De la violencia y la supervivencia 

León, Guanajuato

Cine y Escénicas

De la violencia y la supervivencia

Por Carlos Hugo González / Fotos: CHG   30/07/14

Un cuadro delimitado por una tarima sobre el escenario, una luz cenital y un personaje, Maxi, que hace un recuento de cómo llegó a convertirse en ‘el hijo de su padre’Adrián Vázquez se postra en el mismo pequeño espacio por más de hora y media para narrar al público una historia llena de rabia, carencias y anécdotas ocurridas en la ciudad de Tijuana

La historia de Maxi pudo haber ocurrido en cualquier lugar de México que pueda identificarse como “zona marginada” o “cinturón de pobreza”. Un territorio fuera de la urbe tomado por un grupo de familias para conformar asentamientos irregulares que con el paso del tiempo se convierten en conflictivas colonias de la periferia.

Ahí crecen niños y jóvenes en un ambiente de carencias y rivalidades en donde el más fuerte, listo o gandalla es el que prevalece.

Así llega Maxi a esa colonia creciente de Tijuana a los 6 años. Desde entonces la convivencia con los vecinos transforma poco a poco la personalidad y las costumbres del personaje, quien se vuelve peleonero y aprovechado de otros, tal vez sin malicia, pero sí con el instinto de prevaler, de no padecer humillaciones o azotes.

Adrián Vázquez aparece en el escenario con un tenis vans, pantalón de mezclilla y camisa negra, con una actitud recia, pero amable, tranquila pero que previsiblemente perderá la compostura para convertirse en una persona que vive en un ambiente de violencia.

El actor interpreta al menos 10 personajes que los diferencia a través de las variaciones de voz y sus expresiones. Niños y adultos conviven en Vázquez que con grandes dotes de resistencia y concentración, nos cuenta diversas y escalofriantes anécdotas, particularmente descriptivas.

“Salar” a una persona, ahorcarla hasta casi matarla, hacerle bebe orines, violarla. Golpizas de padres a hijos como métodos para castigar una travesura. Suplicios a los que son arrastrados los niños y adolescentes de la colonia a quienes se les recrimina haber actuado con maldad.

Crítica y mordaz “El hijo de mi padre” expone algunos casos y ejemplos representativos de como un niño puede perder fácilmente el rumbo, en medio de una sociedad carente de valores, recursos e imaginación.

Con este unipersonal concluyó la quinta función del Festival de Monólogos Teatro a una sola voz, que se realiza en el Teatro María Grever. Para el miércoles 30 de julio se presenta “Se rompen las olas”, de la compañía Lagartijas tiradas al sol, con la actuación de Mariana Villegas

 

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