'La danza de la realidad': el regreso de Jodorowsky

Después de 23 años de ausencia, Alejandro Jodorowsky regresa al oficio de la luz y el movimiento con ‘La danza de la realidad’, un filme semibiográfico sobre su infancia, trenzado en metáforas, poesía y mitología. El 23 de abril se estrenó en la Cineteca Nacional esta obra del octogenario caballero surrealista.

Basado en el libro homónimo de su autoría, Jodorowsky regresó a Tocopilla, la ciudad costera del desierto chileno, para narrar en imágenes y con su estilo inconfundible su niñez y los hechos y traumas que marcaron su infancia.

El escritor, director, actor y chamán de la psicomagia tuvo una infancia extraña y donde opresivas sombras influyeron en su psicología (a nadie podría extrañarle). Su padre era un recalcitrante comunista sumamente autoritario y su madre era una mujer generosa, exuberante y sensible con quien tuvo una relación edípica. Fuera del círculo familiar, también la sociedad tuvo un papel sofocante por la discriminación que sufrieron los Jodorowsky por ser judíos en Latinoamérica. Todos estos elementos llenaron de simbolismo la mente de un niño. Niño que creció y ahora nos comparte su visión primera del mundo.

En La danza de la realidad, el autor de piezas como La montaña sagrada (1973), Fando y Liz (1968) y El topo (1970) narra cómo aprendió a sacar ventaja de la soledad, para ir más allá de sus límites y lo más importante, para disipar la oscuridad convirtiéndose en parte integral de la misma.

Los personajes de la película son interpretados por sus familiares. Brontis Jodorowsky, su hijo, encarna al padre de Alejandro y Adán Jodorowsky, su otro vástago, encarna a un comunista radical. Alejandro se interpreta a sí mismo y Jeremías Herskovits lo interpreta en su niñez.

En su lenguaje usual, Jodorowsky ofrece personajes simbólicos típicos de su imaginación: diablos, brujas, magos, payasos y hasta la propia muerte. Seres sombríos, con los que trata de extinguir sus demonios personales. Pero también están presentes las caracterizaciones recurrentes en sus filmes: mutilados, enanos, personas con deformidades o características extrañas, todos ellos representando algún simbolismo.

El mismo director ha reconocido que no le interesa ganar dinero, sino que sabe que lo perderá. Su finalidad es la reflexión personal y ha logrado un trabajo sincero y acorde con su pasado y presente. La pieza se estrenó en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes, y en el Festival de Cine del Sur de Oslo, en el que se alzó con el premio principal, el Espejo de Plata a Mejor película en la edición de 2013.