a todo el cuerpo. En otro momento eligen a alguien y forman una pareja para tomarse de las manos y brincar mientras se dicen: “Te amo”.

Hallar la verdadera voz es una vía tan sencilla y tan compleja como sólo decir la letra ‘A’, pero decirla, sentirla y reconocerla: “'A' es toda la humanidad abierta”, subraya Hebe Rosell, quien a través del movimiento y el juego les demuestra a los y las asistentes que la verdadera voz no es más que la voz de los niños y explica que todo lo que hay que recordar es que “El sentido de la palabra es estar con el otro”.

En el pasado, Rosell trabajó durante 6 años con niños que tenían parálisis pulmonar y debían estar conectados por la tráquea a pulmones artificiales. Cuenta que los niños debían taparse ellos mismos o con ayuda el agujero en sus cuellos para recuperar la voz y que al lograrlo el sonido era el de “la esperanza rotunda de hacerse entender”.

“Tenemos símiles con esos niños. Todos tenemos alguna traba importante, pero todos necesitamos sonar”. Para ella, aquello que nos detiene es: “Todo el pudor del mundo, todos los prejuicios y todo el miedo de sentir sin excusas”.

Al preguntarle qué es la verdadera voz, la actriz y cantante que una vez unió su talento al de Huerque Mapu, dice: “Es la voz que sale de las entrañas, que pasa primero por el cuerpo y después por la conciencia.  Ahí donde se emite no hay mentira. Es como un niño: lleno de sinceridad”.

Tras salir de Argentina obligada por las atrocidades de la dictadura militar, Hebe Rosell supo que debía continuar luchando por la libertad pero desde otra trinchera. Desde el 95 ha estado muy involucrada en el movimiento zapatista y gracias a ello conoció al antropólogo y lingüista Carlos Lenkersdorf, quien le habló de los Tojolabales como una sociedad ‘nosótrica’ donde la voz tiene un significado de comunidad, por ello en el curso todo se hace en colectivo.

De los tojolabales aprendió también que “Si uno no mira a los ojos al hablar, el corazón se marchita y al mirarse a los ojos, todas las diferencias se disuelven. Cada quien con su libertad, que al hablar echa raíces”.

“La voz verdadera crece, nunca para. Mientras viva me acompañará”.